Con semanas de retraso, después del cierre de gobierno más largo de la historia de Estados Unidos, el presidente Donald Trump ofreció ayer, finalmente, ante el Congreso, el discurso anual sobre el Estado de la Unión. Un discurso en el que, pese a que arrancó manifestando su deseo de lograr unidad política, se centró en las cuestiones que más dividen al país.
Tras enfatizar algunos de sus logros como presidente, como levantar regulaciones ambientales, y alabar un boom económico que dijo no tiene precedentes, el mandatario arremetió contra la migración ilegal, y pidió al Congreso “defender nuestra peligrosísima frontera sur”.
Trump criticó que algunos ricos y famosos “hacen campaña por unas fronteras abiertas mientras viven arropados por muros”, y afirmó que las barreras físicas “salvan vidas”. “El Paso, Texas, tenía uno de los índices de criminalidad más altos del país; ahora, después de levantar un muro, es una de las ciudades más tranquilas”, afirmó el republicano.
Flanqueado por el videpresidente Mike Pence a su derecha y por la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, a su izquieda, Trump advirtió al Congreso de que “tiene diez días para aprobar una ley que proteja” la frontera con México; “debemos demostrar que tenemos la capacidad de dejar a los coyotes, líderes de los cárteles y traficantes de personas sin trabajo”, agregó.
Como hizo el año pasado, Trump invitó a familiares de víctimas de crímenes cometidos por migrantes indocumentados, y los usó para insistir en que “ni una sola vida más debería perderse porque fallamos a la hora de proteger la frontera sur”. “Hace semanas —prosiguió—, esta cámara votó por el muro, no se hizo; pero ¡yo lo construiré!”, remachó.
En un momento en que los republicanos no han logrado convencer a los demócratas para que aporten fondos para el muro, la única opción que tiene Trump para saltarse al Congreso es declarar una Emergencia Nacional que le permita, con una legalidad que expertos cuestionan, reasignar fondos hacia la frontera sur. Sin embargo, durante el discurso, el mandatario evitó hacer referencia a esta posibilidad.
AVISO A DEMÓCRATAS. Cuando Trump hacía énfasis en sus logros económicos y defendía la guerra comercial con China —avisó a Pekín de que “ya no robará nuestra riqueza ni nuestros empleos”— , aprovechó para lanzar una advertencia velada a los demócratas, y alertó que “lo único que puede detener el milagro económico” son “guerras absurdas” o “ridículas investigaciones partidistas”.
En numerosas ocasiones Trump ha asegurado que las investigaciones que lleva a cabo sobre la trama rusa la Fiscalía especial que dirige Robert Mueller están motivadas políticamente, y además, los demócratas amenazan con profundizar en estas investigaciones después de retomar el control de la Cámara baja.
“ESTARÍAMOS EN GUERRA”. En política exterior, el presidente estadunidense defendió su decisión de retirar a las tropas de Siria y, en un futuro próximo, de Afganistán, así como de reimponer sanciones a Irán, que definió como un “terrible régimen que hace cosas muy, muy malas”.
También se vanaglorió de sus supuestos progresos con Corea del Norte, y defendió que, de no haber sido elegido presidente, ahora “estaríamos en una gran guerra con Corea del Norte”. Asimismo, aprovechó para anunciar que su próximo segundo encuentro con el dictador Kim Jong-Un, previsto para finales de mes, será en Vietnam.
“EU NUNCA SERÁ SOCIALISTA”. Además, saludó el “nuevo y legítimo gobierno” de Juan Guaidó en Venezuela, y denunció el “brutal régimen” de Nicolás Maduro. En este momento, Trump aprovechó para regresar a la política interior, y aseguró estar “alarmado” por las voces que piden “adoptar el socialismo” en EU. Entre abucheos de republicanos ante esta idea, Trump insistió en que se trata de políticas “que han fallado durante décadas”, y sentenció que “Estados Unidos nunca será socialista”.