VENCER EL MAL, RITUAL ANCESTRAL EN TENOSIQUE

Felipe Rosales Pérez/ Fotos: Jaime Ávalos

Como cada año, el misticismo se apodera de las calles de Tenosique, para escenificar una vez más la lucha entre el bien y el mal a través del Baile del Pochó, tradición maya que distingue a Tabasco en el mundo entero.

Con él, el Carnaval más raro del mundo llega puntual a la cita de cada 20 de enero, coincidentemente con la festividad religiosa en honor a San Sebastián, que evidencia el paso de esta tradición prehispánica por la época de la Conquista.

El Baile del Pochó, arraigado en el corazón de los pobladores, se convierte en una verdadera fiesta que inunda las calles desde la víspera, cuando los rostros blancos recorren las calles a consecuencia del Baile de la Harina, usado para dar la bienvenida al visitante y cuyo origen es más apegado a la religiosidad, evocando cuando los feligreses untaban con talco la figura de San Sebastián.

El domingo todo inicia a las cinco de la mañana, los cojoes, miembros de la tribu primitiva que es molestada por el dios maligno o Pochó, llegan a la casa principal a exigirle a su capitán que salga para el arranque de las festividades.

De ahí, el ritual se repite en cada casa. El demonio o Pochó anda suelto y disfruta cada travesura que en este día les es permitida, se lleva a las pochoveras, quienes representan a la humanidad, las atrae hacia el inframundo, es así como empieza esta guerra entre el bien y el mal.

Los cojoes encuentran un aliado en la naturaleza, el jaguar, a quien cazan y domestican y con quien combaten la maldad. Este animal ancestral defiende a la humanidad y ataca al demonio, en este caso representado por hombres que se cubren con una máscara de madera.

El pueblo de Tenosique le es fiel a la tradición, los bailes y los sonidos de la flauta y el tambor recorren todas las vialidades y quien no baila aplaude, admira, toma fotografías, quien lo ve por primera vez cuestiona las rarezas de esta representación que conserva la manera en que los mayas veían la vida y la muerte.

PUEBLO MAYA

Tres son los personajes que intervienen en el desarrollo de esta danza: las Pochoveras, doncellas de las flores y sacerdotisas del dios Pochó, encargadas de mantener el fuego encendido y vigilar su altar. Su vestimenta consiste en una falda larga, su sombrero adornado con flores, hojas y su rebozo.

Los Cojóes, hombres creados de la pulpa del maíz que representaron una ofensa para el dios Pochó, motivo por el cual los hizo disfrazar para imitar a los hombres de madera. Su vestimenta es la más original y consiste en una faldilla de las hojas de castaña y un tosco costal con el que se cubren el torso, en el rostro llevan una máscara de madera la cual puede ser pintada de diversos colores, lleva además un sombrero bien adornado con flores y hojas y como accesorio un palo largo con hueco de huarama llamado psiquis que suena como sonaja por las semilla de changala que lleva adentro.

Los jaguares, son personajes disfrazados que se cubren el cuerpo con sascab que es una tierra blanca que sirve de adorno en el fondo para que sobresalgan las manchas negras hechas de carbón se cubren además con una piel de tigre o de venado. Estos personajes bajan a la tierra para destruir a los hombres de la pulpa del maíz y son protegidos por las Pochoveras, pero los hombres que imitan a los de madera logran vencerlos y unificarlos para su causa. Estos tres elementos constituyen una alianza para vencer al dios maligno iniciando una larga peregrinación hasta lograr la muerte del Pochó.

LOS PROTAGONISTAS

EL COJOE

  1. Es el alma de la fiesta, dirige las ironías al público, es una caricatura en movimiento.
  2. Su vestimenta es la más originaria, hecha de hojas de castaña en la cintura y en los tobillos, hojas de plátano seco.
  3. Lleva un costal confeccionado y adornado de diversos artículos, pescados, casarca de diversos animales, res, tortuga, cazuelas, entre otros.
  4. Su rostro, cubierto con máscaras de madera.

POCHOVERAS

Son mujeres con faldas multicolores adornadas de flores, con un sombrero hecho con flores de bugambilia y «matas de cascarilla» que se da a las orillas del río usumacinta.

EL JAGUAR

Animal ancestral que es representado por hombres y mujeres manchados con pigmentaciones, representando los colores de este animal ancestral y que ayuda a los mayas a no ser llevado por los demonios representados por los cojoes y hombres de madera.

EL RITUAL

Los pitos y tambores anuncian la llegada de las pochiveras, seguidas de los cojoes.

Según el argumento, los cojoes son criaturas superiores de la naturaleza, en quienes los dioses han depositado rasgos positivos y negativos; el dios maligno llamado Pochó desea la destrucción de los hombres y envía a los jaguares a eliminarlos.

Cuando el jaguar hace su aparición, inicia la caza, donde el animal muere y resucita.

El grupo de pochoveras actúa ambiguamente, primero como enlace entre el Pochó y los seres terrestres, y después como mediadora entre cojoes y jaguares.

Juntos, jaguares y cojoes representan una alianza entre el hombre y la naturaleza, momento culminante del ritual.

Los tres grupos de personajes deciden finalmente «recoger sus pasos», es decir, desandar su vida de actos reprobables, y destruir con ello, dentro de sí mismos, al dios Pochó. Esto último se simboliza con el hecho de quitarse las máscaras en el mismo sitio donde, al ponérselas, habían absorbido sus rasgos negativos, y de ir arrojando, en una carrera por varias calles, las vestimentas vegetales que constituyen el vestuario de los cojoes.

EL DATO

  1. La palabra Tenosique proviene de los vocablos mayas «Ta-na-tsiic» que significan «Casa del deshilador o del hilandero».
  2. La danza tiene una duración de tres días, durante tres domingos consecutivos. El número de participantes en el jolgorio varía y puede ser de 30 a 50 danzantes. Las tribus que poblaban esta región pertenecían al grupo maya, pero eran de una familia especial, con sus propias costumbres y una lengua distinta a las demás.
  3. En la danza del Pochó encontramos los tres tipos de instrumentos prehispánicos que fueron usados en las ceremonias religiosas. El shiquish, que es una vara de guarumo (palo hueco) el cual se rellena de semillas de una planta parecida al platanillo llamada «chángala», que al agitarlo produce sonido, perteneciente a los idiófonos. La «caja» que es un tambor parecido al zacatán o huéhuetl, nada más que mucho más corto perteneciente a los membranófonos y la «flauta Pochó», que está hecha en carrizo y boquilla de cera negra con un cañón de pluma de pavo y pequeños silbatos de carrizo igual que utilizan los jaguares que pertenecen a los aerófonos.

Acerca de NOVEDADES

Te puede interesar

Elisa Carrillo capacitará a 100 jóvenes y niños bailarines

La bailarina Elisa Carrillo ofrecerá, del 29 de julio al 4 de agosto, junto con …