Las alusiones al Divo de Juárez no pudieron ser más oportunas para él. Aunque muchos en el salón Tesorería reaccionaron con muecas de hastío, el presidente Andrés Manuel López Obrador encontró en el recuerdo de Juanga una oportunidad para liberar la tensión en torno al tema de la inseguridad durante los primeros meses de su gobierno.
Parecía necesitar un respiro, después de extraviarse de nuevo con una afirmación incierta: La exigencia de paz es exclusiva de los conservadores.
Hubo quien sospechó de la mención farandulera. ¿Fue acaso orquestada, a modo para la distensión?… Planeada o no, el tabasqueño no dudó en regodearse en el tema: “Lo de Juan Gabriel lo trato, no lo evado, porque es una persona, esté viva o muerta, excepcional, extraordinaria, un gran artista”, dijo.
Había dedicado más de hora y media a reprochar una campaña en su contra y a condenar las trampas de la prensa fifi, pero terminó evocando el Amor Eterno y, en sintonía con su IV Transformación, poco le faltó para tararear “este es un lugar de ambiente, donde todo es diferente”…
Tras cinco días de ausencia, reapareció en Palacio Nacional con una sobredosis de optimismo.
“¡Ánimo!”, fue su primera palabra, antes de hacer un balance sobre los cuatro meses de su estrategia contra el robo de gasolina:
“Si se pudo con el huachicol, vamos a poder con todo. El que puede lo más, puede lo menos. Por eso ánimo, estamos bien y de buenas”.
Pese al júbilo, se percibía eclipsado por la sombra de violencia, en especial tras lo ocurrido en Minatitlán. Ahí estaba, con su pantalón holgado y sus zapatos colegiales, resistiendo a fantasmas y nubarrones.
“Desde luego hay toda una campaña, es lógico, natural, diría que hasta legítimo, para que no nos vaya bien, sobre todo del flanco derecho, del núcleo conservador, pero se va avanzando”, acusó.
Habló, sin interrupciones, del árbol de moras, del maiceo, de la desaparición de bots en redes sociales y de los diarios convertidos en pasquines. Como si se tratase de una introducción a la farándula, le preguntaron del Libro Vaquero, de la revista TVyNovelas y del show de La Rosa de Guadalupe, hasta volver a lo inevitable.
–Presidente: la masacre de Minatitlán, ayer se reportó otra en Tijuana, una menor violada frente a sus papás, a los cuales asesinaron, dos menores heridos después del homicidio de sus madres… ¿sigue pensando que el principal problema de México es la corrupción y que es una buena estrategia esperar a que los programas sociales hagan efecto?
–El ABC de mi política es: no a la corrupción, sí a la justicia, sí a la paz.
–¿Por qué tardó 48 horas en mencionar lo de Minatitlán?, ¿por qué esperar una semana para visitar a las familias?
–Mis adversarios, los conservadores, la prensa fifí, quisieran que les hiciera caso y abandonara mis propósitos fundamentales. He ido a Minatitlán 50 veces, más que ningún otro dirigente social o político. Además, están atendiendo el problema desde el primer momento. Entiendo la desesperación de los conservadores, les preocupa porque ya no pueden saquear.
–¿Piensa que la exigencia de paz es exclusiva de los conservadores?
–Básicamente, sobre todo promovida, auspiciada…
El presidente intentó traspapelar las balas con coyotes migratorios y cultivos de amapola, aunque algo no cuajaba. Ahí seguía la sombra, al acecho.
–¿Cómo que la exigencia de paz es exclusiva de los conservadores?, ¿y los padres buscando a sus hijos desaparecidos?, ¿y las familias llorando la muerte de seres queridos inocentes?…
Pero Juanga llegó al auxilio. Y: ¡Arriba Juárez!
–Queremos saber si se le presentó una carta en la cual se le está pidiendo que interceda para que Juan Gabriel pueda reaparecer —se escuchó en voz de una reportera ansiosa por tomar el micrófono.
–Juan Gabriel es Amor Eterno —expresó AMLO, ya en su faceta romántica.
Recordó cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México: invitó al Divo al Zócalo, él cantó y cantó hasta el amanecer, para esperar su arribo al Palacio del Ayuntamiento, donde todos los días presidía una reunión de seguridad.
“Tuve con él muy buena amistad, un personaje, un gran artista con dimensión social, un liberal, una extraordinaria persona, independientemente de cualquier otra cosa”, describió.
–¿Y la carta?
–Sí se acercó a mí una persona que me dice que él sabe que Juan Gabriel vive y me entregó una carta, pero hasta ahí nada más. No puedo decir más, no hay elementos que prueben nada.
–¿Y usted cree que está vivo o muerto?
–Vamos a dar como hecho que vive por sus canciones, por su talento, por ser una persona buena, libre, patriota, porque, si yo les contara, muy defensor del pueblo de México. Vamos a quedarnos con esa imagen.
Y no más cuestionamientos, ni sombras ni nada. Sólo La Diferencia entre la época neoliberal y la 4T. Sólo el Noa-Noa, “donde todo es diferente”. El Presidente vio de reojo a sus adormilados colaboradores de Segob y de Pemex y susurró: “Ahora sí, con Juan Gabriel terminamos”.