Este 14 de febrero, Día de San Valentín, del amor y la amistad, coincide con la celebración cristiana del Miércoles de Ceniza, que es el miércoles anterior al primer domingo de la Cuaresma. El rito se cumple con el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente de los fieles que asisten a la celebración litúrgica.
Se celebra 40 días antes del Domingo de Ramos (de ahí el nombre de Cuaresma) que da comienzo a la Semana Santa. Anuncia un periodo de Cuaresma, es decir ayuno de 40 días hasta las celebraciones de la Semana Mayor, y se corresponde, bíblicamente, con la estancia de Jesús durante ese número de días en el desierto previo a su misión evangélica pública.
El Miércoles de Ceniza lo celebran católicos, anglicanos, bautistas y protestantes
Estas prácticas cuaresmales datan de fines del siglo II y principios del siglo III. Desde el año 322 existen noticias de la Cuaresma en Oriente, mientras que en Roma se celebró con seguridad al menos desde 385. En su origen, la ceremonia de la ceniza se realizaba en domingo (no en miércoles) para ajustar 40 días antes del Domingo de Ramos.
No obstante, en los siglos VI-VII el ayuno como práctica cuaresmal comenzó a cobrar mayor importancia, pero enfrentó un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en domingo, por ser éste un día de fiesta consagrado a la celebración del Día del Señor. Para respetar el domingo como día de fiesta y, a la vez, tener 40 días efectivos de ayuno, en el siglo VII se agregaron cuatro días más a la Cuaresma antes del primer domingo.
Imposición de ceniza que recuerda la vanidad del mundo (Especial)
Así se trasladó la ceremonia de inicio de la Cuaresma al llamado Miércoles de Ceniza. Son exactamente 40 los días que van del Miércoles de Ceniza al Sábado Santo, sin contar los domingos cuando no se ayuna para celebrar el Día del Señor.
Además de la celebración de los 40 días que pasó Jesús en el desierto, ese periodo también simboliza los 40 días que duró el diluvio, los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de la celebración litúrgica, se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior, y representa la destrucción de los errores cometidos, al ser quemados en fuego consagratorio.
En su origen se realizaba en domingo, pero a partir del siglo VII se trasladó al miércoles
El simbolismo de la ceniza se relaciona con el hecho de ser el residuo frío y pulverulento de la combustión, lo que persiste luego de la extinción del fuego. La ceniza simboliza la muerte, la conciencia de la nada y de la vanidad de las cosas, la nulidad de las criaturas frente a su Creador, el arrepentimiento y la penitencia.
De allí las palabras que Abraham pronuncia en el Génesis: «Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor». Y las pronunciadas por los sacerdotes al imponer la ceniza, que pueden ser una de estas dos expresiones: «Arrepiéntete y cree en el evangelio» o «Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver».
El ritual del Miércoles de Ceniza es marcado en los calendarios litúrgicos católico y anglicano, así como en diversas denominaciones protestantes (luterana, metodista, presbiteriana) y bautistas. La celebración tiene lugar en diferente fecha cada año, siempre relacionada con la también móvil celebración de la Pascua. Puede acontecer entre el 4 de febrero y el 10 de marzo.