El juicio del capo del narcotráfico mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán adquirió tintes de telenovela este miércoles en un tribunal de Nueva York, donde se leyeron comprometedores mensajes cifrados entre el acusado, su esposa Emma Coronel y una amante.
El FBI fue alertado por un colaborador, el colombiano Cristian Rodríguez, jefe de comunicaciones de El Chapo, de que el capo utilizaba un sistema comercial de espionaje llamado FlexiSpy en los teléfonos Blackberry encriptados que entregaba a sus mujeres.
En los mensajes de texto interceptados y parte de los cuales fueron leídos al jurado, el celoso Chapo, de 61 años, habla de sus negocios de droga con ambas, sobre todo con su amante y socia Agustina Cabanillas Acosta, alias la ‘Fiera’.
En las llamadas intervenidas por el FBI, la conversación entre Agustina y Joaquín es muy cariñosa. Ella lo llama «amor», él le dice que es «la persona más importante para ella».
Para «El Chapo» fue embarazoso escuchar los mensajes que se había enviado con su amante, más cuando Emma Coronel estaba presente en la audiencia, siento testigo de cómo su esposo le había sido infiel.
El capo criminal durante el juicio siempre buscaba mucho a Coronel, le sonreía, le mandaba besos al aire y hacía demás gestos solo para intercambiar miradas, ahora no lo fue.
Durante el relato de la infidelidad de «El Chapo», el veía fijamente al agente del FBI, así como a los fiscales. Tampoco se mostró interés de Emma Coronel de buscar a Guzmán Loera.
Guzmán Loera había puesto un software espía en el teléfono de Agustina, mismo que fue descubierto por la propia amante.
Al saberse espiada, Cabanillas Acosta no detuvo los insultos contra Guzmán Loera, calificándolo como un idiota y diciendo que es mucho más inteligente que él.
Guzmán Loera utilizaba a Cabanillas Acosta como mensajera para arreglar ofertas de drogas, según detalló el FBI.
El técnico del cartel confirmó después al testificar ante el jurado que le pidió expresamente que instalara un programa en los teléfonos y los ordenadores para vigilar las comunicaciones de su entorno. «Se convirtió en su juguete personal», comentó, «le gustaba mucho».