Las 24 horas del día, grupos de paramédicos rescatistas se encuentran en el centro de control de la Cruz Roja ubicada en la Av. Sandino, ellos atienden de inmediato las urgencias que llegan, aunque su labor no es ampliamente reconocida, la desempeñan con profesionalismo y pasión.
Desde muy temprano inicia el primer turno, jóvenes voluntarios acuden con gusto a las instalaciones, dicen que les apasiona “rescatar vidas”, debido a que no son empleados formales ni reciben un salario, su esfuerzo muy pocas veces es apreciado como debería serlo.
Al pasar un día con ellos en la estación de monitoreo se puede apreciar la camaradería que existe en el grupo, mientras esperan una llamada de emergencia aprovechan el tiempo para desayunar, platicar y hacer labores de mantenimiento en las oficinas, además de lavar las ambulancias.
Ellos son los que salvan vidas pero nadie los salva de los peligros a los que se enfrentan. Muchas veces al llegar a atender una emergencia los insultan o agreden físicamente, aunque no tengan la culpa, algunas personas los reciben con coraje por no llegar a tiempo, lanzan piedras a las unidades y los ofenden. Estas personas desconocen las dificultades que ellos tienen que sortear para llegar de un extremo de la ciudad a otro. El rol del chofer también es muy importante, ya que es el encargado de llevarlos al lugar en el menor tiempo posible.
La mayoría de los rescatistas son jóvenes apasionados que disfrutan su labor, cuando suena la alarma de la estación de monitoreo la adrenalina se dispara en ellos.
Una de las peores costumbres de la ciudadanía son las llamadas falsas, miles de pesos se pierden anualmente en gasolina por atenderlas, en las ocasiones más sorprendentes resultan ser adultos que juegan con sus hijos. Debido a esta problemática la institución está coordinada con Base 4 para monitorear las llamadas y verificar que la información sea verídica y evitar que las unidades salgan cuando no es necesario.