Investigadores del INAH descubrieron vestigios de un caserío de más de mil 500 años de antigüedad, cuyos elementos guardan semejanza con el estilo Clásico teotihuacano, en la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec.
El hallazgo es parte del Proyecto Bosque, Cerro y Castillo de Chapultepec, coordinado por la arqueóloga Lourdes López Camacho, y las labores de salvamento iniciaron a mediados de enero pasado con el fin de supervisar áreas en las que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) introduciría nuevos sistemas de riego automatizado, y garantizar la debida investigación y protección de los objetos culturales que pudiesen encontrarse.
López Camacho explicó que desde 2009, cuando inició el proyecto, se han realizado recorridos en superficie en las tres secciones del bosque y se registraron zonas con alto potencial arqueológico.
“Con las exploraciones en coordinación con la Conagua se pudo localizar esta serie de viviendas prehispánicas de estilo teotihuacano, cuya temporalidad corresponde a las fases Tlamimilolpa (225 a 350 d.C.) y Xolalpan (350 a 550 d.C.) de dicha cultura prehispánica”.
La arqueóloga indicó que se trata de un par de unidades donde se ubicaron cuadros y rectángulos unidos por muros colindantes, que habrían sido los cimientos de antiguas habitaciones.
Explica que las dos fases de ocupación se infieren por aspectos como un doble muro localizado bajo uno de los rectángulos al noroeste del asentamiento y diversas sobreposiciones de muros, así como por materiales de cerámica, obsidiana, pizarra, mica, piedra y 11 entierros humanos (nueve de adultos y dos de neonatos) descubiertos por un equipo de arqueólogos.
También se encontró una cantidad menor de materiales, principalmente figurillas y restos de cerámica, que datan del periodo Preclásico (1500 a.C. a 300 d.C.), añadió.
La arqueóloga detalló que si bien se define al lugar como un caserío y se sabe que las dos unidades de excavación están conectadas, no se tienen aún elementos para clasificarle como un barrio.
RESTOS ÓSEOS. La experta Ivonne Cruz precisó que nueve de los restos óseos corresponden a adultos y en su mayoría se han localizado en posición de decúbito lateral (de lado) en las esquinas de los cuartos. Algunos casos, como el de un adulto (de entre 25 a 50 años al momento de morir), registran rasgos como el modelado cefálico bilobular.
La mayor ofrenda hasta ahora registrada por el proyecto se localizó en la esquina de una antigua habitación (al noreste del sitio), con más de 17 objetos, junto con fragmentos de obsidiana, un pequeño hueso trabajado en forma circular, restos de láminas de pizarra y mica, que confluían alrededor de los restos de un individuo en posición sedente, agregó el INAH en su comunicado.
Al norte de este entierro y bajo de un molcajete se extrajeron otra piezas óseas, por lo que se teoriza que el personaje de la ofrenda principal fue inhumado con un acompañante. Ambas osamentas serán sometidas a exámenes de antropología física para determinar sexo, edad y otras características.
“En el caso de los entierros, un problema que encontramos fue que la matriz de tierra de esta sección del bosque y algunos árboles aprovecharon los minerales de los huesos como nutrientes, factor que provocó su deterioro”, dijo Lourdes López.
Indicó que dentro de las pocas intervenciones en el terreno se encuentra la colocación de una mojonera porfiriana que se halló recostada cerca de uno de las osamentas, así como la instalación de andadores y de un sistema de riego en la segunda mitad del siglo XX, cuando el bosque no contaba con una poligonal de zona arqueológica.
El INAH indicó que al concluir los trabajos de salvamento, el área volverá a ser cubierta de cara a futuros proyectos de investigación y en pro de su conservación.