Alejo Sánchez Cano
El coctel molotov que se empieza a preparar anuncia una severa crisis económica en el sexenio, por las irresponsables acciones que emprende ya el nuevo gobierno, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco.
Desde San Lázaro empiezan a surgir voces para darle otro destino a las reservas internacionales del país, mediante iniciativas que modifiquen el artículo 2 de la Ley del Banco de México para que, además de sus funciones actuales, “procure las condiciones monetarias y crediticias con el fin de garantizar la generación del máximo empleo, la estabilización de precios, tasas de interés moderadas y crecimiento económico. De igual modo, provea de los recursos de emisión primaria de dinero, en forma de crédito exclusivamente productivo, para los proyectos estratégicos del Plan Nacional de Desarrollo y otros que el Poder Ejecutivo establezca”.
Así es, en la Cámara de Diputados impulsan una consulta popular para disponer de las reservas internacionales. Morena y sus aliados proponen “consultar a los sectores involucrados, estudiantes universitarios y ciudadanos”, ello dicho por el diputado Benjamín Robles Montoya (PT).
Como se aprecia, el nuevo gobierno, a través de sus legisladores, busca hacerse de recursos para cumplir las promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador, mediante otras fuentes de financiamiento que no sean el incremento de los impuestos o contratación de más deuda.
En la argumentación que Robles Montoya esgrime en su iniciativa es que la redacción actual del ordenamiento obliga al Banxico a adoptar serias limitaciones y desventajas, ya que no estimula el crecimiento y el combate a la pobreza.
El diputado del Partido del Trabajo ignora cuáles son los principios torales de la conformación de las reservas y sus propósitos en relación de mantener un grado adecuado de liquidez internacional, que permita aminorar los costos de ajustes frente a los desequilibrios externos y asegurar la viabilidad del sistema cambiario.
El propósito de las reservas internacionales no es darle dinero a los ninis o pensiones para adultos mayores, ni para invertir en megaobras como el Tren Maya.
En el clásico discurso populista y de los gobiernos llamados de izquierda se apunta que modificar la Ley del Banco de México servirá para reactivar la economía, ya que las reservas internacionales “están secuestradas a favor de la especulación; y sus secuestradores llevan a la bancarrota financiera porque de cada peso que ingresa al gobierno, 78 centavos se van a pagar la deuda pública.
“Mientras las reservas aumentan en grandes volúmenes, la economía colapsa, está en bancarrota, debido a que no se pueden usar para reactivarla”.
Habría que recordar que las reservas internacionales no pertenecen ni representan un ahorro del gobierno, por ello no puede hacer uso de ellas a su voluntad y menos destinarlas a inversión o gasto corriente.
Como un ente autónomo, el Banco de México tiene entre sus mandatos diversos objetivos que nada tienen que ver con el Presupuesto del gobierno, y esos activos financieros que posee tienen la característica principal de la liquidez.
Estos activos son propiedad del Banco de México y de acuerdo con el artículo 18 de la ley que rige este Instituto, el objetivo principal es coadyuvar a la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, mediante la compensación de desequilibrios en la balanza de pagos.
También las reservas internacionales fungen como un mecanismo de autoseguro para afrontar contingencias que podrían reflejarse en un deterioro de los flujos comerciales o de capital de la balanza de pagos, generados principalmente por desequilibrios macroeconómicos y financieros en el ámbito internacional o, incluso, en el nacional.
La más reciente crisis económica, en diciembre de 1994, tomó al país con un nivel de las reservas internacionales al mínimo: 3,483 md; ahora el Banco de México tiene 173 mil 391 millones de dólares, pero si se deja que prospere la iniciativa del PT, pues no se necesita ser agorero para anticipar lo que viene.