De la 42 entrega de los premios Grammy de 2000 si algo quedó para la posteridad, además de las ocho estatuillas que se embolsó el mexicano Santana con su álbum «Supernatural» y así empatar el récord de Michael Jackson con «Thriller» en 1984, fue el vaporosamente escandaloso vestido verde de Versace que Jennifer Lopez usó en la ceremonia y que le dio la vuelta al mundo.
La desinhibida prenda de tropical estampado, que «JLo» lució en la ceremonia del Staples Center de Los Ángeles, a donde acudió con su entonces pareja Sean Combs, puso su rostro y cuerpo en todos los medios del mundo y, además, dejó claro que la atrevida «Diva del Bronx» tenía una indudable anatomía de infarto.
Paradójicamente el atuendo que la encumbró nunca fue del agrado de la actriz y cantante de origen boricua, quien, por primera vez, reconoció que la elección no llegó a convencerle del todo y estuvo pensando en otras opciones para desfilar en la «red carpet» de los gramófonos dorados, así como por el escenario del teatro, pues junto al actor David Duchovny presentó una categoría en la gala del 23 de febrero de 2000.
Para ser totalmente sincera, cuando llegué a la alfombra roja todavía pensaba que el vestido no era el mejor que podía haber llevado. Esto es algo que jamás había dicho antes», confesó al portal «The Hollywood Reporter», destacando que jamás se imaginó la repercusión que tendría su presencia en la ceremonia.
Pero de lo que sí ha estado siempre convencida, precisó Jennifer, es de la importancia que han tenido sus primeros trabajos cinematográficos a la hora de «romper moldes» sobre la concepción que Hollywood otorga al físico, ya que ella logró ser una de las primeras actrices «con curvas» en recibir papeles de gran carga dramática, como en «Selena», de 1997 con dirección de Gregory Nava.
«En esa época, siluetas como la mía no eran las que buscaba la industria para ese tipo de películas, a menos que hubiera algún personaje asociado al estereotipo de bomba latina o de mujer fatal. Creo que de alguna manera logramos romper un molde y demostrar que las mujeres con curvas podían ser perfectas para un papel protagonista», aseguró la actriz de 46 años.