Equipos de remoción de escombros, escoltados por docenas de policías, iniciaron la demolición de las casas de madera y tiendas de campaña que albergaban a los migrantes del campamento de Calais, que comenzó a ser evacuado ayer.
Los equipos utilizaban sierras eléctricas para destruir los refugios hechos de madera y maquinaria pesada para remover los escombros de este campamento en el norte de Francia donde hasta el domingo se hacinaban en condiciones infrahumanas entre seis mil a ocho mil migrantes que buscaban cruzar a Reino Unido.
Antes del inicio de la demolición, voluntarios y funcionarios pasaron por cada uno de los refugios de fortuna para asegurarse que estaban vacíos.
Hasta el martes por la tarde, más de tres mil migrantes habían sido evacuados, en el segundo día del operativo de desmantelamiento decidido por el gobierno francés con fines «humanitarios».
Los migrantes, la mayoría afganos, sudaneses y eritreos, que abandonaron sus países huyendo de conflictos y de la extrema pobreza, fueron trasladados en autobuses a refugios repartidos en todo el territorio francés.