Dan último adiós a Rius

Entre coronas de flores, pancartas y consignas como “Rius, valiente, aquí está tu gente”, más de 300 personas despidieron al caricaturista mexicano Eduardo del Río, ayer en el Museo del Estanquillo, en donde desde las 15:00 hasta las 20:00 horas, estuvieron presentes sus cenizas. Para muchos de los lectores que llegaron con ejemplares de Los Agachados y del ABChé bajo el brazo, fue un maestro, el escritor que los unió con las lecturas de sus padres y el que transformó la decepción política en risas.

En ese homenaje estuvieron presentes familiares del monero, sus colegas El Fisgón, Arturo Kemchs y Rapé, así como su editor Ariel Rosales y los funcionarios Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la Ciudad de México, Henoc de Santiago, director del Museo del Estanquillo, y Lidia Camacho, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Una hora antes de que las personas pudieran depositar flores frente a la urna de Rius, la hija del artista, Citlali del Río, emitió palabras de agradecimiento.

“Mi papá siempre había rechazado todo tipo de homenajes, pero nos dio permiso de hacerle uno cuando se muriera. Él siempre dijo que el mejor homenaje que le podemos hacer es leer sus libros y creo que sigue teniendo razón. Es difícil decir adiós, pero no hay que verlo así porque él dejó un legado muy grande, hizo mucho trabajo y fue un maestro para muchos”, expresó.

Si pensamos que su muerte es un final, añadió la hija, “estamos entendiendo algo mal, todo lo que nos dio ¿qué haremos con ello?, ¿qué haremos ahora?, todo lo que él consideró importante ¿por qué lo consideró así? Hay que volver a pensarlo y no dejarlo sólo en un libro más del estante, no dejemos que todo eso se quede en un libro ¿qué haremos nosotros ahora?”.

La hija del creador de Los Supermachos reiteró su agradecimiento a todos los lectores de su papá. “Me parece súper bonito que haya venido tanta gente, es un gran honor porque todos queremos a mi padre muchísimo. Gracias, gracias, gracias. No se pongan tristes, sé que es difícil, pero una cosa que nos dejó clara es que hay que tomar con humor las cosas”.

Mientras los funcionarios pronunciaban palabras sobre la trayectoria de Rius, grupos de dos o tres personas seguían haciendo fila para ingresar a la terraza del museo, ya que la hilera ocupaba las escaleras de los tres pisos del recinto. “Queremos entrar y despedirnos de Rius, ese señor nos enseñó a reírnos de la realidad, transformó nuestra decepción política en risas”, dijo una señora de 40 años que esperaba su ingreso.

Antes de que comenzara el minuto de aplausos en honor a Eduardo del Río, el secretario de Cultura de la Ciudad de México comentó que desde hoy existía un hueco entre los mexicanos.

“Se ha ido un rebelde, nos deja un legado: no dejar de pensar críticamente el mundo, no dejar de reírnos, tener humor ante las tragedias porque es una forma de enfrentarlas. Nos quedamos un poco más solos, pero también fortalecidos por esta presencia que nos hizo a todos más libres”, señaló.

Tras el minuto de aplausos, llegaron las consignas: “Rius, valiente, aquí está tu gente”, se levantaron pancartas con la imagen de No+sangre o con dedicatorias en las que se le pedía no descansar en paz porque México necesita más mentes críticas. A los pocos minutos, pasadas las 15:30 horas, moneros como El Fisgón, Rapé y Kemchs empezaron a contar anécdotas de su amigo y maestro.

Rafael Barajas, El Fisgón, recordó que Rius creó su propio evangelio: El Evangelio según San Garabato, en donde durante el tercer día creó las piñas, los chayotes con crema y los nopales con epazote, es decir, la parte del génisis que se llama La panza es primero; y al octavo día, en lugar de ponerse a descansar, Rius creó la herejía.

“Rius nos enseñó a muchos a pensar, a ser libres, a luchar, a ser rebeldes, a cuestionar y a reírnos ante nuestras tragedias. Nos enseñó que los mexicanos nos reímos cuando nos duele y nos dolemos cuando reímos”, dijo.

En su turno, Rapé contó que todos deberían regalar un libro de Rius porque “México sería otro si todos lo leyéramos, tendríamos otro presidente, otros gobernadores, menos tasas de mortandad, comeríamos mejor, Coca-Cola fracasaría en este país. Rius es algo indispensable en nuestras casas, en nuestras lecturas y en nuestras vidas”.

De nuevo, las consignas y los aplausos sonaron en la terraza del museo, e hicieron que la llovizna no aplacara los ánimos, pues las personas seguían llegando, reconociéndose en los demás porque decían que dejaron de ser Doña Eme, que se convirtieron en un Calzonzin o en un Lucas Estornino.

“Siempre digo que fue mi maestro porque en mis años de primaria, entre que salía de la escuela y me iba a casa, yo rentaba sus revistas y libros por cinco centavos, no los podía comprar porque no me alcanzaba el dinero, entonces rentaba sus libros y por digo eso fue mi maestro”, comentó Alfredo Vázquez, un señor de 62 años oriundo de Papantla, Veracruz.

Huyendo de la selfie y emocionados por que llegaba y llegaba gente, Alejandro de 19 años, comentó que Rius fue una parte importante de su vida. “Me dio mucho sentimiento que falleciera, ayudó a formarme muchas ideas de lo que hoy soy, influyó en mi manera de pensar y de siempre investigar. Además fue importante porque fortaleció el lazo con mi papá porque él era su lector.

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