El 4 de octubre es la fiesta que asignó la Iglesia católica a uno de sus santos más reconocidos: San Francisco de Asís. Sin embargo, y en parte por asociación con el santo, esta festividad religiosa terminó por convertirse también en el Día Mundial de los Animales. La historia detrás de esta conmemoración debe contarse por partes. Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi) fue bautizado como Giovanni di Pietro Bernardone, pero con los años decidió cambiar su nombre. Según sus biógrafos, fue hijo de un rico comerciante que hizo lo posible por que Francisco se convirtiese en famoso caballero en medio de las guerras europeas de la época. Francisco en su temprana juventud acogió con agrado los deseos de su padre y asumió la vida de un militar de su época, la cual incluía muchos lujos y placeres. Sin embargo, cuando Francisco debió encarar la guerra terminó abrumado por los horrores producidos en ella.
La tradición cuenta que regresando de una batalla el entonces joven soldado escuchó una voz que le pedía que volviese a Asís. Francisco hizo caso a la voz y regresó a su ciudad natal. Cuando el futuro santo entró a los muros de la ciudad se encontró con los leprosos y pobres de Asís. Al parecer, en su anterior vida de lujos, Francisco nunca se había fijado en ellos, por lo cual este encuentro terminó por transformar su visión del mundo. Desde allí Francisco se convirtió en un predicador que renovó la iglesia de la época sobre un discurso de vivencia del evangelio a través del abandono de las comodidades materiales, la ayuda a los más necesitados, la oración y otros elementos innovadores para su tiempo entre ellos la inclusión de las mujeres en su misión. Aparte, Francisco dotó a su predicación de algunas ideas muy particulares: Francisco agradecía e intercedía al Creador por otras criaturas como el “Hermano Fuego”, la “Hermana Agua”, la “Hermana Tierra” y todas las criaturas del mundo. La tradición cuenta que incluso llegó a predicar a los animales y a hablar con algunos de ellos, como fue el caso del famoso lobo de Gubbio. Todos estos motivos permitieron que algunos autores identificaran en Francisco a un lejano antecesor del movimiento hippie. San Francisco falleció el 3 de octubre de 1226, pero la iglesia asignó su fiesta para el día siguiente. Muchos lugares en el mundo celebran con toda la pompa la festividad de su patrón como es el caso en Colombia de la ciudad de Quibdó.
El día de los animales tomó algunos aspectos de la festividad de San Francisco, pero también recogió elementos de otras historias. Desde el siglo XIX aparecieron en Europa y otros lugares diversos movimientos que lucharon por la defensa de los animales. Durante siglos los animales fueron utilizados y explotados en muchos países sin ninguna clase de remordimiento; incluso, algunos pensadores europeos del siglo XVII afirmaron que los animales eran algo parecido a máquinas sin capacidad de sentir. Todo esto cambió en los últimos siglos. Muchas personas comenzaron a mostrar que los animales —en especial los mamíferos— experimentan el dolor de una forma muy similar a la de los humanos. Para defender esta idea se organizaron algunos colectivos, grupos que dieron origen a las asociaciones defensoras de animales, que buscaron prohibir las peleas entre animales, las corridas de toros, la vivisección y otras prácticas de maltrato sobre estos seres vivos. Estos movimientos también acogieron las ideas de los movimientos ecologistas que comenzaron a defender a los animales salvajes. En Florencia (Italia), el 4 de octubre de 1931, en medio de una reunión de un grupo que acogió tanto a ecologistas como a defensores de los animales, se oficializó que partir de entonces se conmemoraría esa fecha como Día Mundial de los Animales. Los asistentes de la reunión escogieron ese día también en honor a San Francisco, santo que ya para ese entonces causaba mucha simpatía entre los defensores de la naturaleza.
En 1980 el papa Juan Pablo II, declaró a San Francisco de Asís patrono de los animales y de los ecologistas, momento a partir del cual esta celebración tomó más auge a nivel mundial, celebrándose en muchos países con la «bendición de las mascotas». No obstante, algunos grupos ecologistas y animalistas no vinculados a la Iglesia católica prefieren hacer mayor énfasis en dicha fecha en la protección de los animales y la naturaleza sin hacer mayor referencia al santo de Asís.
“La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados según la forma en que tratan a sus animales”. Mahatma Gandhi.
Oración ante el crucifijo de San Damián
¡Oh alto y glorioso Dios!
ilumina las tinieblas de mi corazón.
y dame fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.
Amén
Alabanzas al Dios altísimo
Tú eres el santo Señor Dios único, el que hace maravillas.
Tú eres el fuerte, tu eres el grande, tú eres el altísimo,
tú eres el rey omnipotente; tú Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
Tú eres el trino y uno, Señor Dios de los dioses;
tú eres el bien, el todo bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres el amor, la caridad; tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad, tú eres la paciencia,
tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre;
tú eres la seguridad, tú eres el descanso,
tú eres el gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres la justicia, tú eres la templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre,
tú eres el protector, tú eres nuestro custodio y defensor;
tú eres la fortaleza, tú eres el refrigerio.
Tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestra fe,
tú eres nuestra caridad, tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.
Amén
Déjanos llegar a Ti
Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios,
danos a nosotros miserables hacer por ti mismo lo que sabemos que tú quieres,
y siempre querer lo que te place, para que interiormente limpiados,
interiormente iluminados y por el fuego del Espíritu Santo
abrasados podamos seguir la huellas de tu amado Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, y a ti, Altísimo, llegar por sola tu gracia,
que en Trinidad perfecta y en simple Unidad vives y reinas y eres glorificado,
Dios omnipotente, por todos los siglos de los siglos.
Amén.
Mi Dios y mi todo
Mi Dios y mi todo,
¿Quién eres Tú,
dulcísimo Señor mío?
Y ¿quién soy yo, gusanillo
tu servidor? ¡Cuánto quisiera
amarte, santísimo Señor mío!
¡Cuánto quisiera amarte,
Señor mío dulcísimo!
¡Señor mío y Dios mío,
te entregué todo mi
corazón y todo mi cuerpo,
y ardientemente anhelo darte más,
si supiera qué más darte!
Amén.
Dos gracias te ruego
Señor mío Jesucristo
dos gracias te ruego me
concedas antes de morirme;
la primera, que sienta yo
en cuerpo y alma, en cuanto
sea posible, el dolor que Tú,
dulcísimo Jesús;
sufriste en tu dolorosísima Pasión;
la segunda, que sienta yo
en mi corazón, en cuanto
sea posible, aquel amor
sin medida que te abrasaba
y te llevó, Hijo de Dios,
a sufrir gustoso por nosotros pecadores esta misma
dolorosísima pasión.
Amén