Un grupo de expertos de la UNAM descubrió una segunda subestructura – pirámide más pequeña- al interior de la Pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, equipo que entre sus integrantes está el geofísico René Chávez Segura, quien explicó que el descubrimiento se hizo a través de una “tomografía eléctrica tridimensional, nueva técnica única en el mundo y que no daña el patrimonio”.
Chávez Segura, investigador del Instituto de Geofísica (IGf), dijo que el resultado de esta investigación que duró más de dos años se da en un buen momento, sobre todo por las “situaciones tan problemáticas que vive el país y el mundo, noticias de esta naturaleza pueden hacer sonreír”.
El investigador indicó que el apoyo económico fue gracias a un Proyecto PAPIIT de la UNAM que se encuentra en una segunda fase, que en 2014, su primera etapa, encontraron evidencias de una oquedad: “Después vimos que era un cenote debajo de la pirámide de El Castillo, como también se le conoce a la edificación de Chichen Itzá. Lo interesante de esto es que utilizamos arreglos novedosos, desarrollados en el seno de este equipo de trabajo”.
El miembro del IGf explicó que el equipo de trabajo se rigió por los mismos objetivos de 2014, que consistían en “verificar la existencia del ‘cenote’ bajo El Castillo. Diseñar los arreglos de Tomografía de Resistividad Eléctrica Tridimensional (TRE-3D) para iluminar el interior de El Castillo”.
DESCUBRIMIENTO. Otra de las finalidades que tenían era determinar la existencia de otras subestructuras, por lo que el geofísico indicó que “el problema era ver cómo era dentro de una estructura, porque estaba resuelto el problema de cómo ver hacia el subsuelo”.
Una subestructura fue descubierta en 1935, en esta ocasión es la tercera subestructura. En este caso, el hallazgo fue hecho a partir de una “interpretación integrada para la cual se tomaron en cuenta las tomografías eléctricas tridimensionales”, comentó René Chávez.
El investigador hizo énfasis en que dicha edificación existe desde el punto de vista geofísico, existe, pero que los arqueólogos deben confirmarla, y que se ubica “hacia el sureste, en dirección del cenote, lo cual podría confirmar que los mayas sí sabían de la existencia de dicha oquedad”.
CARACTERÍSTICAS. René Sánchez explicó que la construcción “no es muy diferente de las otras porque el material dominante en esta parte de Yucatán, son rocas calizas. La segunda subestructura sólo tiene una escalinata hacia el norte, y se piensa que en este hallazgo también sólo tenga una sola escalinata”.
IMPORTANCIA. Para el investigador hay dos motivos fundamentales por los cuales el descubrimiento tiene relevancia: “Por la metodología que se utilizó y por el interés arqueológico, porque eso nos va a dar mayor información de cómo los mayas evolucionaron en ese lugar”.
Además, el investigador hizo un llamado, pues indicó que aunque hubo miembros del Instituto Nacional de Antropología (INAH), no existe un esquema que involucre a diferentes instancias: “No hay un programa nacional en el cual la geofísica trabaje conjuntamente con el INAH para estudios de zonas arqueológicas, sólo son llamados”.
MIEBROS DEL PROYECTO. Denise Argote, del INAH, y Gerardo Cifuentes Nava, del (IGf), son algunos de los investigadores que integraron el equipo de investigación.
En cuanto al descubrimiento, Denise Argote comentó que, generalmente, “en la arqueología prehispánica se ha visto que las estructuras de algún asentamiento se hagan en varias etapas, dependiendo de la etapa en las que se construyeron, los grupos sociales que intervinieron y de la renovación de los tiempos”.
La investigadora del INAH señaló que cuando en 1931 se empezó a trabajar la pirámide de El Castillo, se descubrió la existencia de una subestructura, pero no se sabía que existían otras: “A través de estudios de termoluminiscencia, se dividió el periodo habitacional más importante de Chichén Itzá en tres: del 550 al 800 d.C., del 800 al 1000-a050 d.C. y, del 1000 al 1300”.
En cuanto al descubrimiento, dijo que da cuenta “de un asentamiento original. Sería importante que se pudiera trabajar en un proyecto en el que se pudiera extraer información de esta subestructura”.
NOVEDADES METODOLÓGICAS. En su turno Gerardo Cifuentes Nava habló de las nuevas formas de llevar a cabo la investigación, pues “tradicionalmente para los estudios de tomografía eléctrica, el dispositivo tenía que estar montado por encima del objetivo. En este caso no fue así, se colocó alrededor del objetivo”.
El investigador dijo que la tomografía eléctrica tridimensional es producto original de los investigadores de la UNAM, por lo que el Copyright “está muy avanzado”, para que “la gente la pueda utilizar y al mismo tiempo se le pueda retribuir a quienes lo hicieron y sea como una fuente ingresos para la Universidad, y así no depender tanto de los ingresos federales para llevar a cabo las investigaciones en un futuro. No digo que debiera ser así para que el gobierno pueda cortar cada vez más el presupuesto”, concluyó.