Culturarte: Tabasco, la provincia primogénita

Por: María Elodia Zurita Argáez

¡Hoy también es un gran día! Como es sabido por todos el nombre del estado proviene del gobernante Tabscoob, de hecho existe un monumento en la ciudad de Villahermosa dedicado a su memoria. El 16 de Abril de 1519 marca la fecha exacta cuando el cacique Tabscoob y todo su séquito, se presentaron ante Cortés y juraron lealtad y sujeción a la Corona española, y como era la tradición indígena el cacique le obsequió al conquistador 20 esclavas, entre quienes se encontraba una, que él mismo había recibido como tributo unos años antes como resultado de la victoria obtenida en la guerra en la que había derrotado a los Xicalangos: nada menos que Mallinalli, la interprete que sería de gran utilidad a los españoles durante la conquista.

Un año antes el español Juan de Grijalva y el cacique Tabscoob habían intercambiado obsequios: él cacique le entregó unas láminas de oro en forma de armadura y unas plumas, mientras que Grijalva le regaló a Tabscoob, su jubón de terciopelo verde.
Al llegar Hernán Cortés a la desembocadura del río Grijalva, decidió dejar anclados sus barcos y en los bateles se internó por el río, en busca de la gran ciudad de indios; desembarcó en el lugar llamado Punta de los Palmares, justo en la desembocadura del río. Cortés les dijo a los indígenas por medio de un traductor que «no les haría ningún mal, que venían en paz y que solo querían hablar con ellos». Pero viendo Cortés que los naturales seguían amenazantes, comenzó a planear la forma de atacar la población de Potonchán (ahora Tabasco); para esto les hizo Cortés un «requerimiento» delante de un escribano del rey, llamado Diego de Godoy, para que los dejaran desembarcar, levantándose así la primera acta notarial en México.

Ante la negativa de los indígenas, Cortés decidió atacarlos, iniciándose el combate. Las huestes de Tabscoob y Cortés se enfrentaron y estando en pleno combate, llegaron por la parte trasera de la población indígena, los refuerzos al mando de Alonso de Ávila, haciendo huir a los nativos, consumándose así la toma de la población por parte de los conquistadores españoles.

La Batalla de Centla, que sería la primera gran batalla de los conquistadores españoles en lo que más tarde sería la Nueva España, fue el resultado del poderío de las armas de fuego de los españoles y el miedo que provocó en los indígenas la aparición de la caballería (era la primera ocasión que se usaba el caballo en una batalla en América) lo que a la postre le dio la victoria al ejército español. Al terminar la batalla, Cortés se dirigió a la plaza principal de la ciudad maya de Potonchán en donde se encontraba una gran ceiba, sacó su espada y dio dos golpes sobre el tallo de la ceiba, tomando posesión de estos territorios a nombre de los Reyes de España y fundó la Villa Santa María de la Victoria, convirtiéndose en la primera población española en México.

Posteriormente, Cortés mandó a buscar a las autoridades indígenas, a quienes les indicó que deberían convertirse al catolicismo y para tal efecto, se realizó la que fuera la primera misa cristiana del continente, oficiada por Fray Bartolomé de Olmedo, en donde los españoles dieron gracias a Dios por haber triunfado en la batalla y además se procedió a bautizar a los indígenas; fue el encargado también de bautizar el 17 de Abril a las veinte esclavas de Hernán Cortés, entre las cuales estaba la Malinche, que al ser cristianizada recibió el nombre de Marina. Fueron éstas las primeras mujeres bautizadas que hubo en la Nueva España.
Cortés abandonó la villa a las pocas semanas, quedándose un grupo de soldados españoles, dejando una gran cruz de madera, así como un estandarte con la imagen de la Virgen María para ser venerada, y partió hacia «Culua» (hoy San Juan de Ulúa, Veracruz) en busca de riquezas.

Sin embargo, la conquista de Tabasco estaba muy lejos de lograrse completamente, ya que los indígenas se rebelaron en muchas ocasiones más contra los españoles (tendrían que pasar 45 años de luchas y campañas).

Un hombre muere en mí siempre que un hombre/ muere en cualquier lugar, asesinado por el miedo y la prisa de otros hombres. /Un hombre como yo; durante meses en las entrañas de una madre oculto; /nacido, como yo, /entre esperanzas y entre lágrimas, y -como yo- feliz de haber sufrido,/triste de haber gozado ,/Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño…Fragmento del poema Civilización de Jaime Torres Bodet

¡Que esta sea una productiva semana para todos! La ciencia nutre la mente, la religión alimenta el espíritu, el arte enriquece el alma. Facebook: Mary Zurita. Correo: maryzurita2006@yahoo.com.mx

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