Pilota quiere casarse y tener hijos

Ella es esbelta y luce una juventud engañosa. Si usted, amigo lector, la ve pasar por la calle, aseguraría que tiene máximo unos 20 años. Se llama Kitzia Mayett Barrera, tiene 28 años y es piloto aviador de Aeroméxico Connect.

Hay pasiones, dice, que por más que uno las quiera postergar, quizá olvidar, simplemente ahí están en tu alma, y en el momento menos inesperado brotan, te invaden el alma y entonces te das cuenta que naciste para eso, y es algo que no puedes negar ni controlar, mucho menos evitar.

En entrevista con Crónica, en las instalaciones del Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM), Kitzia cuenta que el gusto por la aviación le viene de familia, al lado de su padre, el capitán Eric Mayett Moreno, también piloto de Aeroméxico, y así conoció y vivió lo que hoy es su mayor pasión: volar aviones.

Pese a ser una profesión muy demandante, la joven piloto aviador llegó a pensar que no tendría tiempo de conocer el amor, o que quizá no encontraría un hombre que entendiera esa pasión que le llena el alma, y que eventualmente se quedaría sola, pero eso no le importó. Se dejó llevar y ya tiene cuatro meses volando.

Orgullosa, luce en su blusa las tres barras charreteras que la distinguen como primer oficial, muestra de que su mayor sueño se ha cristalizado. La experiencia comienza a acumularla en la misma aerolínea donde trabaja su padre. Al mes, vuela 15 días y, durante estas dos semanas, al día realiza en promedio entre cuatro o cinco tramos, es decir, vuelos entre ciudades.

Recuerda que desde muy pequeña acompañaba a su papá en su trabajo, y tomada de su mano comenzó a tener las primeras experiencias dentro de la aviación. Al terminar la preparatoria, se sintió todavía muy joven para seguir los pasos del capitán Mayett Moreno y optó por estudiar la licenciatura de Creación y Desarrollo de Empresas. Al terminar sus estudios, un día acompañó a su papá a una sesión de simulador, “y ahí me di cuenta que el amor que yo sentía por la aviación seguía ahí. Entendí que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida y entré a la escuela de aviación”.

Ser piloto aviador no es cosa sencilla, dice, y aunque es una carrera en la que la participación de las mujeres es mínima (alrededor del cinco por ciento de todos los pilotos aviadores son mujeres), sus compañeros le han dado buen recibimiento, pero también ha aprendido a ser amable, educada, pero muy reservada.

Ésta es una carrera que disfruto todos los días de mi vida, “nunca te la crees. Todos los días llego al trabajo y yo al menos me doy cuenta que no somos lo máximo. Cada día hay algo por aprender, hay que estudiar mucho y estar preparados siempre, porque ningún vuelo es igual. Todos los días son un reto”.

VOLAR CON SUS PROPIAS ALAS. Kitzia no deja de sonreír durante toda la entrevista: emana alegría, orgullo, emoción y cuenta que la primera vez que voló sola en el aeropuerto de Acapulco, la adrenalina y excitación le duró varios meses. “Lo juro de verdad, traía una felicidad intensa”.

“Hicimos un sobrevuelo (maniobras alrededor de la pista, despegue y aterrizaje) y cuando mi instructor me dijo: ‘aquí espérate tantito’ y me dejó sola en el avión, lo único que pude pensar fue ‘si él piensa que ya estoy lista, es que lo estoy’, y ese nerviosismo es bueno, porque no te da un exceso de confianza”.

TODO LO PUEDES HACER, LE DECÍAN. Kitzia admite que ella y su hermana mayor crecieron con total libertad, “nunca hubo una voz que dijera: ‘no te comportes así, o, eso no es de niñas’, siempre me dieron la confianza de que yo podía hacer todo lo que quisiera”. Incluso aprendió a hacer cosas de niño, porque era el tiempo que pasaba con su papá, pero con el tiempo, admite, se dio cuenta que sus papás simplemente las prepararon para el futuro. “Quizá no sabían cómo iba a cambiar el mundo, pero sí nos prepararon para lo que viniera”, dice.

EL ORGULLO DE SU MAMÁ. La joven piloto aviador, con apenas cuatro meses operando vuelos comerciales dentro del territorio nacional, cuenta que la primera vez que su mamá la vio con el uniforme “se le veía radiante, la emoción se le desbordaba por los ojos y sí, lloró de emoción. Recuerdo que nos tomamos una fotografía y mi mamá brillaba, como si hubiera sido ella la que hubiera volado. Yo creo que se veía realizada en mí”.

LOS RETOS POR SER MUJER. Cuando tenía 14 años, relata, conoció a quien fue su primer amor, la vida los llevó por caminos distintos y los volvió a reunir. Hoy ya planean casarse, y quizá tener hijos en dos años. Y lo que más le gusta es que él westá plenamente consciente de la importancia que tiene la aviación para Kitzia, profesión a la que quiere dedicarse hasta jubilarse, y suelta una risita nerviosa, “o por lo menos a los 50 o 55 años”.

Kitzia se confiesa enamorada, aun cuando ella misma pensaba que no encontraría a nadie que la comprendiera, y que aun así preferiría quedarse sola en el terreno sentimental antes que renunciar a su profesión, sin embargo, el amor de ese joven empresario es quien le recuerda a la piloto que ella es terrenal, “en el medio decimos que necesitamos de los mortales, porque aquí muchos pensamos que somos inmortales”.

LAS MUJERES PODEMOS SER TODO. Alguna vez escuchó un comentario de un conocido en el sentido de que las mujeres no podían hacer ese trabajo de hombres, y que “no eran lo suficientemente inteligentes, y no es así, porque la aviación reúne muchas cualidades, no sólo es el gusto por volar, debes ser paciente, perseverante, poner mucho empeño y estudiar constantemente.

“Debes saber de memoria los sistemas de los aviones para estar preparado ante cualquier eventualidad, siempre hay que tener presentes todos los manuales y las guías, para en caso de alguna falla, poder resolver el problema rápido, ya que en aviación no se puede perder el tiempo.

EL VUELO DE SUS SUEÑOS, CON EL CAPITÁN DE SU VIDA. Kitzia no ve lejano el momento en el que pueda hacer el vuelo de sus sueños a Australia, que es uno de los trayectos más largos, quizá en cinco años estará haciendo ese vuelo trasatlántico.

“También me encantaría, volar con mi papá, aunque ya no lo alcanzo por el tipo de avión que el tripula, además de que ya se jubila el próximo año”, confiesa, y se queda ella con esos dos sueños en la mente, segura de que con lo perseverante que es, ese día llegará, y también alcanzará esos dos sueños.

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