Bloqueos comerciales y sociales detienen cultivos transgénicos

Los cultivos transgénicos enfrentan dificultades para posicionarse no sólo en México, sino en algunas partes del mundo.

Elevada inversión en investigación, alto costo de producción, barreras comerciales y oposición social, han frenado el avance de los cultivos transgénicos.

Wayne Parrot, profesor en la Universidad de Georgia, especialista en genética vegetal, dijo, en entrevista con Crónica, que no sólo en México, sino en la mayor parte del mundo, hay una desaceleración en el avance de los cultivos transgénicos, en parte por la desinformación, la desconfianza, pero también por circunstancias geopolíticas y comerciales.

“Ahorita la tendencia mundial es quitar los productos y no meterlos, porque sencillamente hay tantas barreras legales, hay barreras de comercio, hay barreras sociales; el etiquetado es una barrera bastante grande. Yo veo que la tendencia es para tener menos y no más (transgénicos).

“El argumento ya es económico; hay tantas regulaciones a nivel mundial, hay tantas barreras al comercio, hay tanta oposición, y después está el gasto de las empresas para etiquetar. Llega un punto en que sencillamente no es rentable, es imposible recuperar la inversión que hay que hacer”, señaló Parrot.

Refirió que en el caso de México, la polémica está sobre los ogm (organismos genéticamente modificados) de primera generación, pero en otros países es con los de tercera o cuarta generación.

“Es muy importante implementar prácticas sustentables de agricultura y no hay una sola forma, hay varias. Todos tenemos el mismo compromiso con la sustentabilidad, están los orgánicos o los biotecnológicos.

“Hay técnicas que son más efectivas que otras, en este caso los ogm son las técnicas más efectivas, y creo que llegar a un punto sustentable va a ser mucho más fácil con ogm que sin ellos”, consideró Parrot.

Martín Lema, director de Biotecnología del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina, dijo a Crónica que hay un problema de rechazo social.

Lema expresó que cada vez son más países los que aceptan los cultivos transgénicos, pero la aceptación avanza lentamente.

Es el caso de Ecuador y Perú, que tienen en revisión su moratoria; o México que “va y viene” con la moratoria; o África, donde, salvo Sudáfrica, el resto de los países que hace algunos años rechazaban los transgénicos, actualmente algunos ya consideran incorporarlos en sus cultivos, como el algodón en Burkina Fasso.

“Si uno va contando la aceptación, en realidad va creciendo, pero muy lentamente por cuestiones sociales, porque los hallazgos científicos sobre qué tan seguros son no están siendo atendidos por la sociedad con la misma velocidad que aparecen.

“Al mismo tiempo, no hay una percepción en buena parte de la sociedad de la necesidad de adoptar estas tecnologías sobre las que alguien ha echado un velo de duda, sobre las que no hay suficiente diseminación de las pruebas de seguridad que existen, o la hay pero los gobernantes, si bien tienen sus asesores científicos que les explican acabadamente que no son riesgosos, por el otro lado temen una reacción del público, porque creen que el público no lo comprende todavía. O temen una reacción de terceros, en el caso de los países exportadores, y todo eso ha demorado la aceptación de este tipo de cultivos”, señaló Lema.

El biotecnólogo de profesión enfatizó que los transgénicos no son la “bala de plata” que permitirá tener mayor producción de alimentos y mitigar el cambio climático, sino que son una herramienta que se suma a otras como las mejoras de polinización genética, las mejoras convencionales, la agricultura de precisión o inteligente.

“Porque si no las sumamos a todas no vamos a llegar a producir la cantidad de alimentos que el mundo va a necesitar de aquí a unos años; es más, no podemos darnos el lujo de desprendernos de alguna tecnología”, expresó el funcionario de Argentina, país cuya producción de maíz es transgénica.

Pedro Rocha, coordinador de Biotecnología y Bioseguridad, del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), expresó que aunque hay diversos productos transgénicos, no se puede asegurar que en un futuro todo alimento será transgénico.

“Realmente cultivos comerciales hay cuatro y son los que predominan en el mercado: soya, algodón, maíz y canola; se producen cantidades marginales de otros cultivos, por ejemplo remolacha, papaya transgénica, son mercados muy específicos. Se tienen ensayos en trigo, arroz y en otras especies, pero son eso, ensayos, no hay nada liberado a nivel comercial, hay que tener en consideración eso.

“¿Los productos que estamos consumiendo son transgénicos? En su gran mayoría todo aquel producto procesado que contenga lecitina de soya, jarabe de maíz o derivado de la soya o del maíz, muy seguramente proviene de productos genéticamente modificados, si 70 por ciento de la soya del mundo es genéticamente modificada, pues los productos van a tener eso”, dijo.

Añadió que recientemente se hizo una modificación genética para mejorar la calidad del aceite y que produzca más ácido oleico.

Destacó que muchos de estos eventos fueron pensados originalmente para fortalecer la estrategia de producción de alimentos que tienen los países, y en algunos de ellos se ha asociado directamente con la soberanía alimentaria y en otros con la seguridad alimentaria.

A manera de ejemplo, refirió que en Bolivia está prohibida la siembra de transgénicos, excepto de la soya, porque es un factor importante en el PIB de la agricultura de Bolivia, por lo que “si se retiraba ese producto se iba a empezar a tener problemas de abastecimiento de alimentos, problemas económicos, y pasaría de un problema de seguridad a uno de soberanía alimentaria”.

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