Pese a que vacuna no tiene garantía, desarrollarla es un paso importante: Susana López

La vacuna “Patria” es desarrollada por la empresa mexicana Avimex que ha trabajado con investigadores de la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí, en Nueva York, EU, desde hace años en el desarrollo de vacunas veterinarias, especialmente para aves. Empleando una de sus tecnologías, que ha sido modificada para inocular el SARS-CoV-2 con buenos resultados de laboratorio y en animales, la empresa mexicana Avimex está por iniciar pruebas clínicas, como anunció Conacyt la mañana del martes.

Susana López Charretón es una de las virólogas más importantes del país y en su laboratorio del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM realiza investigaciones sobre el SARS-CoV-2, causante de COVID y anteriormente ha realizado estudios y aportaciones para el entendimiento del virus de la influenza que surgió en 2009 en México, así como del virus del zika en América. En entrevista, la científica explica algunos detalles sobre el desarrollo de la vacuna que desarrolla Avimex para el gobierno mexicano, la propuesta más avanzada que, sin embargo, no estaría disponible para la actual ola de vacunación, como tampoco tiene garantizado ser efectiva. No obstante, es un paso hacia adelante incluso más allá de esta pandemia, refiere.

“Se trata de un desarrollo con un apoyo fuerte y afortunadamente se realiza en un laboratorio mexicano con experiencia de 15 años realizando vacunas de este tipo, principalmente veterinarias, pero cuyo avance tecnológico es enorme. Avimex lleva mucho tiempo colaborando con Monte Sinaí y su grupo que se ha especializado en el desarrollo de vacunas para aves”.

como la de Cancino, Sputnik V o Astra Zeneca, la desarrollada por Monte Sinaí no emplea un adenovirus, sino un vector llamado Newcastle, que cumple una función similar: es modificado por ingeniería genética para producir proteínas como la llamada “spike” del SARS-CoV-2. Se ha usado antes como vector para inmunizar aves contra influenza.

“La tecnología desarrollada por los investigadores de Monte Sinaí ha funcionado muy bien. Se trata de un Newcastle ‘vestido’ del ‘spike’ del SARS-CoV-2 capaz de inocular y no causar enfermedad, por lo que puede emplearse como vacuna”.

–¿Qué tan nueva es esta tecnología?

— El Newcastle es un desarrollo de hace 15 o 20 años, el mismo Avimex lo usa contra influenza desde hace años, pero se ha usado contra Ébola y otras enfermedades y en tratamientos oncológicos. Los investigadores de Monte Sinaí trabajan desde hace tiempo con éste y ya son expertos, pero hay estudios en muchas partes del mundo usando este vector, que es fácil para trabajar.

–¿Qué tan pertinente es el desarrollo de esta vacuna en este momento de la pandemia?

–Hay que ser optimistas, estamos empezando. Además de las que conocemos, hay 100 desarrollos más de vacunas en el mundo que se encuentran en distintas fases, las que se aplican actualmente son las más exitosas y tuvieron la inversión más grande. Conacyt anunció que invirtió 150 millones de pesos en la primera fase clínica en 90 personas, es carísimo y la siguiente fase implica más personas y más experimentos. Nos queda mucho camino por recorrer, pero es una ventaja que tengamos un desarrollo en nuestro país para abrir brecha. Siendo realistas esta vacuna, saliendo todo bien, no se empleará en la primera ola de vacunación, pero saber cómo hacerla y tener toda la maquinaria montada es algo que necesitamos, sino para ésta para otras vacunas y tenemos que empezar por algo. Es el intento más adelantado de vacuna para el país.

–¿Cómo sería más barata esta vacuna para México? (855%, dice la directora de Conacyt)

–No sé cómo hicieron sus cálculos. La realidad es que las grandes farmacéuticas han invertido cientos de millones de dólares y el precio es de recuperación y para tener la producción tan grande que estamos viendo. Son montos que pagan los gobiernos y seguramente aquellos que tienen la producción en su país les sale más barato que quienes tenemos que comprarla. El Presidente dice que otros países no dan de su vacuna, pero es suya, ellos la desarrollaron y tienen el derecho de decidir si se queda en su país o se la llevan a todo el mundo. La farmacéutica Moderna generó su vacuna con dinero de EU, por lo que se aplica principalmente allá; entonces, el costo real de la vacuna será menor si se produce aquí y no pagamos los sobreprecios no sólo por importarla, sino por la tecnología misma.

–El IBt y otras instituciones del país tienen la capacidad de desarrollar la investigación, pero la producción es aparte.

–Crear vacunas requiere de una investigación que necesita de una inversión a mucho riesgo, es muy cara y puede no dar resultados. Hay ensayos exitosos, pero hay otros que no salen del laboratorio, eso cuesta, por ello, se necesita apoyo. Es lastimero que en México hay seis iniciativas de vacunas en pañales y apoyos pequeños, en manos de muy poca gente; para tener lo que demanda una pandemia como esta se requiere de una gran cantidad de investigadores trabajando en ello y no esfuerzos más o menos individuales, por eso necesitamos crecer una infraestructura de investigación y desarrollo en vacunas.

“Este tipo de proyectos no se pueden hacer de la noche a la mañana, se requiere de toda una tradición como la de Monte Sinaí, que ha trabajado por 20 años en distintas vacunas para tener la facilidad de diseño y de manufactura de un prototipo nuevo”.

“En este momento lo nacionalista es lo de menos, las colaboraciones científicas son ideales, pero se establecen en una vida de trabajo”

–¿Como país, tuvimos la fortuna de tener a Avimex para producir “Patria” gracias a la investigación de Monte Sinaí?

–En este momento lo nacionalista es lo de menos, las colaboraciones científicas son ideales, pero se establecen en una vida de trabajo. No es tan fácil como hablar por teléfono y pedir prestado su virus, Avimex tiene años de trabajar con investigadores de Monte Sinaí, eso es lo afortunado. Esa confianza y trabajo mutuo podrían producir algo bueno para el país, no en la primera ola de vacunación, pero si funciona podremos independizarnos un poco tecnológicamente para producir una vacuna contra SARS-CoV-2.

— Pero tampoco tenemos garantía alguna.

–Es una apuesta, una inversión a riesgo. No obstante, lo más rescatable es que tenemos un proyecto en México que si bien no garantiza el éxito, está sembrando la tradición para poderlo hacer en el futuro. Avimex es un ejemplo de que se debe estimular ese tipo de colaboraciones, eso ya es una ganancia. Su vacuna puede no funcionar –hay 90 intentos además de éste que quizá no lleguen a la fase tres–, pero estar en ese camino es instructivo para muchas personas.

— La generación de la vacuna deja una lección de que la vinculación con la industria y el desarrollo de la biotecnología, temas rezagados en este gobierno, son importantes.

–Todas las vacunas son fruto de la biotecnología moderna, no existen aquellas que no la tengan, a su vez, el contacto con las empresas es algo que no se puede demonizar. Dependemos de muchas cosas, el gobierno no puede ser el rector de todas las iniciativas y hacerlas, requerimos de mucha ayuda de las universidades y las empresas, de las que se puede apoyar el Estado. Por ello, es muy importante no centralizar todo en manos de un gobierno, sería un error terrible.

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