–Comuníquese con su candidato –dice la voz de atención del INE en el teléfono de asesoría.
–¿Me comunico con Marichuy para ver por qué me marca error la aplicación de ustedes?
–Sí, por favor, su candidato debió recibir un correo cuando usted quedó registrado…
–Bueno… gracias (¿?).
No es muy probable que la pueda contactar. Es la segunda semana de noviembre de 2017 y he recibido el correo de aceptación como auxiliar de la postulante zapatista a la candidatura independiente por la Presidencia de la República, pero llegué a esa posición luego de asistir a una reunión de los grupos simpatizantes de Marichuy en la Colonia Doctores. A ella no la he visto en mi vida. Fui a la Doctores para constatar los problemas que está dando la aplicación de telefonía celular del INE a quienes quieren reunir firmas en favor de candidatos sin partido.
Salgo convertido en auxiliar de Marichuy. He prometido 500 firmas… pero, bueno, es una época en la que muchas promesas quedarán sin cumplir. Al cargar la aplicación y las claves que me han llegado por correo unos días después, no logro evitar que la aplicación del INE se obstine en informar: “Error en la inscripción”. Regreso al centro de apoyo a Marichuy y uno de los prozapatistas más avezados en temas de informática ya ha resuelto sobre la marcha este problema.
La aplicación del INE tiene que estar asociada a un Gmail o a un Facebook para funcionar, pero en muchos teléfonos el Gmail no permite iniciar los escaneos de credenciales de elector. Me llama enormemente la atención todo esto: ¿Se requiere tener esos programillas para ejercer un derecho ciudadano? ¿Quién decidió que así sea? ¿Fue un informático quien tomó, en la soledad de su cubículo, esta decisión?
“Lo necesitas para ser auxiliar”, es lo que me dice el prozapatista sin interesarse por mis reflexiones. “Si alguien tiene un celular, seguro sabe de los Gmail y de los Facebook”, es lo que leo en su mirada. Y más aún, me ve con ojos de que sabe bien que tengo un celular, de que tengo plan de datos (que necesitaré para mandar mis apoyos al INE, un gastito que no pareció preocupar a nadie en el INE).
Acepto que tengo un Gmail y que eso es lo que use para vincular mi teléfono al aplicativo del INE. Sé que puedo solucionar el problema con alterar la configuración del teléfono, pero me he acercado a mi contacto con la aspirante independiente porque es lo más parecido que puedo hacer a lo que me han ordenado en el teléfono de apoyo del INE.
“¿Tienes un Facebook o puedes abrir uno? Con Facebook no da lata”, me dice mi asesor zapatista.
Cambio entonces el Gmail por un Facebook y sí, la aplicación del INE comienza a marchar sin problema.
Comienzo la recopilación y veo cómo funciona el escaneo de credenciales de elector. Para quien ha usado determinados softweres, queda claro porqué hay tantas quejas sobre la captura de datos, pero en esto las críticas al INE son injustas. Los auxiliares creen que el escaneo “captura” los datos de la credencial y no es así, se trata de un programa en el que se genera una foto y después un programa extremadamente sencillo convierte imagen en letras y números.
Este tipo de programas es ágil pero aún muy torpe: Una clave RAOA, la puede transformar en PAOA por falta de luz, inclinación de la credencial al momento de tomar la foto o por alguna otra condición desfavorable.
Los auxiliares y los propios candidatos que se quejan de estos errores dan por supuesto que la aplicación realmente lee… y no, lo intenta, pero después cada auxiliar debería checar que los datos capturados (nombre, clave de elector, año de emisión de la credencial) para que vaya sin errores.
Pero en mi caso, la solución Facebook da resultados y comienza la casa de firmas. “¿Usted quiere apoyar que la candidata independiente Marichuy aparezca en la boleta para elegir Presidente en 2018? No es votar por ella, es expresar su deseo de que los candidatos independientes, específicamente Marichuy, aparezca junto a los candidatos provenientes de partidos”, digo en cada solicitud.
Me he convertido en un auxiliar que no es el mejor ni el más productivo, pero sin duda el más conservador de los que reúnen firmas para Marichuy. Cuando alguien sabedor de que no soy nada afin al EZLN, me pregunta por qué hago eso, le comento que en 94 estalló una guerra en una zona que yo conocía bien. Lo que ahora pasa, 24 años después, es la opción que han elegido los herederos del zapatismo, a través de una candidatura independiente. Confieso que me parece esperanzador. Eso mismo me dice un alto funcionario gubernamental que ofrece dar su apoyo a Marichuy sin que yo se lo pida.
Es probable que no llegue a reunir las 500 firmas que prometí, que Marichuy no alcance los más de 800 mil apoyos que requiere para aparecer en la boleta y que el INE no tenga una idea clara de cómo introdujo la condición Facebook-Gmail a su proceso… aún así, de una guerra en 94 a la recopilación de firmas en 2017, hay una distancia saludable.