Conseguir una credencial de elector, una licencia falsa o un tarjetón y en general cualquier documento oficial, es relativamente fácil. Sólo se necesitan de 800 a mil 600 pesos y paciencia; en 24 horas está lista la identificación oficial. La falsificación de documentos y billetes es algo común en algunos locales del Centro Histórico; “licencias, tarjetones, títulos, lo que busque”, comenta un joven que se encuentra sentado en un banco amarillo en la esquina de la Plaza de Santo Domingo, quien sin tanto esfuerzo ofrece a plena luz del día y casi a gritos diversos documentos apócrifos.
“Necesito una credencial de elector”, comenta un joven nervioso que aún no cumple la mayoría de edad, “¿Sería INE, verdad, carnal?, le pregunta el promotor de documentos falsos y el cliente responde con un “sí”.
En menos de una hora y por mil 600 se tiene una credencial del Instituto Nacional Electoral, que no es perfecta, pero la que sí lo es cuesta dos mil pesos y está lista en 24 horas.
Este sujeto, quien promete realizarle una credencial del INE, lleva al cliente a su “despacho”; caminan por casi 10 minutos casi acercándose a la Lagunilla, en la calle de Incas.
Al entrar en un edificio suben un par de pisos y entran a lo que parece una habitación; un lugar con una puerta de madera y un cristal, al tocar por dentro preguntan quién toca, y éste responde “Soy yo, papi”, y al abrir la puerta, documentos, papel especial, logotipos, impresoras de todo tipo, micas especiales, cámaras profesionales, y en un rincón fajos de billetes y un hombre en un escritorio que los cuenta; a su izquierda los reales, con los que pagaron el “trabajo”, del otro lado los que aparentemente venderá porque son falsos.
En las paredes de dicha habitación cuadros de la Santa Muerte, de San Judas Tadeo, muestras astrológicas, como signos zodiacales, monedas, borregos decorativos, y entre tantas cuestiones del alma, letreros con la leyenda de: “aquí nada es gratis, se paga al momento”, o “nadie se va sin pagar”.
Los clientes no se quedan de pie, “siéntate carnal, ahorita te tomo tus datos”, y en un sillón otras seis personas se encuentran esperando, y a las que llegan se les hace un espacio en ese sofá; nadie llega hasta este punto sin consentimiento de uno de los “promotores”.
“Estamos repartidos en varias calles amigo, Santo Domingo es nuestro fuerte pero nos encuentras en la calle de Moneda, Donceles, República de Venezuela y hasta en la Justo Sierra, y cuando la gente nos pregunta, sólo contestamos en cuanto y si se anima la traemos aquí”, explica el joven, de 26 años aproximadamente, con una camisa a cuadros.
Este sujeto platica que algunas veces imprimen en Santo Domingo y a veces en la Lagunilla, todo depende de lo que su jefe le diga; y al cuestionarle por el cabecilla, el contacto contesta que no tiene trato directo con él, pues en cada imprenta hay un encargado y ahí se entrega el dinero por los trabajos y se le da una comisión por éste.
“Mira, lo que más me piden son licencias, tarjetones y títulos, por una licencia de la Ciudad de México la ando cobrando en mil 800 pesos, de ahí me dan un tostón, como 900 o mil pesos carnal”, añadió.
Los clientes llegan a toda hora, “estamos chambeando desde las nueve de la mañana carnal, y dejamos de subir clientes a las 6 (18:00 horas) y nos vamos hasta que se vaya el último cabrón”, asegura otro hombre que se dedica a imprimir documentos.
“En esta hoja necesito que me anotes tu nombre completo, fecha de nacimiento, calle, colonia, numero, numero interior si tienes, delegación o municipio, código postal y en otro renglón tu firma y ahorita tenemos tu credencial”, con esos datos harán en cuestión de horas un documento que al INE le toma días.
Mientras el cliente anota sus datos, otras personas llegan a solicitar los servicios, licencias de manejo, títulos escolares, actas de nacimiento, actas de defunción, firmas oficiales, pasaportes, incluso actas bautismales y de la primera comunión.
“¿Para qué vas a usar tu credencial?”, cuestiona uno de ellos mientras el joven interesado coloca sus datos en la hoja que le dieron, “es para el cotorreo, para poder entrar al antro y que me vendan las chelas”, responde el menor de edad.
“Te pregunto porque si la vas a usar para sacar un crédito o para documentación oficial, tarda y cuesta más, como 1,800 pesos”, manifiesta, mientras saca unas micas con los hologramas del INE, y la pasa por una maquina con luz negra, para que se muestren los logotipos y marcas oficiales.
En cuestión de horas se realiza el proceso y en una impresión de prueba te piden que verifiques los datos, “revísale bien hermanito porque no hay cambios al menos que pagues otra nueva, cualquier duda, sin pena, dime”, y si no hay error se pasa a enmicar la credencial y colocar los hologramas.
“Ya está carnal, mira, chécala, con esta hasta el table dance te van a dejar pasar, ya te vas a poder poner bien jarras a la otra”, comentaron los sujetos.
BILLETES. Algunos sólo buscan dinero de la forma más sencilla, la falsificación de papel moneda es otro de los negocios de estos lugares, donde con una pequeña cantidad de dinero se puede obtener una suma mayor, pero de billetes apócrifos.
“Te imprimo de todos, desde el de 20 hasta el nuevo de 500”, explica otro hombre de complexión delgada y edad avanzada, quien es el encargado de esa rama, mientras suelta una carcajada. Al mostrarlos explicó su pequeña broma, pues es imposible falsificar en estos momentos los nuevos billetes de 500, pero mientras sigan en circulación los que conocemos actualmente, pueden ser impresos.
“Los que más nos piden son los de 50 pesos, y son sencillos de imprimir, pero el que me pidas lo tengo”, comenta; al preguntarle los costos éste responde, “los de 20 varos te salen en 5 pesos cada uno, los de 50 en 20, y los de 100 en 35 pesos, pero nos piden en grandes cantidades”.
Menciona que siempre recomienda a sus clientes los de 20 y 50 porque son los que menos revisan.
OTROS NEGOCIOS. Además de los documentos, los promotores explicaron que los jóvenes universitarios también son clientes frecuentes, porque piden sellos, constancias escolares, boletas de calificación, credenciales escolares y firmas de los profesores.
“Aquí todo podemos, luego vienen los morros a pedir sellos de los profes de la UNAM, de la UACM, de la UAM y hasta de particulares, incluso hasta las firmas”, agregaron.
NADIE SE VA SIN PAGAR. Tal y como lo dicen sus letreros, se debe dejar por lo menos la mitad para que no existan problemas, y los que no tengan dinero deben dejar algo como garantía que van a volver por lo que adquirieron, “nada de que nos choreas, aquí pagas y si vas al cajero o te van a traer el dinero te acompañamos nosotros para que no nos veas la cara”, señala el encargado de esa imprenta.
► El Código Penal Federal, en su artículo 243, establece que: “El delito de falsificación se castigará, tratándose de documentos públicos, con prisión de cuatro a ocho años y de doscientos a trescientos sesenta días multa. En el caso de documentos privados, con prisión de seis meses a cinco años y de ciento ochenta a trescientos sesenta días multa”.
El delito consiste en alterar o modificar ciertos elementos del documento original sin la autorización del autor; un documento de esta índole refleja a la persona que lo ostenta, por lo cual su autenticidad es de vital importancia.
La falsificación de documentos se considera un delito cuando se cause algún perjuicio a la persona, al Estado o se intente obtener algún beneficio.