Cine coreano acapara los reflectores

La noche del pasado domingo se vivió una celebración mundial con el triunfo de Parásitos, de Bong Joon-ho, en los Premios Oscar al llevarse el máximo galardón de la meca del cine hollywoodense. Este hito histórico a la vez es consecuencia de que en los últimos 30 años el cine coreano se haya convertido en uno de los más propositivos del mundo, y sus exponentes han cosechado en ese tiempo grandes triunfos alrededor del mundo.

BREVE HISTORIA. Uno de los factores importantes detrás de las motivaciones de las historias fílmicas del cine coreano, es que ha nacido y crecido bajo la sombra permanente de la censura a través de las distintas dictaduras que se han sucedido en el país desde principios del siglo XX. En los años 50 y 60 hubo un breve esplendor, en el que se destaca la figura de Kim Ki-young a través de su película Hanyo (1960).

Después de esos años la industria fue absorbida por la censura desde 1973, tal y como lo destaca el periodista cinematográfico Sergio Huidobro en su artículo Parasite y el cine coreano que cambió las reglas, publicado en diciembre en Cinepremiere, “el gobierno surcoreano optó por blindar a las artes de la influencia comunista aplicando un sistema de control tan estricto como el de sus vecinos del norte. En consecuencia, casi todo el cine producido antes o después de la guerra entre ambas Coreas fue desaparecido de la historia para borrar toda evidencia de que, antes de ser enemigos mortales a causa de la Guerra Fría, habían sido el mismo país”, explicó el periodista.

Las censuras fueron a menos después de que fue asesinado el presidente Park Chung-hee el 26 de octubre de 1979, el golpe militar de 12 de diciembre de 1979, perpetrado por el general Chun Doo-hwan contra el presidente Choi Kyu-hah, y la masacre de Gwangju a manos de los militares en 1980.

Además con nuevas políticas en favor del cine coreano, como que en 1988 el presidente Roh Tae-woo decidió eliminar el dirigismo cultural gradualmente, mientras que los directores retomaron los temas sociales y políticos. Lo que ha sucedido a partir de la década de los 90 ha sido un empuje de su cine con una generación dorada que se ha mantenido en la élite del séptimo arte desde entonces.

Gloria Fernández, experta en cine coreano y fundadora de Cine Asia, explicó para la agencia EFE que en los últimos años los realizadores comparten algunos elementos en común en sus propuestas como que suelen apostar por guiones arriesgados y por mezclar géneros, como hace Parásitos, que empieza como un drama social y deriva en auténtico terror sin renunciar a un humor de lo más irreverente:

“Corea empezó con la tecnología, después pasó al cine y a la música con el k-pop y las series, ahora mismo pueden verse muchísimas telenovelas coreanas en Netflix, y últimamente están apostando por la gastronomía, abriendo muchos restaurantes”, dijo.

GENERACIÓN DORADA. Cinco nombres destacan en el cine coreano en los últimos años como los grandes referentes de su cine.

Las primeras obras de Hong Sang-soo, como su ópera prima, El día que un cerdo cayó al pozo (1996), conseguían hacerse hueco en el circuito de festivales internacionales. Su cine retrata la sociedad coreana desde el lado más humano. Si bien no es un autor de éxito comercial sus filmes han legado a los grandes festivales del mundo, con premios como Un certain régard en el Festival de Cannes de 2010 por Hahaha (en este festival ha participado con nueve filmes); el Leopardo de Plata a la Mejor Dirección en Locarno de 2013 por Our Sunhi, y el Leopardo de Oro en ese mismo festival, pero en 2015 por Right Now, Wrong Then.

Otro autor simbólico es Lee Chang-dong, quien comenzó a destacar con Green Fish, una crítica de la sociedad coreana a través de los ojos de un joven atrapado en el submundo criminal, en 1997. Desde entonces su cine ha logrado colocarse a nivel mundial con títulos célebres como Oasis, por el que ganó el Premio al Mejor Director en el Festival de cine de Venecia de 2003. También compitió en Cannes con Secret Sunshine (2007), en el que Jeon Do-yeon ganó como Mejor Actriz; ahí mismo compitió con Poetry (2010) con el premio al Mejor Guion y en 2018 el Premio FIPRESCI por Burning.

Park Chan-Wook es uno de los más influyentes. Quentin Tarantino explicó que presionó para que su filme Oldboy (2003) se hiciera con la Palma de Oro de Cannes, pero se quedó con el Gran Premio del Jurado. Ganó el Premio Alfred Bauer de la Berlinale por I’m a Cyborg, But That’s OK (2007); con Thirst regresó a Cannes en 2009 a ganar el Premio del Jurado y su más reciente filme La doncella (2016), es considerada una obra indispensable del siglo XXI.

Otro cineasta popular es Kim Ki-duk, quien comenzó a tener proyección internacional en 1998 con La puerta azul en la Berlinale, pero fue con La isla (2000), y la mención especial por el León de Oro de Venecia que se hizo un nombre; a este certamen regresó para ganar el León de Plata como Mejor Director por Hierro 3 (2004) y luego el León de Oro por Pietá (2012); también fue Mejor Director de la Berlinale por Por amor o por deseo (2004).

Ahora toca el turno de Bong Joon-ho, quien antes de su éxito con Parásitos, había pisado Cannes con The host (2006) y Okja (2017); la crítica mundial se rindió a Memorias de un asesino en serie (2003) y Mother (2009), y destacó también su debut americano con Snowpiercer (2013).

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