Toy Story 4: termina un ciclo

El año 1995 fue uno de los más importantes para el cine de animación, ese año se dio el primer paso a la digitalización que marcó un parteaguas en la técnica y desarrollo tecnológico dentro del género, gracias a la primera cinta de la productora Pixar, completamente animada por computadora, Toy Story.

Así comenzó el legado que fue más allá de una simple película infantil. Pixar Animation Studios –antes The Graphics Group–, fue entrenada por Disney durante los cuatro años de desarrollo y producción de la primera película, la cual contó con una fórmula atractiva que aseguró su éxito, entre el aspecto tridimensional que dan vida a los dibujos y las voces en inglés de Tom Hanks (Woody) y Tim Allen (Buzz Lightyear) que añadieron personalidad y carisma al dúo entrañable de juguetes.

Entonces el mundo mágico de la imaginación se desató bajo la hipótesis de que los juguetes cobran vida cuando nadie los ve, y esa ilusión con el paso del tiempo no sólo cobró fuerza, sino que fue adquiriendo significado en distintos contextos. La amistad, el respeto, la lealtad, la honestidad y la confianza, son sólo algunos de los valores que forman la medula espinal de la historia.

“En Pixar un animador es más un actor que un artista. Claro, pueden dibujar, pero el verdadero truco es hacer que estos personajes en 3D cobren vida. Eso requiere una habilidad de actuación más que cualquier otra cosa” —John Lasseter, animador y miembro fundador de Pixar.

La tecnología que propuso Pixar con la primera entrega, posibilitó además el primer almacenamiento de personajes digitales, sets, accesorios y escenas; todo un hito cinematográfico que permitió su reproducción y adaptación de manera económica e infinita, lo cual redujo la cantidad de trabajo manual requerido, con un equipo de 110 colaboradores,​ a diferencia de los 800 que trabajaron en El Rey León (1994), en aquellos años.​

22 años después, Toy Story 4 marca el final –o al menos el cierre de un ciclo– de una de las sagas animadas más entrañables y divertidas de la cartelera comercial. Y a propósito de su reciente estreno en nuestro país, el director Josh Cooley y su productor Jonas Rivera visitaron la Ciudad de México para un encuentro con diversos medios.

“Toy Story 3 tuvo un cierre hermoso, hasta nosotros pensamos que ése era el final, y cuando hablamos de Toy Story 4 pensamos ‘¡cómo! ¿No qué ya habíamos acabado?’, pero hablamos del final del tiempo de Woody. El objetivo era hacer una historia en la que valiera la pena el título, para nosotros era importantísimo luego de las películas pasadas”, explicó Jonas Rivera.

Tras varias aventuras, el vaquero Woody dice finalmente adiós al grupo de juguetes que lo acompañó durante varias décadas, no sin antes reencontrarse con una vieja amiga. La pastorcita Betty y sus ovejas siamesas toman el protagónico de la cuarta entrega para continuar con las lecciones morales.

“No puedo hablar por todos pero hay algo cierto en todo esto, en cada película en la que participamos buscamos decir la verdad, no queremos sermonear ni dar lecciones de vida, sólo contar la verdad de cómo se siente la gente y transmitir esas emociones. En todos los personajes ponemos un poquito de nosotros, aunque son juguetes y honramos la idea de ser un juguete, en efecto tienen problemas y dinámicas de adultos”, aclara Josh Cooley.

“Woody protege a sus compañeros, ése es su trabajo y es lo que lo mueve. Por eso desde la primer película te das cuenta que tiene miedo de perder su trabajo, y creo que los papás se relacionan muy bien con eso”, agrega Cooley, quien además se estrena como director con esta producción.

Como director, Cooley dijo añadir un aspecto particularmente personal a la trama, el cual se ve reflejado en la relación entre Woody y Betty, quienes a su parecer son un reflejo de su matrimonio. Sin embargo, y sin aparente intención, también es evidente el peso que tienen los personajes femeninos en la cinta.

“Cuando comenzamos esta película hace cinco años trabajamos muy duro para tener un equilibrio de género, siempre lo hemos hecho, tal como lo hicimos en Intensa-mente (2015). Y cuando estábamos analizando Toy Story pensamos en mostrar un cambio real en Woody y, en ese sentido, Betty es un personaje muy fuerte, no sale mucho, siempre está atrás, pero es ella la que le recuerda a Woody quién es, le dice ‘mira tu bota, dice Andy’, es quien lo levanta cuando está caído”, indicó Rivera.

“Entonces pensamos en tomar ese personaje con mucha fuerza y dignidad y la ponemos al frente como la líder, así Betty se convirtió en el catalizador de Woody. Fue la única razón por la que logramos la película, sin ella Woody no hubiera llegado al siguiente nivel”, añadió el productor, quien trabajó en las dos primeras películas de Toy Story, así como en otras producciones como Bichos (1998), Monsters, Inc. (2001), Cars (2006) y Up (2009), por mencionar algunas.

“Se convirtió en el núcleo de la película, no tratábamos de cumplir con la agenda de género necesariamente, pero sí queríamos que fuera real y activa, así que hubo un grupo de animadores, artistas, modeladores y guionistas que se hicieron llamar ‘Equipo Betty’, que estaba compuesto por puras mujeres que querían que el personaje fuera real, que no cayera en estereotipos de mujeres, así que se trabajó mucho en su formación”, destacó.

A Betty se suma el peso de Jessie –aunque no participa durante la mayor parte de la cinta, sus intervenciones son cruciales en la trama–. Sin embargo, ésta es la primera vez que vemos una antagonista femenina en la historia. Gabby Gabby es una muñeca a la que se le ha descompuesto la caja de voz, y ve en Woody la posibilidad de obtener el reemplazo para repararse y conquistar el corazón de la nieta de la dueña de la tienda de antigüedades donde lleva demasiado tiempo esperando por una dueña.

Sus oscuras técnicas de convencimiento serán secundadas por puño de títeres ventrílocuos que naturalmente no hablan (al estar condicionados a un titiritero que al usarlos les dé voz), quienes añaden un toque de terror a la cinta. Sin embargo, Gabby no muestra una maldad inquebrantable como pudimos ver con sus antecesores Lotso o El Oloroso Pit, quienes luego de sufrir el abandono de sus respectivos dueños se aferran a un estado de envidia y resentimiento contra todo juguete que tenga un dueño.

Por su parte Gabby logra a buen modo, conseguir su objetivo y pese a que sus planes no salen conforme a lo planeado, consigue redimirse y encontrar un hogar. Un final para la villana, distinto al que habíamos visto anteriormente. Algo que también genera un cambio significativo en la proyección de los personajes y la empatía que buscan generar en el público con esta producción.

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