Gemelos ayudan a entender cómo el zika provoca microcefalia

En agosto de 2015, la doctora Vanessa van der Linden recibió en su consultorio de Pernambuco a un par de gemelos con apenas un mes de vida: uno normal y el otro con una cabeza anormalmente pequeña y un cerebro deficientemente desarrollado. Semanas después, la neuropediatra comenzó a escuchar que cada vez nacían más bebés con la misma malformación en Brasil, lo que la llevó a investigar más sobre el tema y a establecer una relación directa entre el zika y la microcefalia en fetos en gestación.

A aquel gemelo se le conoce como el “paciente cero” por haber sido el primer dañado viralmente de esta manera e hizo que especialistas como Mayana Zatz, de la Universidad de São Paulo, se preguntaran ¿por qué de entre dos humanos nacidos al mismo tiempo uno muestra esta afección y el otro no?

De visita en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM para hablar de los avances de sus investigaciones en el renglón, Zatz expuso que hay dos posibles respuestas a esta discordancia: una es que la placenta funcione como barrera usualmente impermeable que, en ciertas condiciones, puede ser traspasada por el virus y afectar a uno de los fetos, y la otra es que, a diferencia de su hermano, uno de los bebés tenga genes que lo hagan susceptible o resistente a la enfermedad.

“Una de las primeras cuestiones a plantearse es cuál es el riesgo de que una madre afectada tenga un hijo con malformaciones. Algunos estudios calculan que el índice es del uno por ciento mientras que para otros oscila entre el 0.9 y el 13 por ciento, lo que nos sugiere otra pregunta, ¿qué protege a la mayoría de los bebés del síndrome congénito del virus del Zika?”, expuso la académica, una de las más científicas brasileñas y Premio México de Ciencia y Tecnología.

A fin de esclarecer esta incógnita, la bióloga brasileña realiza una serie de estudios con 11 pares de gemelos —tanto monocigóticos (o idénticos) como dicigóticos (fraternales)— en el que uno de ellos, o los dos, presenta algún grado de microcefalia.

¿PLACENTA O GENES? En su laboratorio, Zatz se ha dado a la tarea de tomar muestras sanguíneas de gemelos —la mayoría discordantes— a fin de cultivar células madre pluripotentes inducidas (o iPS, en inglés) y, tras un proceso que demora casi tres meses, tener a su disposición células progenitoras neurales (CPN, también conocidas como neuroesferas).

“Trabajar de esta manera con las CPN nos permite ver cómo se comporta el zika al entrar en contacto directo con ellas, sin barrera placentaria de por medio”, añadió la ganadora del Premio L’Oréal-UNESCO por las Mujeres en la Ciencia 2001.

Si viéramos que el virus infecta de igual manera las neuroesferas del bebé normal que las del microcefálico podríamos pensar que la placenta es una defensa o que el sistema inmunológico de este último no detectó al virus como una amenaza, dijo.

No obstante, los resultados obtenidos hasta el momento apuntan en otra dirección, pues las replicaciones virales en las CPN del gemelo afectado fueron 20 veces mayores que en las del hermano sano, lo que es una fuerte evidencia de que o el primero tiene genes resistentes a la afección o que los del segundo son muy susceptibles.

Para Zatz, éste es el posible hilo de Ariadna para entender las razones detrás del síndrome congénito del zika, por lo que la también doctora honoris causa por la UNAM ha comenzado a escudriñar y comparar el genoma de estos gemelos en busca de diferencias que, aunque aparentemente pequeñas, puedan aportar una respuesta.

“Aún falta repetir esto con más individuos; desafortunadamente el proceso para obtener las CPN a través de muestras de sangre es lento y ello ha impedido darle mayor celeridad al trabajo”, explicó.

IMPLICACIONES ÉTICAS. Mayana Zatz se mostró optimista respecto a lo conseguido hasta el momento, pues esto sentaría las bases para, en el mediano plazo, establecer qué genes representan un riesgo, diagnosticar a madres gestantes y establecer si existe la posibilidad de dar a luz a un hijo con estas malformaciones o si no tienen nada de qué preocuparse.

“Brasil prohíbe la interrupción voluntaria del embarazo, pero en lugares como la Ciudad de México, donde sí es contemplada por la ley hasta los tres meses, podría resultar útil, pues la condición microcefálica de un feto suele detectarse una vez rebasado dicho límite temporal”, expuso la investigadora paulistana.

Sobre por qué buscarle solución a este problema a través de la genética la brasileña fue tajante: “No soy epidemióloga ni viróloga y éste es el campo en el que me muevo; de todas maneras, creo avanzamos por el camino correcto”. (Con información de UNAM Global)

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