A sus 35 años la cantante Christina Aguilera se puede jactar de poseer un nada común rango vocal de soprano de coloratura, con una amplia gama de matices y también con muchos fines, como el que le dio la CIA que usó su voz para algo que nada tenían que relacionarse con deleitar el oído, pues su noventera y pegajosa canción «Genie In A Bottle» fue constantemente empleada como método de tortura para los prisioneros de Guantánamo.
Trascendió que la voz de la intérprete neoyorquina de ascendencia ecuatoriana habría sido usada como instrumento para martirizar a los acusados de organizar los atentados del 11-S con el propósito de que estos confesaran la verdad sobre sus delitos.
«Aguilera parecía haber sido escogida porque se pensaba que la cantante femenina podía ofender a los detenidos islámicos», dijo Aless Ross, periodista del «The New Yorker», al confesar el motivo por el cual supuestamente se usaban los temas de la cantante para torturar a los presos.
En el artículo, titulado «The Sound Of Hate» (El sonido del odio), reveló que la tortura musical era una de las técnicas utilizadas por la CIA en la cárcel de Guantánamo y que la música de Aguilera se convirtió en una de las mayores pesadillas de los presidiarios, que tenían que aguantar sus canciones a todo a volumen y durante horas para que revelaran la verdad sobre su papel en el atentado terrorista contra las Torres Gemelas, en Nueva York y el Pentágono, en el condado de Arlington, Virginia.
Según relató Ross, uno de los que sufrió estos métodos fue Mohammed al-Qahtani, que intentó entrar en Estados Unidos para participar en los atentados. Por ello fue capturado y obligado a estar despierto largas jornadas con la música de Christina Aguilera las 24 horas.
Pero las melodías de la rubia no fueron las únicas que torturaron auditiva y piscológicamente a los prisioneros de Guantánamo ya que también se vieron sometidos a sesiones continuas de heavy metal o rap.