Por: Salvador Octavio Aguilar Martínez.
Buen día para todos. Hablar de historia es hablar de eventos y de personas que los hicieron posibles, es remontarse al pasado y convivir con él tratando de entender la realidad de entonces con nuestra perspectiva moderna. Pocas cosas existen más apasionantes que la historia, que nos permite hablar de todos y de todo, como la empresa, que a su vez, nos permite estar en contacto con todo y con todos. En este espacio continuaremos hablando de estos dos grandes desarrollos de la humanidad: la historia y las empresas o, para mayor exactitud, la historia de las empresas. En esta ocasión abordaremos las historias de grandes empresas que todos conocemos.
Gran café de La Parroquia.
Quien ha tenido la oportunidad de pedir un “lechero” ha sido testigo de la forma tan particular que tienen los meseros de servirlo y seguramente ha degustado sus tradicionales “bombas”, las “champolas” o sus “canillas” en un ambiente donde se fusionan las olas del mar y el aroma de buen café veracruzano en esta empresa tricentenaria ubicada en el puerto de Veracruz. Fundada oficialmente en 1808 por migrantes españoles, tiene su antecedente directo en la Pulpería del portal de La Parroquia, en 1791. Después de tener muchos dueños a lo largo del siglo XIX y principios del XX, en 1926 la adquirió don José Fernández y Fernández y hoy es la tercera generación familiar la que se encuentra l frente de la empresa, que en este siglo XXI se ha expandido para llevar su sabor y tradición a otras ciudades del país e incluso de los Estados Unidos de Norteamérica.
Liverpool.
El Puerto de Liverpool fue el nombre de la cadena de almacenes y tiendas departamentales que hoy conocemos como Liverpool. Este gran emporio nació de la idea de un joven emprendedor, Jean-Baptiste Ebrard, que en 1847 ofrecía ropa en un baúl que abría y exhibía ante el público en el centro de la Ciudad de México. Con este negocio portátil introdujo una novedad en productos y un concepto revolucionario en los negocios: fue el primero en traer el miriñaque a México, una crinolina que daba forma a las faldas y vestidos de las damas, que hasta entonces necesitaban varias enaguas para lucir sus abultados atuendos y demás, los clientes podían pagar sus productos en abonos. El nombre de su empresa surgió en 1872, debido a que el joven comerciante importaba sus productos desde Europa vía el puerto de Liverpool, Inglaterra. A finales del siglo XIX este empresario regresó a Francia, donde falleció, pero antes cedió su arcón a un socio, que hizo evolucionar el negocio de puesto ambulante a un almacén establecido, inaugurando el primer almacén de la cadena en 1936 (el primero que tuvo escaleras eléctricas en la Ciudad de México) y continuando su expansión territorial en la segunda mitad del siglo pasado hasta fusionarse con otra importante cadena de tiendas departamentales: Fábricas de Francia, en la década de 1980.
Fábricas de Francia.
Con un mejor inicio que su socio comercial, Fábricas de Francia nació en Guadalajara en 1876, como tienda de lencería fundada por José Chapuy, también inmigrante francés. Después de una primera demolición en 1901, para 1925 el almacén contaba con una planta baja para las ventas al menudeo y una planta alta para vender al por mayor, además de tener elevador manual. Una nueva demolición en 1948 permitió construir un moderno edificio de seis plantas que fue abierto al público en 1951, lo que sentó las bases para la expansión de la empresa, que en las décadas de 1960 y 1970 abrió varios almacenes en distintas ciudades del país y para 1988 se integró el grupo Liverpool, no sin antes pasar por un incendio y una nueva reconstrucción en 1981. Así, después de una larga historia de nuevos inicios, Fábricas de Francia es hoy una de las empresas más sólidas e importantes del panorama empresarial mexicano.
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*con información del libro “100 años, 100 empresas. La historia de México a través de sus empresas”.