Al principio sentí feo, pero por 30 mil pesos, se te olvida: adolescente

A los 12 años, Jacobo ya había matado a su primer “objetivo” (una persona) por 30 mil pesos. 15 días después ejecutó al segundo por la misma cantidad. A los 15 años, este adolescente oriundo de Tonalá, Jalisco ya era un sicario o “matón” consumado como él se reconoce, que lo mismo torturaba, “pozoleaba” ( deshacer cuerpos humanos en ácido) secuestraba o vendía droga.

Todo como parte del Cartel Jalisco Nueva Generación. Pero un año después, todo cambió al ejecutar en público a un sujeto que había traicionado al Cártel. La policía lo buscaba y se convirtió en un peligro para el CJNG.

Trataron de ejecutarlo para que no hablara y lo acribillaron. Lo dieron por muerto, pero Jacobo sobrevivió y fue trasladado a un hospital en calidad de detenido y de ahí a la prisión. Hoy Jacobo teme por su vida, pues esta seguro que “van a ir por él”, para no poner en riesgo la identidad del Cártel.

“Apenas tengo 17 años y ya probé las dos facetas de pertenecer a un cartel: primero me sentía respaldado protegido y de cierta manera hasta respetada ahora sólo soy un objetivo a eliminar. Una piedra en el zapato para uno de los carteles más poderosos del país y ¡ tengo miedo!”, relata

“Temo por mi vida. Sé que van a intentar matarme de nuevo mi única opción es esconderme, me voy a desaparecer a ver si me voy a otro estado o país, no sé pero no puedo quedarme aquí eso es la muerte”, asegura

Jacobo fue entrevistado en prisión por integrantes de la organización Reinserta, presidida por Saskia Niño de Rivera como parte de su estudio “Niñas, niños y adolescentes, reclutados por la delincuencia organizada” que fue presentado este miércoles.

Ahí el adolescente relata que desempeñó muchos roles en el grupo en el que estaba: “me encargaba de torturar a miembros de carteles rivales mis compañeros los secuestraban y yo le sacaba la información a base de madrazos una vez que teníamos lo que queríamos los matamos a veces los pozoleabamos ( disolver los cuerpos en ácido) los descuartizáramos o los matamos a puros disparos siempre variaba.”, explica

Para cientos o miles de niños, la delincuencia organizada es la única opción que tienen para obtener alimento y vivienda especialmente cuando estas necesidades se combinan con el abuso de drogas el uso de armas la violencia y la falta de educación.

Juan, es otro caso de niños reclutados por el crimen organizado que a los 12 años ya realizaba actividades de “halconeo” para grupos criminales, en Ecatepec, Estado de México.

Entregaba droga algunos compradores y cuidaba el punto de venta. Con el tiempo se ganó su confianza y fue “creciendo” en la organización criminal. Ya era sicario y le tocaba ejecutar a quien no cumplía o se “pasaba de listo” con el grupo.

“Nunca tuve arrepentimiento de matar a alguien para mí era lo mismo hacia mi vida como si nada para esto me daban 15 mil pesos a la quincena lo gastaba en droga ropas y fiestas trabajaba de siete de la tarde a nueve de la mañana eran chingas pero valió la pena por el dinero que me daban y no me los regalaban era lo justo por lo que me mandaban”, relata.

Hoy está preso, y sus antiguos colegas o “jefes” solo le envían 800 pesos de manera esporádica.

“Por eso ahora que me dan nomás 800 pesos de vez en cuando me encabrono yo les dije: yoles di a ganar mucho más como para que solo me manden eso”, reclama.

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