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La joya petrolera del nuevo sexenio se encuentra en el Golfo de México, así lo planteó previo al inicio de su administración, Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República.
Su proyecto para rescatar al sector de la producción petrolera se fija en un plan que comprende 20 campos, 16 en aguas someras y cuatro terrestres.
La presentación señala que se tienen reservas probadas (1P) por 400 millones de barriles de petróleo crudo equivalente, que subirían a mil 100 millones en reservas probables (2P), y es que la calidad de los yacimientos es de crudo ligero con 33 grados API, con tirantes de agua de 34.9 metros en promedio.
El programa detalla que para su desarrollo se requerirán de 114 pozos que se estarían contratando en breve, donde el primer paquete de contratos lo firmarán el 15 de enero comprendiendo los campos Xikin y Esah, ambos en mar, con un total de 16 pozos entre los dos.
El primero, ubicado a 31 kilómetros de Paraíso, Tabasco, en aguas someras, 24 kilómetros mar adentro, con una profundidad de 6 mil 400 a 7 mil 50 metros, con reservas 3P de 360 millones de barriles diarios de petróleo crudo.
Mientras que el Esah está en costas de Ciudad del Carmen, Campeche, a 94 kilómetros de la costa; con una profundidad de 4 mil 200 a 4 mil 700 metros, con reservas 3P de 130 millones de barriles diarios.
El plan agrega que para ese mismo día también se firmarían 35 pozos para los campos terrestres Chocol, Valeriana, Cibix y el controvertido Ixachi, además de 24 pozos que incluyen a los campos marinos Pokché, Cheek, Uchbal, Mulach y Manik, que se firmarían el 15 de febrero en aguas someras del Golfo de México, frente a las costas de Tabasco.
IMPORTANTES DESCUBRIMIENTOS
Manik y Mulach están catalogados como uno de los descubrimientos en aguas someras más importantes del mundo en los pasados 15 años, de los cuales se extraerá, a partir de 2020, petróleo crudo superligero, un tipo de hidrocarburo de alto valor comercial para la elaboración de gasolinas y otros derivados. Ambos incorporarán 180 millones de barriles de petróleo crudo equivalente a las reservas probadas del país.
Para el 11 de marzo vendría un tercer paquete de contratos para perforar 28 pozos en los campos Cahua, Jaatsul, Tlacame, Octil, Tetl, Teekit y Hok; mientras que el 24 de abril se firmarían otros 11 pozos para los campos Suuk y Kobán.
Durante los primeros días de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la perforación de nuevos pozos petroleros en la sonda de Campeche, y se realizará la intervención en otros que están declinando en producción para ser reactivados, con esto se busca frenar la caída en la producción petrolera en el país, así como también producir más crudo.
Al rescate de Pemex
Andrés Manuel López Obrador quiere rescatar a Petróleos Mexicanos (Pemex), un frágil buque que se hunde poco a poco. El nuevo presidente no oculta su intención de recuperar la bonanza de la petrolera estatal y se aferra a un dato: durante 14 años la producción de crudo de México ha ido en declive —actualmente es de 1,7 millones de barriles diarios, cuando en 2004 era de 3,3 millones de unidades al día—.
Su plan incluye aumentar la inversión para la firma, acelerar la extracción de crudo e incrementar el refino de hidrocarburos. Todo esto sin tocar, de momento, la reforma energética de su antecesor, el expresidente Enrique Peña Nieto, que comenzó la apertura del sector tras 76 años de control estatal. La apuesta del político de izquierda genera dudas e incertidumbre en México, ante el temor de algunos sectores de volver al modelo del pasado: una industria energética que gira en torno a la petrolera estatal.
Pemex ha luchado en el último año para recuperarse de su descalabro financiero de 2017 cuando perdió 16 mil 300 millones de dólares, un 74% más que en 2016, y alcanzó una deuda financiera total de 105,000 millones de dólares. Los males de la petrolera se han vuelto crónicos: menos inversión, altas cargas fiscales y la caída global de los precios del crudo.
“La situación financiera de Pemex se ha agravado en los últimos años debido a la reducción significativa de sus ingresos ocasionada por la caída en los precios internacionales del petróleo y las reducciones de las plataformas nacionales de producción y exportación del hidrocarburo”, apunta el estudio Reforma energética: balance de cierre a 2018, del Instituto Belisario Domínguez, perteneciente el Senado mexicano.
El impulso a la petrolera estatal tendrá que convivir con los proyectos que la reforma energética ha emprendido desde 2015, cuando se firmaron los primeros contratos con las compañías privadas. Tras la apertura del sector, Pemex se ha apuntado en 21 convenios tanto en asociación como en competencia con empresas de todo el mundo.
“Es muy bueno que López Obrador le exija a Pemex ser más productivo, el declive de la producción nacional es en parte responsabilidad de ellos por la falta de inversión. Se puede tener un gran Pemex al mismo tiempo que las grandes empresas privadas invierten en la industria. Como en Brasil donde Petrobras [la compañía estatal] tiene el 85% del mercado, mientras que existe un mercado privado muy fuerte”, apunta Jeremy Martin, especialista en Energía del Instituto de las Américas.
El presidente mexicano decidió no acabar de un golpe con el legado energético de Peña Nieto y ofreció a las compañías una tregua de tres años para que entreguen sus primeros barriles de crudo. “Con los contratos no se ha sacado un barril de petróleo, entonces no podemos nosotros continuar entregando territorios para la extracción de hidrocarburos sino hay inversión y lo más importante si no hay producción”, ha comentado López Obrador.
Entre los argumentos que Peña Nieto expuso para la aprobación de la reforma energética en 2013 estaba la reducida capacidad técnica y financiera de Pemex para extraer hidrocarburos en aguas profundas —pozos en el mar a una profundidad de entre 500 y mil 500 metros—. Firmas como Repsol, Exxon Mobil, Shell, Chevon, Total, Statoil y ENI se apuntaron para cumplir con esa tarea.
