“El noroeste se la jugará con AMLO”

—¿ Y cómo ve el jale para la buena?

–Vamos a rifárnosla con el sureño…

El diálogo, así como lo imagina, con ese acento cantadito del noroeste, se replica por estas calles donde se ofertan pitayas de monte y “galletas“ con piloncillo, llamadas aquí coyotas.

Ya no es 2006 o 2012, cuando el movimiento de Andrés Manuel López Obrador quedó rezagado. Hoy, a seis días de la elección presidencial 2018, todas las encuestas coinciden en una crónica opuesta, la inclinación por sumarle la mayoría de votos, por cambiar.

De los números partimos, con la idea de encontrar razones y trasfondos.

“Será la región noroeste la que garantice la victoria nacional de Morena”, sintetiza Célida López, candidata a la presidencia municipal de Hermosillo. Nos situamos en Sonora, cuna de la Revolución, anclados en sus incontables episodios heroicos. Es el Sonora de la resistencia yaqui contra la invasión territorial; del primer levantamiento obrero en la historia del país, con la huelga de los mineros de Cananea en 1906; de la oposición organizada de los generales Álvaro Obregón, Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles al régimen dictatorial de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta, y su posterior llegada al poder; del Plan de Agua Prieta para desconocer al gobierno de Venustiano Carranza…

Aquí estamos, en el noreste. Con el testimonio de ciudadanos, historiadores, politólogos, académicos, operadores políticos, exconsejeros electorales, empresarios y líderes de organizaciones sociales se desmenuzan los porqués. No se trata de un respaldo a ciegas. Tampoco de resignación. Más bien de un apoyo apenas suficiente y crítico, aunque consciente.

“Vamos a darle a AMLO el beneficio de la duda”, resume el contador Ignacio Beltrán, tras breve descanso de oficina en el jardín Juárez.

“Para bien o para mal, votaremos por un cambio. Hasta ahora, nos han dado puro atole con el dedo. ¿Cómo está la luz, el gas, la gasolina? El panista Guillermo Padrés nos llevó al hoyo, se convirtió en rata mayor. Y nosotros en la misma chiya (pobreza) de siempre”, dice el comerciante Federico Negrete, quien ofrece el kilo del chiltepín, chile tradicional de esta región, a 2 mil 800 pesos.

“Desde la Federación se desgastó la marca del PRI —asegura el empresario inmobiliario Óscar Serrato Félix—. Será una elección de hartazgo y desesperanza, derivados de los niveles de inseguridad y corrupción. Se girará la tuerca no por convencimiento pleno, sino porque representa algo distinto”.

La palabra hartazgo se propaga en la voz de ambulantes y profesionistas, de trabajadores de maquila y de maestros, de taxistas e inversionistas, pero es sólo un ligero velo tras el cual se encuentran causas más profundas.

Entre los factores incitantes al voto pro-López Obrador están: la venta de Morena no como un partido, sino como un movimiento social; la detallada organización política y estructura de promoción electoral; una estrategia articulada e incluyente de diferentes sectores de la sociedad; la participación activa de académicos, universitarios y pequeños empresarios; y una mayor libertad informativa, desde los medios tradicionales y a través de las redes cibernéticas.

“El bato lleva ya muchos años machacando piedra, y a los norteños nos gusta la machaca”, refiere Rafael Ávila, camionero, quien suma la insistencia en la lista de alicientes.

Damos, como dicen los sonorenses, una tatahuila, una vuelta por las calles de Madero y Zaragoza, rumbo al mercado municipal. Y en el camino, más charlas se rescatan.

—Y usted, ¿por quién se va a jondear (aventar) para la Presidencia?

—La lleva de gane el Loco, es el más chaca (hábil)…

Loco se usa aquí, en esta tierra calcinante de 40 grados centígrados en época de frentes fríos, como una referencia común a López Obrador. No con un tinte peyorativo, sino como una insinuación a la osadía y a la familiaridad. Una metáfora al “ya sabes quien” del centro de la República.

ROMPECABEZAS. Después de más de cuatro décadas de aparente oposición al gobierno, en 2009 el PAN ganó el gobierno de Sonora con Guillermo Padrés. Terminó en la cárcel, acusado de diversos actos de corrupción y procesado por los delitos de lavado de dinero, defraudación fiscal y delincuencia organizada. En 2015, el PRI recuperó la gubernatura con Claudia Pavlovich.

“Fue una especie de concesión después de la catástrofe de Padrés. Morena apenas empezaba y no tuvo ni candidato, la opción se dio entre priistas y panistas, y uno tenía que comerse el pastel”, refiere Jorge Taddei, catedrático de la Universidad de Sonora (Unison).

—¿Cómo ha sido posible el repunte del movimiento lopezobradorista en menos de tres años?

—Habría que hablar antes de la fuerte tradición cívico liberal y contestataria en el norte mexicano, y en específico en Sonora. Aquí ganó en 1937 el indígena mayo Román Yocupicio, contra toda la hegemonía de Lázaro Cárdenas y el PRM. Aquí hubo férrea oposición a Porfirio Díaz y luego a Plutarco Elías Calles, y hasta guerra cristera. Desde 1967 se registraron triunfos panistas en distintos municipios del estado y Hermosillo se convirtió en una de las primeras capitales de Acción Nacional— refiere el politólogo Nicolás Pineda, del Colegio de Sonora (Colson).

“A finales de la década de los 40, un líder ejidal y campesino: Jacinto López, le ganó la gubernatura al priista Ignacio Soto, pero no le reconocieron el triunfo. En 1985, un luchador del sur: Adalberto Rosas, derrotó al PRI, pero se maquillaron las cifras; fue él quien en un debate dijo que el gobierno salinista estaba como el Ángel de la Independencia, mirando al cielo, pero dando las nalgas hacia el norte”, describe el investigador Taddei.

“En 1967 —añade—, como enunciación de lo que pasaría en México y el mundo, en Sonora se origina una rebelión contra Díaz Ordaz, en la cual profesores y universitarios paralizan el estado hasta que el Ejército, encabezado por el general José Hernández Toledo, el mismo que participaría en la matanza de Tlatelolco, tomó la Universidad y desvaneció la revuelta”.

Caminamos pues por la entidad donde, en 1997, se quebrantó por vez primera la hegemonía priista en un congreso estatal y la izquierda se transformó en segunda fuerza electoral.

Sólo prefiguraciones…

Detrás quedó el mercado de coyotas y humeante carne asada. Y asoma la guardería ABC, de amarguras y penumbras. Nueve años y las mismas fotografías rotas. Solloza aún don Luis Carlos Santos, papá de Alán, uno de los pequeñitos fallecidos ahí.

“Ya no aguantamos —dice—, son ya muchos casos de injusticia. El Movimiento 5 de junio es apolítico y apartidista, pero se vale voltear a otro lado y cada quien, desde su dolor, apostar por nuevos rumbos. Vamos a ver a dónde nos llevan”…

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