Por: José Raúl Lamoyi
Con poca o nula motivación para emprender alguna actividad física o intelectual, comencé a hurgar entre las publicaciones de mis contactos en Facebook y hallé el siguiente meme: un recuadro dividido en tres secciones dispuestas horizontalmente; la primera nos dice que la «h» en lengua española es muda; la segunda, que algunas letras del inglés carecen eventualmente de sonido; la tercera, presenta un perfil bien conocido por quien suscribe, junto a una frase que reproduzco a continuación: «En el francés, todas las letras carecen de sentido, como cualquier ser viviente…»
Ignoro si mi contacto, o quien lo elaboró, lo compartieron con plena conciencia de sus implicaciones. Yo creo haberlas inferido en las páginas de La peste. En la novela es evidente la evolución de la filosofía del absurdo perfilada por Camus en sus obras precedentes, El extranjero y El mito de Sísifo, las cuales pormenorizan una confrontación individual: la interrogante del hombre (¿qué sentido tiene la existencia?) versus el silencio de la creación, y por consiguiente, la ausencia de respuesta. En La peste, la experiencia se vuelve colectiva, involucra a la humanidad entera, y el único recurso con el que se cuenta para sostener la denuncia contra esta situación injusta, desventajosa y desesperada, es la vida, razón por la que se debe hacer todo lo posible para conservarla. Pero entre los individuos existe la imposibilidad de comunicarse plenamente y establecer acuerdos a través del lenguaje, lo que dificulta dicho propósito y hace a este ser viviente (el francés) «carente de sentido».
Durante una epidemia de peste bubónica y pulmonar, la ciudad de Orán es puesta en cuarentena. Del exterior llegan alabanzas que pretenden exaltar el coraje de los pobladores que luchan por sobrevivir. Al estar escritas y dichas en el «tono de la epopeya y el discurso brillante», el doctor Rieux valora que los hombres del exterior sólo pueden «expresarse en el lenguaje convencional» incapaz de «aplicarse a los pequeños esfuerzos cotidianos». Contrasta esta manera de proceder con la de otro personaje, el burócrata Joseph Grand quien, pese a sus limitaciones en el uso del idioma, realiza una mayor aportación a la causa mediante actividades honestas y desinteresadas, involucradas indirecta, pero sustancialmente, en el combate contra la enfermedad.
Camus podría estar diciendo que son las acciones solidarias las que importan, y, como se averigua en las páginas de la novela, que posiblemente los únicos recursos para conseguir la convivencia entre los hombres, y afrontar los males que le aquejan, sean la comprensión y la simpatía. Cualquier discurso medianamente elaborado es, llegados a este punto, superfluo.
En mi opinión, esta actitud moralizante no está alejada de la realidad. En una sociedad en que la literatura es vista como un producto de consumo, que debe cumplir ciertos principios estéticos que pretenden suprimir, en primer término, las inclinaciones moralizantes, las palabras de Camus tienen, cuando menos, tanta vigencia como en su tiempo. El compromiso del artista es con la sensibilidad, suele escucharse por todos lados, lo cual propicia la proliferación de las formas sin contenido. Se quiera o no, muchas de las grandes obras universales son moralizantes, dejan una enseñanza y transmiten verdades que de otro modo no podrían difundirse. Los términos «visión del artista», «visión del lector» y «subjetividad» no hacen más que intentar encubrir, falazmente, esta verdad. Incluso cuando Octavio Paz dice que el poeta escribe poesía de poeta y no de profesor, predicador o inquisidor, cae en una paradoja, porque la declaración de esta supuesta máxima obedece, en sí misma, a una tendencia a la censura que intenta marginar a la moral de la literatura: para que haya plena libertad y se rinda culto pleno a la subjetividad, debe dejarse incluso la censura de la censura y permitir que, quien quiera cultivarla, la cultive. Ya el lector decidirá si desea, o no, ser aleccionado, como cuando se asoma a las obras de Nietzsche, Dostoievski y Camus.
Enfatizo una vez más la inutilidad del lenguaje frente a la utilidad de las acciones, abordada por Camus en La peste, y que a mi parecer el meme hallado en Facebook sintetiza; aclaro que el autor escribía por un sinnúmero de razones, entre las cuales estaba promover la solidaridad entre los individuos para preservar la vida.
Lengua
Edmundo Juárez Cadena
Arrojemos la lengua tan alto como pájaro que desaparece en el cielo
que hable tan fuerte como estrépito de tormenta,
que se embriague con licor de libertad.
Hay que sumergirla en el río que arrastra mariposas
que devore todas las palabras que tengan flores,
y discurse con millones de palabras.
No importa que deshidratada quede al no tener frenillo
(hace siglos que las lenguas barbajanes
fueron echadas al cenote del olvido
con una cadena por acompañante
para que no asomen ni la punta a la superficie).
Guardemos la lengua en el calendario hasta que le arribe un buen verano,
hay que pasearle de noche junto a la estrella fugaz que estalla,
que predique en lo más alto de las iglesias;
que se estire alrededor del cuello para impedir el paso a las hormigas que se comen los cráneos.
Hay que presentarle a no cualquiera de su especie
para mejorar la raza.
Que no permanezca atisbando el fogón de las tortillas.
Solo apenas lo necesario,
que descanse tres horas al día.
Hay que bañarla con agüita de lluvia
tallarla con barro para salvarla de las canas
de la flacidez
de los turbios sueños que podrían enloquecerla cada vez que comparta la boca.
Al final de la lluvia
Edmundo Juárez Cadena
Al final de la lluvia
el agua todo corroe a su paso
las humildes casas
los autos compactos,
en desquiciada carrera al río
atraviesa con estrépito el camposanto
remueve criptas
deja lodo en los floreros
despierta a los gusanos.
Al final de la lluvia
los “caminos de agua” son trampas de arena fosforescente
característica que brinda la ceniza de los muertos
enloquece a los chiquillos que saltan cual fieras a la calle
tienen por competencia
recoger dientes,
molares
e incisivos
rótulas,
meniscos.
No es difícil pensar que más de un ancestro
o de un vecino
se encuentra de nuevo tirado por la calle
como recién muerto o recién parido
esparcido a la buena de dios,
y por seguridad
los vecinos usamos caites, chanclas, trapajales.
Nunca andamos descalzos
alguien podría en funesto accidente
enterrarse una astilla de cráneo o de costilla.
por eso los fuereños son fácilmente identificados
caminan sin mirar abajo
usan botas, medias botas o botines de tacones muy altos
prefieren saborear plástico vulcanizado
que exfoliarse los pies con nuestros antepasados.
Nunca dejará de caer sobre nosotros la lluvia
si es mucha
no sana
si es poca
no ayuda en nada,
eso pienso cada vez que se desborda el río,
cuando observo a las animas jugar matatena con pedazos de mis abuelos
y trato de adivinar quién de ellos perdió su vida apostando descarnados dedos
como los míos que de tanto escribir
han perdido peso y su poca suerte.
Ensayando el ensayo
El jueves 2 de marzo dará inicio en la Escuela de Escritores “José Gorostiza” el curso Ensayando el ensayo. Su maestro, el poeta Héctor de Paz, plantea los propósitos generales del curso:
“Es un acercamiento participativo a la lectura y creación de textos ensayísticos, para lo cual los participantes entrarán en contacto con el ensayo como género literario y académico que permite tratar una gran variedad de temas y miradas sobre la realidad, profundizando en la naturaleza del texto ensayístico y en las múltiples posibilidades y desafíos que supone para el lector y el escritor.
El curso-taller está dirigido a quien desee indagar en uno de los géneros más dúctiles, libres y gozosos para así conocer y reconocer sus posibilidades expresivas a partir de lecturas y propuestas de trabajo que se irán planteando en cada sesión junto a las consideraciones teóricas que abordarán las claves de este tipo de expresión.
Además, por las características propias del curso-taller se realizará un intenso trabajo de escritura, revisión, corrección y comentario de los ensayos en una modalidad de taller literario, lo que permitirá a los participantes iniciarse en un proceso de continua exploración y reflexión, al tiempo que desarrollan su imaginación, intuición y capacidad expresiva.”
Las inscripciones están abiertas para todo público mayor de 15 años. Mayores informes al correo escuelaescritores@hotmail.com