La falta de inversión ha llevado a que los sistemas de agua potable y saneamiento en el país operen con números rojos, que la infraestructura haya rebasado su vida útil y que la red tenga por lo menos un 40 por ciento de fugas, señaló Roberto Olivares, director general de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento de México (ANEAS).
En entrevista, Olivares lamenta que la gente no advierta el costo que implica tener agua potable en su casa y que prefiera pagar una caguama que un metro cúbico de agua (mil litros), cuyo precio es similar, unos 35 pesos.
El ingeniero civil asegura que actualmente no está equilibrado el precio por los servicios de agua con los costos que implica prestar el servicio.
“Hay muy altos costos y hay muy pocos insumos, pocos recursos, y esta ecuación que está desbalanceada nos repercute y nos hace determinar que los sistemas de agua del país, la mayoría, están en números rojos”.
El abasto de agua potable en México tiene tres grandes gastos, señala el también integrante del Colegio de Ingenieros Civiles de México: uno, la operación del día, que involucra insumos para purificar el agua, potabilizarla y conducirla y tratarla, lo que implica pago de electricidad, pago de sueldos y pago de derechos de agua.
Dos, sustitución de infraestructura, dar mantenimiento a la misma y reemplazar equipo obsoleto, para lo cual “no tenemos dinero”.
Tres, responder al crecimiento poblacional, que demanda desarrollo de nuevas redes, nuevos equipos, nueva infraestructura.
“A pesar de la difícil situación, nosotros todos los días damos servicio de agua a la población en las mejores condiciones que podemos”, expresó Olivares.
Tras asegurar que los sistemas de potabilización de agua cumplen con la NOM 127 que garantiza la calidad del líquido, Olivares refirió que un concepto de gestión integrada del recurso hídrico, es tomar el agua de un río, un arroyo, un lago o del subsuelo, bombearla, potabilizarla, conducirla a la red primaria o secundaria, llevarla a las tomas domiciliarias, sacarla de las casas, tratarla y depositarla donde corresponda.
Todo el proceso, dijo, “podría costar alrededor de 30, 35 pesos por cada metro cúbico. El promedio de la tarifa actual es de ocho pesos, entonces en México hay un déficit abismal, y hay una diferencia en la que alguna parte se cubre con subsidio”.
Enfatizó que la falta de inversión ha generado que algunas redes de agua potable tengan una antigüedad de 30 a 50 años, por lo que en gran parte hay fugas.
“Un 40 por ciento (de agua) se pierde por fugas. Yo diría que el 40 por ciento es un dato estadístico, pero ya hay lugares en donde ha avanzado (el problema) y si no se invierte en sustitución de infraestructura, seguramente llegaremos al 50 por ciento en menos de cinco año, y en diez años a 60 por ciento.
“Éste es un tema que se ha dejado suelto, aunque la Ley de Aguas Nacionales se refiere al del agua como un tema prioritario, de seguridad nacional, no apreciamos un interés por invertir y por generar recursos para infraestructura”, señaló.
BUENAS INTENCIONES. De acuerdo con el Programa Nacional Hídrico 2014-2018, emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el Estado enfrenta un enorme reto para que los municipios provean a la población los servicios de agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de sus aguas residuales, y cumplir con el derecho humano al agua, que se refiere al acceso de agua suficiente, salubre, aceptable y asequible.
Parte de la población rural, señala el Programa, está dispersa en pequeñas localidades; por ello se impulsará el desarrollo de sistemas alternativos para acercar el agua a través de hidrantes públicos y captaciones pluviales, y se impulsará el saneamiento básico.
La meta, en la presente administración, es ampliar la cobertura de agua potable al 94 por ciento; alcantarillado y saneamiento básico al 93 por ciento, y desinfección al 99 por ciento, lo que representará incorporar a cerca de ocho millones de personas al servicio de agua potable y a 8.5 millones al de alcantarillado. Como parte de la estrategia, el Programa establece crear infraestructura para aprovechamiento de nuevas fuentes de abastecimiento; ampliar y mejorar el uso de fuentes de agua alternativas como la desalinización y cosecha de lluvia, así como fomentar que la definición de tarifas de agua potable, alcantarillado y saneamiento siga criterios técnicos, financieros y sociales.
A decir de Olivares, no se trata de regalar el agua, como pretende el “imaginario colectivo”, sino de establecer una tarifa asequible, donde se imponga un subsidio a quien lo requiera, y que además las autoridades se responsabilicen en invertir en infraestructura y mantenimiento.
“En México, uno piensa que el agua la envía Dios, que el agua la manda la lluvia, ¿y por qué no la colectan cuando llueve? O mucha gente piensa que es una prestación de un orden de gobierno, es decir, que el municipio está obligado a darla y que la entidad, el Estado, también la tiene que dar, o la propia Conagua, o sea la Federación. Esa incultura, esa idea, nos tiene en una situación de adversidad”, expresó.
El Programa Nacional Hídrico 2014-2018 también indica que mejorarán las eficiencias de los servicios de agua en los municipios, como lograr eficiencia física en el suministro de agua en las poblaciones; mejorar los sistemas de medición en los usos público urbano e industrial; mejorar el desempeño técnico, comercial y financiero de los organismos prestadores de servicios de agua y saneamiento, y apoyar o crear organismos metropolitanos o intermunicipales para la prestación de los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento.
Actualmente, refiere Olivares, “hay un abandono total por parte del municipio para los sistemas de agua; algunos de esos municipios son responsables, pero lamentablemente en sus tres años (de gobierno) solamente pueden generar apoyos, luego viene un cambio de administración y nadie se preocupa por invertir”.
PROYECTOS. México necesita asegurar el abasto de agua para ésta y las generaciones futuras, señala la Comisión Nacional del Agua (Conagua), de tal manera que el recurso se constituya en una fortaleza que propicie el desarrollo económico, social y sustentable del país.
En su plan de Proyectos Estratégicos de Agua Potable, Drenaje y Saneamiento, como parte del Programa Nacional de Infraestructura 2014-2018, la Conagua da a conocer algunas obras lideradas por la propia Comisión y otros por los gobiernos locales, con el apoyo técnico y financiero del gobierno federal.
Se trata de proyectos de acueductos, presas, saneamiento y desalinización, así como algunos exclusivamente para el Valle de México que llevan tiempo en proceso de construcción, como el Túnel Emisor Poniente.
Entre los cuatro proyectos de saneamiento está la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) La Paz, que está en proceso de construcción y lo ejecuta la Conagua que, a precio del 2015, tiene una inversión de 443 millones de pesos.
Otro proyecto, en Atotonilco, está en “pruebas y estabilización” y tiene una inversión, a precios del 2014, de nueve mil 564 millones de pesos.
Los dos restantes, que serán ejecutados por el estado y municipio, del que no se define el lugar, están uno en proceso y otro en estudio.
Olivares refirió que, de acuerdo con la Conagua, el 95 por ciento de la población tiene agua potable, ya sea que se entregue a través de las tomas domiciliarias, que es la mayoría, o tomas comunitarias o por pipas.
El cinco por ciento restante, dijo, no tiene acceso al agua potable porque se ubica en lugares inaccesibles, como las zonas serranas, o aisladas, donde costaría diez veces más llevar el agua.
DESABASTO. Olivares dijo que cada vez hay menos agua disponible para consumo humano y la que existe esta cada vez más contaminada.
“Por eso se habla que el 80 por ciento del agua que se consume en las ciudades cuando menos es agua que se extrae del subsuelo y eso es peligroso, porque se sobreexplota el subsuelo y no se permite la recarga; estamos hablando de poder entrar en una crisis mucho mayor, con problema para tener disponibilidad, y los procesos son cada vez más complicados, cuesta mucho más poder procesarla.
“No nos vamos a quedar sin agua, porque cuando menos tenemos agua de los mares, pero eso cuesta (la desalinización)”.
PROMESAS VANAS. Enfatizó que los operadores de agua en el país tienen que enfrentarse a que en México el agua no tiene valor y mucho menos un valor económico.
Dijo que el que alguien no pueda pagar el agua no quiere decir que la desperdicie.
“No es que no se pueda pagar, acabo de estar en Tlaxcala, están diseñando el programa de gobierno, el plan de desarrollo estatal, y ellos cobran cada dos meses 30 pesos, cuota fija. ¿Sabe cuánto cuesta una caguama? 35 o 40 pesos.
“La gente puede pagar, pero hay un mal hábito. Es lo último en lo que piensan. ¿Por qué no hacen lo mismo con el celular, con el gas, con la electricidad? Son malos hábitos, mala información, un mal manejo político, y hay un abandono por parte de los órdenes de gobierno, concretamente el municipio”.
Mencionó que se requiere una política pública que defina con claridad cuál es la posición del Estado.
También se necesita, añadió, un presupuesto adecuado y programas que sean supervisados, transparentes y con rendición de cuentas.
Y consideró que los políticos deben dejar de hacer promesas, tomando el agua como anzuelo para captar adeptos.
“Un candidato en campaña ofrece a sus votantes más agua, de mejor calidad a menor precio, gratis. Ese individuo exactamente no sabe de qué está hablando, (lo que dice) se podría etiquetar como un fraude, toda vez que está alejada de la realidad la persona que hace esa promesa.
“O (se recibe) una nota, una llamada, del presidente municipal que dice: oye, hay que condonar el agua al párroco, hay que condonarle a las escuelas. Los políticos hacen caravana con sombrero ajeno y todo mundo está, inconsciente o conscientemente, abonando a que esto sea una bomba de tiempo y un problema severo en nuestro país”, expresó Olivares.