Te cuento un cuento / El monstruo

-¡Auxilio, auxilio, abuelo, abuelo! ¿Dónde estás? ¡Ven rápido¡- gritó con desesperación Marianita

-¡Abuelo, el monstruo! ¡Que me come, que me traga!- gritaba Marianita, iracunda, rubicunda. ¿Quién la veía? ella siempre tan tremebunda y ahora ¡tan pavorosa, temblorosa, temerosa!

¿Que podría ser aquello que asustara a Mariana de tal manera, que provocara tal alboroto? seguro sus gritos se escucharon allá, lejos, lejos, más lejos de lo que ella hubiera querido, allá lejos donde haría que muchos supieran que había perdido la compostura ¡Bueno, Marianita no entendía de esas cosas! Bueno, allá lejos donde sabrían: ¡Qué le hacía perder el fashion! ¡No! ¡No! ¡No¡ ¡No! ¡Eso tampoco! pues tampoco sabía de las modas, todavía no sabía lo que estaba in, ni lo que estaba out. Bueno, sería allá lejos, lejos donde sus amiguitos ¡eso es! donde sus amiguitos oirían que era miedosa, llorona, quejumbrosa, remilgosa, dengosa, remolona, melindrosa, escrupulosa…¡Ah! me pique, eso no.

El abuelo Chema llegó tan rápido como sus reumas, sus pantuflas viejas y sus piernas entumidas lo dejaron llegar, ya casi cuando Mariana estaba a punto de olvidar qué le asustó tanto.

-¡Abuelo, un monstruo feroz, con una boca enorme, lo cubría de lado a lado, no tenía cuerpo solo una masa amorfa, pero con unos patas que le hacían dar saltos gigantescos; me miraba con ojos terroríficos! ¡Estaba allí afuera, en el patio! ¡El venía hacia mí, quería comerme!- gritó exaltada.

-Ese monstruo es un sapo, es un animalito como cualquier otro animalito, como un perrito ¡Eso, como un perrito!- dijo el abuelo intentando calmarla.
-¿Por qué Dios hizo un animalito tan feo abuelo?-pregunto ávida de escuchar la respuesta.

-Cuenta la leyenda que un día de tantos estaba Dios en el cielo deleitándose en su creación, cuando de repente llegó un querubín, uno que luego se volvió malo y le pidió permiso para crear algunos animales. Dios que es tan bueno se lo concedió, pero como ese querubín era tan bello no quería que nadie más lo fuera, así creo unas creaturas un poco desagradables como el sapo, la víbora y otros que son bastante repulsivos para nosotros. Pero yo creo Marianita que esos animalitos deben tener más miedo de nosotros, que nosotros de ellos y que todos ellos juntos le hacen menos daño a la tierra que nosotros los humanos.

-¡Ay! Abuelo ese monstruo me iba a comer de una mordida, de una sola vez y tú ni te hubieras dado cuenta! ¡me salve de milagro! ¡Creo que corro muy rápido! ¿No crees abue? –dijo orgullosa de su velocidad

-Si hijita, corres muy rápido, pero sobre todo gritas muy fuerte, muy fuerte-repitió el abuelo.

Por: María Elodia Zurita Argáez

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