El deshielo entre las dos Coreas se acelera a pasos agigantados, luego de la tensión acumulada en 2017 por el desafío nuclear del líder norcoreano, Kim Jong-un, y la guerra verbal que emprendió contra el presidente estadunidense, Donald Trump.
Ayer, fruto de dos días de reuniones secretas, las dos Coreas anunciaron que habían acordado celebrar su primera cumbre de líderes en más de una década el próximo abril, en la frontera.
El encuentro, que supondría la tercera cumbre de la historia entre los dos países, técnicamente en guerra desde hace setenta años, fue comunicado de manera inesperada tras el viaje de dos días de una delegación de Seúl a Pyongyang, donde fue recibida por el líder norcoreano, Kim Jong-un.
La reunión de los líderes de Corea del Norte, Kim Jong-un, y de Corea del Sur, Lee Nak-yeon, se celebrará en la “aldea de la paz” de Panmunjeom, en la frontera común.
Política del sol”. Hasta la fecha sólo se han producido dos cumbres de jefes de Estado de las dos Coreas; ambas en Pyongyang en los años 2000 y 2007 durante el decenio de la llamada era de “la política del sol”, que marcó la fase de mayor acercamiento bilateral hasta la fecha.
En una rueda de prensa a su vuelta de Pyongyang, el secretario de Seguridad Nacional, Chung Eui-yong, que participó en las reuniones, detalló que el Sur y el Norte han acordado además poner en marcha una línea directa de comunicación entre sus dos líderes, “para permitir un dialogo estrecho y la rebaja de las tensiones militares”.
El “deseo” de Kim Jong-il. Durante la visita de la delegación surcoreana a Corea del Norte, el régimen de Pyongyang también desveló su compromiso de deshacerse de sus armas nucleares, si se garantiza la permanencia del régimen.
“El Norte expresó claramente su compromiso con la desnuclearización de la Península coreana y dijo que no tendría ninguna razón para poseer armas nucleares si se garantizara la seguridad de su régimen y se eliminaran las amenazas militares contra Corea del Norte”, explicó Chung.
Durante la reunión, el dictador norcoreano mostró además a la delegación del Sur su disposición a discutir con Washington sobre este asunto, y señaló que el abandono de las armas nucleares en la península de Corea fue el deseo manifestado por su padre, Kim Jong-il, antes de morir en 2011, según dijo el enviado de Seúl.
Además, el régimen se comprometió a no emplear armas nucleares ni convencionales contra el país vecino, y expresó su “comprensión” sobre los planes de Seúl y Washington de realizar maniobras militares conjuntas de gran escala en abril, tras retrasarlas con motivo de los Juegos Olímpicos de PyeongChang.
Sobre este punto, una fuente del Pentágono dijo que se realizarán las maniobras militares, como estaba previsto después de la tregua olímpica.
Trump, abierto al diálogo. El presidente Trump reaccionó positivamente al anuncio de las dos Coreas y recalcó que, por esta vez, le da credibilidad a la buena fe de Kim Jong-un.
“Creo que son sinceros [los esfuerzos de Kim], pero creo que son sinceros también debido a las sanciones y a la ayuda que hemos recibido de China”, declaró. “Veremos lo que pasa, parece que están actuando de forma positiva”, agregó.