Da Nang, Vietnam, fue la sede de la más reciente reunión del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés). La ciudad prácticamente funciona como un parque de playa lleno de complejos turísticos donde una habitación cuesta 700 dólares por noche. También son famosos sus campos de golf con altas palmeras que Trump podría codiciar para su propio imperio inmobiliario.
Da Nang también fue, en marzo de 1965, el lugar donde 3,500 infantes de marina llegaron como las primeras tropas de combate regulares para combatir a los vietnamitas, conflicto que duró una década y terminó con la ignominiosa retirada de Estados Unidos como un país derrotado y dividido.
En la actualidad la guerra en Asia que a menudo consume a la Casa Blanca de Trump, es económica. Muchos de los principales asesores de Trump consideran a Beijing como un rival económico depredador que, durante demasiado tiempo, burló un sistema internacional mal equipado para hacer frente a su tipo de mercantilismo subsidiado por el estado.
“Tenemos déficits comerciales con China que se encuentran por las nubes”, dijo Trump a la prensa. “Son tan grandes y tan malos que da vergüenza decir cuál es la cifra”. El número que le da vergüenza decir al presidente de EU es de 274,000 millones de dólares (mdd), el tamaño del déficit comercial con China en bienes durante los primeros nueve meses de 2017.
Desde Asia hasta Europa y América Latina, otros países alcanzan acuerdos comerciales y comienzan negociaciones a un ritmo acelerado. Se espera que Japón, Canadá, México y otros ocho países que permanecieron en el Acuerdo Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) continúen con él.
También en Filipinas se espera que los líderes de 16 países —entre ellos China, India, Japón y Corea del Sur— declaren avances hacia un acuerdo que, si tiene éxito, los aranceles caerían un cuarto de la economía mundial. El vehículo para eso es la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) encabezada por Beijing, de la que alguna vez se burlaron los funcionarios estadounidenses al considerarla como un torpe esfuerzo por ponerse al día con los planes de Washington para escribir las reglas de la región.
A pesar de que se considera a sí mismo como el amo de la negociación, se espera que Trump salga de Asia, una región que conlleva las esperanzas futuras de muchas empresas estadounidenses sin ofrecer ninguna nueva iniciativa comercial sustancial.
Japón continúa resistiendo los acercamientos de EU para comenzar las conversaciones bilaterales. Otros miembros del TPP, con quienes Washington está ansioso por lograr pactos bilaterales, como Vietnam, igualmente se muestran poco entusiastas.
“No es el momento adecuado para iniciar nuevas negociaciones comerciales ambiciosas con EU”, dijo Lee Hsien Loong, primer ministro de Singapur, miembro del TPP, durante una reciente visita a Washington. “Creo que la administración Trump cree que, bilateralmente, son más grandes que cualquier otro socio que se presente y, por lo tanto, conseguirán un mejor tratado. Como resultado, no creo que muchos socios estén dispuestos a negociar bilateralmente con ustedes”.
28 países europeos podrían ser solo los enlaces comerciales de EU.
No es solo un fenómeno asiático, El Reino Unido, alguna vez entusiasta de cerrar un acuerdo con Trump después del Brexit, comienza a mostrar signos por reducir sus expectativas. Los funcionarios de la Unión Europea (UE) desestiman cualquier idea por reanudar el trabajo sobre la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión que alguna vez fue el proyecto comercial más ambicioso del bloque. Señalan que la impopularidad de Trump en Europa es un gran obstáculo para un acuerdo que ya cuenta con una oposición generalizada en el Viejo Continente.
En cambio, la UE ahora se centra en cerrar acuerdos con otras economías importantes como Japón y bloques comerciales como el Mercosur e iniciar nuevas negociaciones con Australia y Nueva Zelanda. También fortalece los lazos en el patio trasero de EU. Después de cerrar un acuerdo comercial con Canadá, ahora también se encuentra en una renegociación y actualización con México.
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“Es el mensaje general que presenta este dilema de Trump”, dice Rufus Yerxa, presidente del Consejo Nacional de Comercio Exterior (NFTC, por sus siglas en inglés), un grupo de cabildeo empresarial en Washington. “Todos los demás avanzan en la integración comercial mientras EU trata de desacelerar”, dijo el también exfuncionario de alto nivel estadounidense.
La necedad en el TLCAN y otros
Una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 23 años de antigüedad con Canadá y México, que comenzó en agosto, ya degeneró en un amargo enfrentamiento sobre las propuestas estadounidenses. El equipo de Trump también se enfrenta a la oposición tanto de la comunidad empresarial como de su propio partido en el Congreso, que están alarmados por sus amenazas de retirarse del pacto.
El presidente estadounidense también ordenó la renegociación de un pacto comercial con Corea del Sur, incluso mientras trabaja con Seúl para enfrentar la amenaza nuclear de Corea del Norte.
Contra China
La Casa Blanca promete nuevas acciones contra China. Las personas dentro de la administración describen a Beijing como reacio a involucrarse en asuntos comerciales bilaterales importantes y lo acusan de lentitud en la adopción del tipo de reformas necesarias para convertirse en una economía de mercado plena. Los funcionarios de EU dicen que les decepciona la falta de cumplimiento de Beijing de algunos de los compromisos que asumió tras la cumbre en EU de abril entre Trump y Xi Jinping, su homólogo chino.
La administración ya inició una investigación sobre las prácticas de propiedad intelectual de China y también analiza las importaciones de EU de aluminio y acero. Al mismo tiempo, a los funcionarios estadounidenses les molesta la forma como Xi busca, desde la elección de Trump, posicionarse como el defensor de un orden internacional de comercio abierto alguna vez encabezado por EU.
El plan aún es vago, pero altos funcionarios del gobierno dicen que se impulsarán los intereses comerciales tradicionales de EU, como construir alianzas para ayudar a que las empresas estadounidenses y extranjeras obtengan un mayor acceso al mercado chino. También insinuaron una alianza con Japón para realizar proyectos de infraestructura de “alto nivel” en toda Asia en la iniciativa apenas develada “Belt and Road” de Mr Xi para resucitar la Ruta de la Seda entre Asia y Europa.
Los críticos señalan que gran parte de lo que busca la administración Trump ya se incluía en el TPP, que el presidente Barack Obama convirtió en la columna vertebral económica de su giro hacia Asia, uno de los principales proyectos estratégicos de su administración. El TPP tenía como objetivo, ante todo, adelantarse a China y establecer lo que eventualmente se convertiría en reglas de comercio global para cubrir todo, desde los flujos de datos hasta el comportamiento de las empresas estatales.
Pero Trump y sus asesores continuaron despreciando el pacto. El acuerdo final del TPP, argumentan, se diluyó demasiado debido a la docena de países involucrados. Por esa razón, sostienen, los acuerdos bilaterales son más prometedores.
Así que mientras la administración Trump se centró en eliminar los acuerdos comerciales existentes, principalmente para tratar de abordar el déficit comercial de EU en productos manufacturados, el resto del mundo sigue adelante y aborda las reglas que probablemente definan el comercio para las siguientes décadas.