La crisis migratoria se puso ayer bruscamente en el centro de la agenda de los países del Triángulo Norte centroamericano, Honduras, Guatemala y El Salvador, lo obligó a sus líderes a actuar de urgencia, antes de que se les escape de las manos o sufran las consecuencias de la ira del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La Policía de Honduras impidió ayer que centenares de migrantes de este país cruzaran hacia Guatemala para frenar el éxodo.
“¡Tenemos que pasar!”. Miembros de la Policía Nacional y del Ejército hondureño montaron guardia en la frontera de Agua Caliente con Guatemala, mientras miles de personas gritan airados: “¡Tenemos que pasar!”.
La aglomeración de migrantes, de los que muchos llegaron el jueves por la noche hasta un primer retén policial distante a unos cinco kilómetros del punto fronterizo, tiene paralizado el tránsito de vehículos particulares, transporte interurbano y de carga.
Mientras tanto, el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, anunció ayer una reunión de emergencia con su homólogo hondureño, Orlando Hernández, para abordar la manera de frenar el flujo de migrantes y evitar que se produzcan nuevos disturbios como los ocurridos ayer cuando miles de ellos intentaron entrar por la fuerza en México.
Visa humanitaria. El vicepresidente de Guatemala, Jafeth Cabrera, anunció ayer que el gobierno está estudiando otorgar una “visa temporal” a aquellos hondureños que piensen en quedarse en su territorio, como forma de disuadirlos para que no sigan rumbo a EU.
“Tenemos el plan de darles una visa temporal, ver las condiciones en las que ellos puedan quedarse, cuáles son las expectativas en el país y hemos pedido al Gobierno de Honduras que ellos estén prestos al regreso de estos”, declaró Cabrera.
El vicepresidente aseguró que las autoridades guatemaltecas han brindado ayuda y protección y reiteró que están trabajando para “ayudar a esa gente que humanitariamente lo necesita”.
No obstante, admitió que es “una situación difícil” ver que “vienen 5 mil gentes de esa naturaleza”.
Producto de la desesperación. Mientras tanto, en el país origen del conflicto, la sensación general es que esta crisis se veía venir.
“Mientras el muro de la desigualdad en Honduras crezca y la concentración de capitales en muy pocas manos crezca, entonces no habrá muro, por muy grande que sea y leyes, que detengan la desesperación de un pueblo que necesita de muy diversas maneras vivir y esa vida no se le permita acá en Honduras”, declaró el sacerdote jesuita Ismael Moreno.