Por: María Elodia Zurita Argáez.
¡Hoy también es un gran día! Buenos días a todos, “Buenos días a la vida, buenos días al amor, buenos días alegría, buenos días señor sol”, fragmento de canción de Juan Gabriel. ¿Qué podemos escribir del famoso compositor? que “Estará siempre en nuestra mente” que lo seguiremos amando, que probablemente nuestro amor y reconocimiento a su talento será eterno, para siempre y por siempre; que nunca nos importó que no tenía dinero, porque al público le gustaba mucho él, mucho él; que ya sabemos que él se va y ahora, cuando queramos abrazarlo muy fuerte, tendremos que ir allá, a la frontera, donde todo es diferente, en la frontera; y, pues, con todo y nuestras tristezas, al final tendremos que decir fue un placer conocerlo, tenerlo con nosotros y que nos enseñara que debemos hacerlo todo con amor”.
Juan Gabriel dejó un valioso legado de incalculable valor a todos y cada uno de nosotros los mexicanos, así como el legado -guardando toda proporción-, que nos dejó otro músico y compositor, pero éste, español, me refiero a Jaime Nunó Roca, quien es recordado como el creador de la música del Himno Nacional Mexicano.
Durante una visita a nuestro país, Nunó ganó el concurso convocado para componer la música del Himno Nacional, cuya partitura se interpretó por primera vez el 16 de septiembre de 1854 en el Palacio de Bellas Artes, antes Teatro de Santa Anna y después Teatro Nacional de México. Esta composición lo convirtió en un prócer patrio de la historia mexicana, por lo que sus restos mortales descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Jaime Nunó nació en España un ocho de septiembre y también un ocho de septiembre, pero en Tenosique, Tabasco, nació José María Pino Suarez, político, abogado, poeta, periodista y revolucionario que fungió como vicepresidente de México. Fue secretario de justicia, gobernador de Yucatán, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes y presidente del Senado. Como periodista, fue fundador y director de El Peninsular, y como poeta, fue autor de varias obras que se publicaron tanto en México como en Europa.
Pino Suárez y Francisco I. Madero fueron asesinados en los acontecimientos de la Decena Trágica, rebelión encabezada por Bernardo Reyes, Félix Díaz y Victoriano Huerta. Cuando se conocieron estos hechos, hubo levantamientos armados contra las tropas del gobierno federal. Los restos mortales de Pino Suárez permanecen a la Rotonda de las Personas Ilustres.
Su viuda, María Cámara Vales, recibió la Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República, reconociendo el sacrificio de Pino Suárez por la democracia y la libertad en el país. También es conocido como el «Caballero de la Lealtad».
En el campo de las letras Pino Suarez también se destacó; fue autor de Melancolías y de Procelarias. Escribió el prólogo de Memorias de un alférez, obra de Eligio Ancona.
Cuantas veces en medio del camino / sin flores y sin luz de la existencia/ bajo el peso final de mi sentencia / me detengo cual triste peregrino. Cansado de sufrir, mi frente inclino / implorando del cielo la clemencia / pido un ángel bendito de inocencia / Que me ayude a luchar con mi destino. Más vano ha sido mi constante anhelo / en el mar de mi vida no hay bonanza /Y si angustiado me dirijo al cielo / mi suspiro se pierde en lontananza / solo guardo un hondo desconsuelo / en lo íntimo del alma una esperanza. Fragmento de Esperanza de José Ma. Pino Suarez (1891).
¡Que esta sea una productiva semana para todos! La ciencia nutre la mente, la religión alimenta el espíritu, el arte enriquece el alma. Facebook: Mary Zurita. Correo: maryzurita2006@yahoo.com.mx