Hay salida: Un testimonio

Por: Pachela Gaudiano Rovirosa

La nueva realidad que estamos viviendo ante ésta pandemia nos tiene a todas y a todos en un aislamiento social forzado, una cuarentena obligada que en mi opinión ha sacado lo peor o lo mejor de la gente, ha mostrado a las personas desenmascaradas tal y como son, han sido días difíciles pero todo esto es temporal, no durará para siempre y en algunos meses volveremos a la “normalidad” o a una nueva normalidad. Mientras toda nuestra atención se enfoca en el ya famoso corona virus no puedo dejar de pensar en las miles de mujeres que viven violencia y que tienen que pasar la cuarentena con sus agresores. Ni la violencia contra las mujeres ni los feminicidios van a disminuir porque las mujeres corren igual de riesgo o si no es que más en sus casas que en la calle, por eso me pareció oportuno rescatar éste testimonio que me escribió una mujer ya hace varios años y a la que le pedí su autorización para compartirlo. Pensemos en todas esas mujeres que viven violencia todos los días y en las que sus hogares no son un lugar seguro.

Pachela Gaudiano Rovirosa:
Antes que nada agradezco que puedas tomarte el tiempo para leerme, me preguntaras cual es mi propósito, seguramente lo sabrás al final de mi carta, puede que mi mensaje te resulte ambiguo, pero más que a ti, lo que escribo sería más bien dirigido algunas mujeres en específico, he leído algo de lo que escribes en tu blog y me he quedado con algunas, pero mi objetivo no es precisamente para hablarte de eso, de principio en tu perfil mencionas que eres orgullosamente mujer, psicóloga y feminista, si me lo permites yo agregaría, idealista, porque sin ideales no hay pasión y sin pasión no hay lucha, en consecuencia debo felicitarte por ello, confieso que no soy feminista ni por asomo, pero te puedo decir al igual que tú, orgullosamente mujer, gracias a grandes mujeres idealistas que lucharon para que hoy en día lográramos tener mejores oportunidades en la vida, no obstante debo ser muy honesta, existimos aún muchas mujeres que seguimos fomentando el machismo de manera sutil y a nuestro modo, lo digo por lo que veo a diario o porque me ha tocado vivirlo.
Pasa que a las mujeres nos cuesta reconocer algunas verdades, duele reconocer que nosotras mismas que tenemos la oportunidad de reeducar (cosa difícil pero no imposible si se da el primer paso) a nuestros hijos, esposo, novio, sobrinos, primos, amigos, compañeros o conocidos, sin embargo aún no estamos preparadas para hacerlo, obviamente no pretendo generalizar, hay mujeres que se encuentran aún más subyugadas por estar en condiciones más desfavorables y que su posición social, cultural o económica las hace aún más vulnerables, EN ESTE SENTIDO por ellas si es necesario seguir alzando la voz y trabajar de manera constante desde el ámbito en que nos encontremos, teniendo muy en cuenta que una mujer que ha sido violentada en cualquiera de sus formas, no tiene la capacidad de levantar la voz, mucho menos levantar el rostro para defender y luchar por sus derechos.
Me permito contarte una experiencia personal, recuerdo en una ocasión cuando estudiaba mi licenciatura, tuve diferencias con un hermano y al no aceptar lo que él quería, sin importar que él estuviera acostumbrado a que las mujeres deben permanecer calladas, decidí no hacerlo, por ese motivo termine con heridas en el rostro y algunos golpes en el cuerpo, una de las experiencias más difíciles, sobre todo porque la persona que te provoca el daño es un ser a quien tú quieres y suena hasta burdo contarte que en esa época de estudiante investigaba y hacia trabajos de campo sobre violencia intrafamiliar y mis casos terminaban con mujeres violentadas y en donde la dignidad de ellas eran pisoteada constantemente.
Regresando a mi caso, cuando mi padre me vio en esas condiciones, no recuerdo bien los colores de su rostro, pero al día siguiente me obligó a levantarme muy temprano, para ir al hospital pero antes me pidió que bajara para hacer una denuncia en contra de mi hermano, le dije que no podría, solo me respondió que es algo que no debo permitir, por fortuna era muy temprano y aun no llegaba la persona que debía tomarme la declaración, nos dirigimos al hospital y al final de cuentas lo único que corrió a cuenta de mi hermano fueron los gastos médicos.
La enseñanza tan grande que me dejó no fue la reacción de mi padre, mi hermana que vio lo sucedido me decía que por favor no volviera a contradecir a mi hermano, no dudó en decirme que yo tenía la culpa por no quedarme callada, desde luego yo tengo la culpa de no quedar callada, no culpaba la forma de pensar de mi hermana, después de todo seguimos siendo parte de una cultura machista que padecen hombres como mujeres, siempre he partido desde ahí, es importante que las mujeres cambiemos de actitud, si queremos ser valoradas tenemos que empezar por valorarnos a nosotras mismas.
Coincido en algo importante contigo, seguir levantando la voz, agregaría; educar y educarnos a nosotras mismas, que demos el primer paso (para aquellas que no lo han hecho) que ya muchas lucharon por abrirnos el camino, entonces para algunas yo solo les diría ¡caminemos!

Saludos y felicidades
Atte.
S. AP

Pachela Gaudiano Rovirosa
Presidenta de la Asociación Civil Hay Salida

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