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El gobernador Arturo Núñez Jiménez entregó las llaves de su nueva casa a la señora María Aurelia Arias de la Cruz, con quien tres meses y medio atrás asumió el compromiso de dotarla de un espacio habitacional digno, adecuado y confortable, en vista de las deplorables condiciones en que ya se encontraba su antigua morada, ubicada en la calle Chorote de la colonia Gaviotas Norte.
Doña María Aurelia irradia una alegría que contagia. A sus 71 años de edad, creía, como ella misma confiesa, que lo había visto y vivido todo. Treinta años de convivir con la pobreza en su máxima expresión. Tres décadas de cohabitar con Dolores y Natividad, sus dos hermanos septuagenarios, en una vivienda de madera carcomida por el comején y de lámina corroída. Seis lustros de sinsabores han alcanzado su fin.
Es la tarde del jueves y los tres hermanos aguardan, con los sentimientos a flor de piel, la llegada de quien ha hecho posible que sus vidas cambien para siempre. El arribo del gobernador Núñez está programado para las 17:00 horas. La jornada ha sido intensa. Tres eventos públicos por la mañana y el mediodía anteceden a su encuentro con los hermanos Arias de la Cruz.
Acompañado de su esposa Martha Lilia López de Núñez, presidenta del Consejo Ciudadano Consultivo del Sistema DIF Tabasco, el mandatario acude puntual a la cita. Con lágrimas en los ojos, doña María Aurelia recibe, en su renovado hogar, a su benefactor. La casa número 129 luce una fachada diametralmente distinta.
“SUEÑO HECHO REALIDAD”
La sorpresa es que no es una, sino dos casas, esto es, la de ella y sus consanguíneos, pero también la de su hija Francisca Pérez Arias, de 42 años de edad, las que han sido remodeladas por el Instituto de Vivienda de Tabasco (Invitab). Ambas estructuras están situadas en el mismo terreno, y las dos se encontraban en pésimas condiciones, informa el titular de la dependencia, Carlos Calzada Peláez.
¿Cómo se siente? –pregunta de manera inmediata el gobernador. –Me siento alegrísima por habernos dado estas casas. Nos hizo un cambio de vida, de veras, nunca lo imaginé. Estoy agradecida con usted y con Dios, se sincera la abuelita casi sin aliento por la emoción. –Y pronto también les van a traer los colchones para sus camas, tercia con otra promesa la señora Martha Lilia, despertando un gesto de asombro más en doña María Aurelia.
–No hay palabras para decir cuánto aprecio su ayuda, atina a responder, entre sollozos la mujer de la tercera edad. Sus expresiones le roban el aliento. La felicidad es plena. “Le doy gracias a usted y a su esposa por haber hecho realidad este sueño”, recalca con la voz entrecortada dirigida al gobernador.
El recorrido por las dos recámaras, sala, comedor, baño y cocineta que conforman cada una de las dos viviendas construidas a partir del reporte que hicieran, en abril pasado, médicos y brigadistas en el arranque del programa “En tu casa la salud”, es conmovedor. Los beneficiarios llenan de bendiciones al jefe del Ejecutivo y a la señora Martha Lilia. “Su sensibilidad y humanidad ha cambiado nuestro destino”, reconocen, sin ambages, sin protocolos.
¿De dónde íbamos a sacar para reconstruirla? –se pregunta doña María Aurelia. Y ella misma clarifica: “Nuestra vieja vivienda se estaba cayendo y mis hermanos y yo vivimos de la ayuda gubernamental. Recibimos atención de ‘En tu casa la salud’, estamos en el programa Prospera y en 75 y más. No tenemos otro ingreso. Ahorita, como quien dice, ya tenemos nuestra propia mansión”, describe, nerviosa, entre risas.
La visita concluye entre porras, aplausos y muestras de solidaridad. “El gobernador lo que promete, lo cumple. Es increíble, muchos decían que no nos iba a cumplir, chasco que se llevaron. Aquí está la mejor prueba de que es un hombre de palabra”, remata la ancianita, desde la puerta de su nuevo hogar, mientras a la distancia la comitiva, entre la que también se encuentra el secretario de Salud, Rafael Gerardo Arroyo Yabur, se aleja.
