Estados Unidos se retiró del pacto de las Naciones Unidas para aliviar la migración mundial y la crisis de refugiados, que para el gobierno del presidente Donald Trump es incompatible con los principios y prioridades de su país sobre el tema.
En un informe, la Misión de Estados Unidos ante la ONU dijo que la Declaración de Nueva York para refugiados y migrantes, suscrita el año pasado por el gobierno de Barack Obama, contiene “numerosas disposiciones que son inconsistentes con las políticas de inmigración y refugiados de Estados Unidos».
ONU estima que más de 65 millones de personas han sido desplazadas por la fuerza en todo el mundo.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, señaló que su país «está orgulloso de nuestra herencia de inmigrantes y nuestro liderazgo moral, al brindar apoyo a las poblaciones de migrantes y refugiados en todo el mundo».
Pero agregó: «nuestras decisiones sobre las políticas de inmigración siempre deben tomarlas los estadunidenses y sólo los estadunidenses. Decidiremos la mejor forma de controlar nuestras fronteras y a quién se le permitirá ingresar al país».
Líderes mundiales y dignatarios de 193 estados miembros de la ONU adoptaron la Declaración de Nueva York para refugiados y migrantes en septiembre de 2016, con lo que se esperaba que el pacto, que tiene como objetivo facilitar la migración segura y ordenada en todo el mundo, entrara en vigor en 2018.
El texto presenta un marco para la cooperación internacional integral sobre migrantes, establece una serie de compromisos viables y aborda cuestiones tales como la protección de la seguridad, la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de los migrantes.
La misión de los Estados Unidos ante la ONU informó al secretario general Antonio Guterres sobre su decisión de retirarse del proceso el próximo sábado, antes de una reunión internacional sobre el pacto mundial para la migración en México.
Durante su campaña electoral, el presidente Trump advirtió que los refugiados permitidos en los Estados Unidos podrían convertirse en un gran «caballo de Troya» que podría dañar a ese país si no se controla.
A principios de este año, el gobierno de Trump suspendió la entrada de inmigrantes de varios países de mayoría musulmana e impidió el ingreso de todos los refugiados a los Estados Unidos.
La prohibición a los refugiados terminó en octubre pasado y Trump permitió la reanudación de las admisiones, pero con nuevas medidas de detección.
En septiembre pasado la administración también sugirió limitar el número de refugiados admitidos en el país el próximo año a 45 mil, un recorte dramático en el número de solicitudes procesadas por los Estados Unidos en los últimos años.
La ONU estima que más de 65 millones de personas han sido desplazadas por la fuerza en todo el mundo, incluidos casi 22.5 millones de refugiados, un gran número de ellos en Europa.