«Mi mamá dice que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar”, esta famosa frase de la película Forrest Gump (1994), resume una sabiduría genuina del personaje de Sally Field como la madre del protagonista.
Ella forma parte del imaginario fílmico como una de las figuras maternas más ejemplares de la pantalla grande, quien como madre soltera estuvo dispuesta a todo con tal de que su hijo tuviera una mejor vida, y aunque no es el tema central de la película, juega un papel excepcional en el desarrollo de su no muy inteligente pero sí muy amado Forrest Gump.
Conforme ha pasado el tiempo la figura materna ha cambiado de acuerdo a su contexto; en un inicio había menos personajes femeninos y por ende, pocos personajes poderosos de madres, en un principio más abnegadas que las que se presentaron con el paso de los años.
Hacemos un recuento de las mejores mamás que han dado todo por sus hijos:
Han pasado más de 70 años y aún la muerte de la mamá de Bambi (1942) provoca llanto entre los cinéfilos. Probablemente éste sea el primer gran personaje simbólico sobre una madre, que Walt Disney presentó a través de la imagen animada de un ciervo que aprende lecciones de su mamá hasta que la pierde por culpa de los cazadores.
En los años 50, el neorrealismo italiano presentó a una de las madres más simbólicas. En Bellísima (1951) de Luchino Visconti, Anna Magnani da vida a Maddalena Cecconi, una mujer de barrio que sueña con ver a su hija en el Olimpo de las grandes estrellas, pero el camino al glamur incluye propuestas sin escrúpulos con las que ella tendrá que lidiar.
Hacia el final de la década llegó Imitación a la vida (1959), obra maestra de Douglas Sirk, que muestra el destino de dos mujeres que educan solas a sus hijas: Lora Meredith (Lana Turner), una actriz viuda en paro, que vive con su hija adolescente en Nueva York, conoce a una mujer negra, Annie Johnson (Juanita Moore), y su hija Sarah Jane. El éxito como actriz de Lora la alejará de su hija y Annie será prácticamente su madre adoptiva. Una película contestataria, para la época, sobre el tema del racismo.
Visconti regresó con Rocco y sus hermanos (1960), con un trasfondo de fuerte carga social, en el que Katina Paxinou da vida a Rosaria, quien con sus cuatro hijos deja su tierra natal para emigrar a Milán, donde encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. La madre es una mujer que se rige bajo el lema del núcleo familiar, por la cual se sacrifica ante cualquier circunstancia.
También del cine italiano está Dos mujeres (1960), de Vittorio de Sica, en el que se hace un retrato casi íntimo de una mujer que lo da todo por mantener a salvo a su hija, en medio de la Segunda Guerra Mundial, se trata de Cesira papel interpretado por Sophia Loren; mientras que Anna Magnani repite como Mamma Roma (1962), quien protagoniza el filme de Pier Paolo Pasolini sobre una exprostituta que decide empezar una nueva vida por su hijo, aunque trata de ser dura con él para fortalecer su carácter.
De regreso a Estados Unidos tenemos dos casos muy opuestos. Por un lado está Julie Andrews como María Von Trapp en La novicia rebelde (1965), quien la hace de madre adoptiva de los siete hijos del capitán von Trapp, pocos meses antes de la Segunda Guerra Mundial; ella les inculca el poder de la imaginación con cantos y bailes. Por el otro tenemos a Mia Farrow en El bebé de Rosemary (1968), quien, si quitamos de la ecuación que dio a luz al hijo de Satanás, mantiene el instinto protector de madre.
Ingrid Bergman no podía faltar con su memorable papel en Sonata de otoño (1978), del implacable Ingmar Bergman. Ella es Charlotte, si bien no podría considerarse una madre ejemplar porque había dejado a su hija durante años por su carrera de concertista de piano, sí es una de las películas que marcan por su trasfondo humano en las relaciones madre-hija.
En la década de los años 80 tenemos a Shelley Duvall, como Wendy Torrance, en El resplandor (1980), de Stanley Kubrick, quien a pesar de su miedo y vulnerabilidad, cuando todo se vuelve espeluznante en el Hotel Overlook, saca lo mejor de sí; por su parte Shirley McLane destaca como Aurora en La fuerza del cariño (1983), de James L. Brooks, ella es la madre de Emma (Debra Winger) con quien través de los años, y a pesar de que piensan muy diferente, siempre busca la forma de soportarse y encontrar la felicidad.
También en estos años llegaron las madres poco convencionales, como Cher en su papel de Rusty Dennis, en Máscara (1985), de Peter Bogdanovich, una mujer adicta que es parte de una pandilla de motociclistas, pero que como madre es perfecta, pues cuida y defiende contra todo a su hijo Rocky, quien tiene una enfermedad que desfigura los huesos del cráneo; también está Linda Hamilton como Sarah Connor en Terminator (1984), quien saca su instinto maternal como puede para proteger a su hijo, a quien todos quieren matar.
Para los años 90, Sally Field no sólo destacó como madre en Forrest Gump. En No sin mi hija (1990), dio vida a Betty, una mujer americana que viaja con su marido y su hija a Irán para encontrarse con la familia musulmana de él; sin embargo, es un país que no las recibió con lujos; años más tarde llegó la adaptación de Mujercitas (1994), de Gillian Armstrong, en la que Susan Sarandon da vida a Marmee, una madre que se queda sola al frente de la casa mientras su marido lucha en la Guerra de Secesión, con las cuatro hijas a su cargo.
Por su parte, el ruso Aleksandr Sokurov se adentró en el tema con la cinta Madre e hijo (1997), considerada oda al amor de un hijo por su madre, que estremece tanto por su belleza como por su simplicidad, a través de la crónica del último día de vida de una madre y la forma en que lo vive con su hijo.
Por su parte, Sarandon regresa a la lista con su papel de Jackie Harrison, en Quédate a mi lado (1998), en el que da vida a una mujer con cáncer terminal que tendrá que sacrificar muchas cosas por el bien del futuro de sus hijos pequeños, quienes quedarán bajo el cuidado de su madrastra, interpretada por Julia Roberts.
De esa década también destaca Todo sobre mi madre (1999), de Pedro Almodóvar, en el que Cecilia Roth da vida a Manuela, una mujer que inicia una odisea por la ciudad de Barcelona para encontrar al padre de su hijo —que ahora se llama Lola y es transexual— y transmitirle una desafortunada noticia. Una película para las madres que no temen a nada para honrar el recuerdo de sus hijos.
El nuevo milenio ha tenido a más personajes maternales que nunca. Empezamos con Julia Roberts como protagonista de Erin Brockovich (2000), en la que da vida a una madre soltera que consigue trabajo en un pequeño despacho de abogados para sacar adelante a sus hijos, hasta que encuentra un caso que le cambia la vida; mientras que también figura Björk como Selma en Bailando en la oscuridad (2000), de Lars von Trier, quien la hace de una mamá que tiene que trabajar arduamente para sacar adelante a su hijo que se está quedando ciego, así que entre música, sueños y amor de madre no se da por vencida.
Un año después apareció Nicole Kidman como una madre sobreprotectora en Los otros, de Alejandro Amenabar, en la que tiene que cuidar de sus hijos supuestamente fotosensibles, en una casa en la que hay fantasmas. Sarah Polley en Mi vida sin mí (2003), de Isabel Coixet, también da muestras de amor maternal en su papel de Ann, quien con 23 años y madre de dos hijas es diagnosticada con una enfermedad terminal y ella les construye una guía de vida antes de morir.
Del año 2006 tenemos el caso de Penélope Cruz en Volver, de Almodóvar, ella es Raimunda, quien es madre pero también hija, en una película que habla sobre el apoyo de la familia pase lo que pase y sobre cómo incluso después de haber muerto, las madres siguen estando muy presentes en nuestra vida.
Podemos incluir también a Elastic Girl de Los increíbles (2004), quien, por mucho que su trabajo fuera salvar al mundo, no dejó que sus obligaciones profesionales interfieran en sus labores como madre; también está Ellen Page como Juno (2007), quien para darle una mejor vida a su hijo tomó la decisión de darlo en adopción porque sabía que no lo podía mantener.
En el 2008, Angelina Jolie se puso en la piel de una madre desesperada por encontrar a su hijo en El sustituto, de Clint Eastwood; mientras que un año después Cameron Díaz, da vida a Sara, una mamá que deja su carrera de abogada para estar con su hija diagnosticada con leucemia en La decisión más difícil (2009), de Nick Cassavetes; también destaca Sandra Bullock en Un sueño posible (2009), en la cual dio vida a Leigh Anne Tuohy, quien rompió barreras al adoptar a Michael Oher, un atormentado adolescente abandonado a su suerte, al que llevó a ser estrella de futbol americano.
Uno de los estrenos más recientes de la cartelera, con Annette Benning y Julianne Moore es Los chicos están bien (2010), que cuenta la historia de Nic y Jules, una pareja de mujeres que viven con sus dos hijos adolescentes, fruto de la inseminación artificial; mientras que Naomi Watts dio vida a María Bennett en Lo imposible (2012), en la que, aun herida de gravedad a causa de un desastre natural, se las ingenia para llevar a su hijo a un lugar seguro.
Patricia Arquette en Boyhood (2014), de Richard Linklather es la madre del protagonista, y pasa de ser descuidada a una mujer madura, como cualquier madre a lo largo de la vida de sus hijos; además está Judi Dench como Philomena (2013), en el que con su avanzada edad hace hasta lo imposible por encontrar a su hijo, a quien dio en adopción cuando era adolescente.
El último caso ejemplar es el de Brie Larson como Ma, en el filme La habitación (2015), en el que además de ser cómplice de las fantasías de su hijo para que no se entere de una cruda verdad, le enseña el camino para ser libre. Una película que parte el corazón.
En tanto que el cine mexicano también sería tema de su propio recorrido, mientras tanto recuperamos los papeles de Sara García en Cuando los hijos se van (1941); Marga López en Corona de lágrimas (1968) y Leticia Huijara en Lola (1989), por mencionar algunas.