Meredith recibe una nueva oportunidad

Meredith le sonríe a la vida, y la vida le sonríe a Meredith. A sus siete años de edad la vida le da una segunda oportunidad para seguir, para seguir siendo feliz, para seguir siendo “el motor” que impulsa y da sentido a la vida de su mamá, doña Miriam Lizbeth Cruz García.

Con una sonrisa que contagia alegría, Meredith Allison Hernández Cruz abraza del cuello a su mamá, mientras se observa un injerto que le incluye un poco el párpado exterior de su ojo y toda la mejilla izquierda. El color de su piel es dos tonos más oscuros que el resto de su carita.

Ello, debido a un grave accidente automovilístico el 18 de diciembre del 2015 viajaba en carretera con su mamá, su hermanita y su abuela y tras un “volantazo” el vehículo chocó contra el muro de contención y se volcó. Meredith, quien iba dormida y viajaba en la parte de atrás del coche, salió “disparada” y se impactó contra la cinta asfáltica.

El impacto le desfiguró el 45 por ciento de su rostro y obligó a que se le injertara un “colgajo” —un trozo de piel de la parte anterior de su pierna derecha con todo y músculo, arteria y venas—. Posteriormente, para cubrir la parte de la pierna derecha de donde se obtuvo el tejido, fue necesario obtener un trozo de piel de la parte anterior de su pierna izquierda, aunque el área de donde se obtuvo la piel fue regenerada con tratamiento especial.

Meredith fue atendida de urgencia en el Hospital “Lic. Adolfo López Mateos”, del ISSSTE, al ingresar al área de terapia intensiva pediátrica, con una fractura multifragmentaria de cráneo y traumatismo facial, que le desfiguró gran parte del lado izquierdo de su rostro.

La doctora Elizabeth del Carmen Rodríguez Rojas, jefa del Servicio de Cirugía Plástica Reconstructiva y subespecialista en Microcirugía del ISSSTE relata en la conferencia de prensa “Meredith: un nuevo rostro, una sonrisa”, que la menor fue sometida a un lavado quirúrgico y una neurocirugía, para tratar la fractura del cráneo.

LABOR SOLIDARIA. El 24 de diciembre de 2015 fue llevada a quirófano, en donde gracias a la solidaria colaboración de los doctores y especialistas Raymundo Priego Blancas, jefe del servicio de Cirugía Plástica, y Anabel Villanueva Martínez, del servicio de Microcirugía, ambos del Hospital General de México, realizaron una microcirugía para la reconstrucción del rostro.

Este hallazgo médico, señala
la doctora Rodríguez Rojas, se logró gracias a que México está a la vanguardia en microcirugías, aunque la colaboración de los especialistas del Hospital General dependiente de la Secretaría de Salud (SSa), se debió a la complejidad de la intervención –que duró tres horas-, y fue necesaria la participación de tres cirujanos plásticos, seis médicos residentes, más el equipo de anestesiología.

Hoy, a un año y un mes de aquel fatal accidente, Meredith es una niña normal, segura de sí misma, aunque con el claro objetivo de querer ser maestra de grande “no quiero ser doctora como mi mamá, porque me da miedo la sangre”. Y es que el accidente de la pequeña no fue cosa menor, revela la especialista Rodríguez Rojas, “muchos pacientes en estas condiciones y por la gravedad de las lesiones, lamentablemente, pierden la vida antes de ser sometidos a cualquier intervención”.

UN MILAGRO DE CINCO MILLONES DE PESOS. La intervención a la que fue sometida, que implicó un alto grado de complejidad por las microcirugías a las que ha sido sometida, representó para el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) un gasto de cinco millones de pesos, aunque en instituciones privadas, aun con los seguros de gastos médicos mayores, el precio podría ser mucho mayor, sobre todo por los antibióticos, muchos de precios altos, señaló la médico cirujano.

Meredith se reincorporó a la escuela a los cuatro meses de aquel fatal accidente, gracias a la intensa labor de confianza brindada por su familia, amigos y sus maestros. La pequeña fue acogida por sus compañeros, quienes le regalaron cartitas y diversas muestras de cariño, que han ayudado a reforzar la seguridad en sí misma de la pequeña.

Segura, en la escuela, y en la vida, Meredith disfruta del cariño de su mejor amiga, Alondra, mientras su mamá, la doctora Miriam Lizbeth Cruz García, adscrita al Servicio de Urgencias del Hospital General “José María Morelos y Pavón”, del ISSSTE, confiesa:

“Como médico es muy difícil ver a un niño en esta situación…. —hace una pausa mientras trata de contener las lágrimas al recordar todo lo sucedido—, pero en definitiva, es mucho más difícil cuando se trata de tu hijo, y debido a las condiciones en las que se encontraba Meredith, sabes que el desenlace pudo haber sido fatal… Siempre voy a estar agradecida con la institución y con los médicos por todo lo que hicieron por mi hija”.

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