El recuerdo y el sentimiento quedan entre los habitantes y trabajadores que vieron florecer la fábrica de azúcar y alcohol de Nueva Zelandia, cuya producción durante casi 40 años fue el principal proveedor económico de los más de 1,500 habitantes que aún permanecen en la colonia homónima a orillas del río Mezcalapa.
El ingenio cerró sus puertas hace más de 30 años y »todo se vino abajo» para los colonos. Ahora sólo quedan ruinas y el recuerdo de lo que un día fue el gran ingenio Nueva Zelandia. En el mandato del gobernador Noé de la Flor Casanova, en 1946 fue construido el primer ingenio de azúcar y alcohol en el estado y para la década de los setenta todo era abundancia, tanto así que llegó a ocupar a más de 300 trabajadores en tres turnos; en la actualidad quedan únicamente sus instalaciones en ruinas, envueltas por la maleza y fierros viejos, carcomidas por el tiempo. Sólo la vieja chimenea de 60 metros sigue en pie
La colonia Nueva Zelandia, ubicada en el municipio de Cárdenas luce abandonada y sumergida en la soledad. Pareciera que todos se hubiesen marchado con el cierre de la empresa, mientras los que quedan se dedican al campo y a la pesca en el río Mezcalapa.
Margarita Gómez Carreta, delegada de la colonia, señaló que muchos de los que viven ahí están pensionados porque son personas que trabajaron en el ingenio: “pero queremos que rehabiliten el lugar para ser inversión de alguna empresa que venga a dar trabajo otra vez a los pobladores”.
Gómez Carreta comentó que hace décadas, el ingenio era muy importante: “era bonito porque el ingenio daba todo: las escuelas, la iglesia y la gente aquí quedó triste cuando lo cerraron, porque las escuelas se vinieron abajo. Ahora la escuelita que hay tiene poquitos niños”.
Ubicada a cinco kilómetros de la cabecera municipal, en la carretera que conduce a Huimanguillo, la pequeña comunidad es el orgullo de sus habitantes y extrabajadores que aún recuerdan el haber participado en la zafra de 1968, año en que la factoría alcanzó la mayor producción: más de 7 mil toneladas de azúcar.
“El ingenio daba todo: las escuelas, la iglesia… y la gente aquí quedó triste cuando lo cerraron”
Margarita Gómez Carreta
Delegada de la colonia