¿Saben lo que es esperar 24 hrs en el IMSS?

En la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación Centro del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a muchos de los pacientes hospitalizados y sus familiares se les ve otra cara: más descansada, menos estresada.

Los pacientes internados se quedan allí, en promedio, 45 días. Desde marzo pasado, el también llamado Hospital Colonia, cuenta con 42 sillas-cama entregadas por Fundación IMSS, con lo que ahora paciente y familiar descansan, despiertan juntos y unos a otros se dan ánimos de que pronto estarán de regreso en casa.

En entrevista con Crónica, la doctora Minerva Saraiba Russell, directora de la Unidad, indica que gracias al trabajo de todo el voluntariado de la Fundación IMSS, se hizo posible un milagro: lograr que se contará casi con la totalidad de sillas-cama para las familias que acuden a auxiliar a la cincuentena de pacientes enfermos que habitualmente están allí.

Refirió que el Colonia es el único hospital de rehabilitación en toda la república que no tiene zonificación, con lo cual, el servicio está abierto para todos los derechohabientes del instituto, de todos los estados y la ocupación se mantiene encima del 80 por ciento.

Los pacientes que atienden son quienes tienen secuelas de accidentes cerebrovasculares, o aquellos con diferentes tipos de accidentes que genera alguna lesión medular y quedan parapléjicos o cuadripléjicos.

La estancia va de un mes hasta más de 45 días, tiempo requerido para que sean atendidos por un equipo multidisciplinario (médico general, internista, geriatría, psicólogos, terapistas de lenguaje, terapistas físicos y ocupacionales), además de requerirse la activa participación del familiar que debe conocer cómo va a ser el día a día con el paciente una vez que sea dado de alta.

En estos largos periodos de hospitalización, indica la especialista Saraiba Russell, las 42 sillas-cama donadas “han venido a ser de una enorme utilidad para los familiares. Les ha venido a cambiar la vida, porque muchas personas se la pasaban días enteros sentados en una silla rígida, incómoda las 24 horas del día”.

“Al día siguiente que nos dieron las sillas”, recuerda, “la verdad es que daba ternura verlos despertar juntos al familiar y al paciente. Puedo decir que están muy bien valoradas, la gente las cuida mucho y lo vemos, los familiares ya duermen mejor; en consecuencia están más tranquilos, relajados, descansados y entonces esto nos ha permitido una relación de mayor accesibilidad, de mayor comunicación y comprensión como médicos”.

EL LUGAR DE VILIULFO

Lucila Rocha Coronado lleva un mes hospitalizada en el Conjunto Colonia, luego de que presentó el síndrome de Guillain Barré y en tres días dejó de caminar.

Las terapias, la revisión de los médicos, su férrea voluntad por salir adelante y el acompañamiento de su familia la han llevado a que hoy pueda dar sus primeros pasitos, como ella lo dice, e incluso ya puede comer sola; cuando ingresó, no se movía nada y era totalmente dependiente de sus familiares.

Lucy, como gusta que le digan, cuenta que debe estar acompañada las 24 horas del día por un familiar y por Viliulfo García Ángeles, un gran amigo a quien Lucy quiere mucho, y que es el encargado de ayudarla en todo lo que necesita.

Vily, como le llaman a él, dice que “es una maravilla esta silla-cama”. Es una magnífica iniciativa que agradezco, porque se ve que no sólo pensaron en los pacientes, sino también en las personas que venimos a cuidarlos y a estar con ellos.

PADRE E HIJO, JUNTOS

Don Antonio acompaña desde el pasado 8 de mayo a su hijo Alan, quien está hospitalizado por una lesión en la espalda.

Cuando llegó al hospital, cuenta don Antonio, por el tipo de lesión que tiene en la espalda, estaban conscientes de que iban a estar por algún tiempo prolongado “y aunque no es grato pasar las 24 horas del día metidos en un hospital, pues la verdad es que la silla-cama nos permite tener un descanso”.

El respaldo de su silla tiene una leyenda plastificada: “Esta silla fue donada por alguien como tu”.

Don Antonio la ve y comenta: “dicen que fueron donadas por los ciudadanos como uno y la verdad es que han hecho una muy buena aportación; si ayudan mucho a estar descasados y pendientes de nuestros familiares”.

No es lo mismo, finalizó, estar sentado todo el tiempo en una silla tiesa a tener una silla mucho más cómoda. Es la gran diferencia para estar 24 horas en el hospital.

DICEN QUE ESTA SILLA ES CAMA

Johana Rivera, originaria de Acapulco, llegó el pasado lunes al hospital de Pediatría junto con su pequeña de 9 años, quien será operada del ojo luego de un accidente que le ocasionó una lesión en el lagrimal.

Es de las nuevas en el tema de usar la silla-cama.

Cuenta la madre que la noche del lunes la pasó en el albergue que se encuentra cercano al Siglo XXI, “pero después de que su hija fue ingresada a quirófano, me pasaron aquí a esta sala y la verdad es que estoy sorprendida porque dicen que estas sillas se hace cama, pero todavía no sé cómo armarla. Ahorita que la estoy usando como silla, está bien bonita, es muy cómoda, pero no me imagino cómo se hace cama, más tarde ojalá que alguien me diga cómo le hago para probarlas esta noche”.

Ahora, añade, se siente tranquila por la atención médica que se le brinda a su hija, y feliz, de poder contar con un lugar en donde pase la noche cómoda “y pendiente por si me necesitan los doctores para algo”.

SE AHORRA EL HOTEL

Alma Isabel Hernández Gómez, originaria de Veracruz llegó al hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI el pasado lunes, en donde su hijo fue internado para ser sometido a una operación.

Deberá permanecer en el nosocomio al menos una semana y llegó con la preocupación de si el dinero le alcanzaría para pagar el hospedaje mientras su pequeño es dado de alta.

Cuando ingresó a la sala de espera, cuenta, grande fue su sorpresa al ver que el cuarto estaba lleno de sillas-cama. “Llegue y vi mucha gente y me acomodé en una de las sillas, y sí, la verdad es que están muy cómodas”, fue su primera impresión.

Está contenta del ahorro que esto le representa, ya que, revela, sólo tendrá que gastar en sus alimentos.

Alma siente una doble tranquilidad. Primero, que ya no se va a gastar sus pesos en el hospedaje y, además, le permitirá permanecer todo el tiempo que sea necesario en la sala de espera del hospital, pendiente de la evolución de su pequeñito.

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