Que la epidemia del coronavirus esté controlada no significa que haya acabado. Lo saben bien en China y Corea del Sur, que se enfrentan a sendos rebrotes tras atajar los contagios y volver a una cierta normalidad.
En Wuhan, donde estalló la epidemia entre diciembre y enero, por nada del mundo quieren volver a sufrir aquella pesadilla, que dejó solo en esta ciudad 50.000 de los 82.000 infectados que recogen las cifras oficiales y unas 3.870 de las 4.643 víctimas mortales. Reabierta el 8 de abril tras 76 días de estricto confinamiento y paralización de toda actividad salvo la esencial, Wuhan estaba recuperando la «nueva normalidad» que ha traído el mundo poscoronavirus y en sus calles había cada vez más coches y gente. Pero el fin de semana, después de 35 jornadas sin registrar ni un solo contagio, las autoridades detectaron seis nuevos casos. Como ninguno de ellos está relacionado con infectados importados procedentes del extranjero, se teme que el virus esté circulando de nuevo y el objetivo ahora es pararlo antes de que siga propagándose.
Para ello, el Ayuntamiento de Wuhan va a hacerle la prueba a los once millones de habitantes que tiene la ciudad, según informan la agencia Reuters y el portal chino de noticias «The Paper». Distrito a distrito, el plan es llevar a cabo las pruebas en solo diez días, con prioridad para los ancianos y los barrios más densamente poblados y con mayor trasiego de residentes y trabajadores procedentes de zonas rurales.
Hasta ahora, las empresas y fábricas de Wuhan han venido haciendo pruebas a los empleados que se reincorporaban al trabajo, como pudo comprobar este corresponsal durante las casi tres semanas que pasó allí en abril para cubrir la reapertura de la ciudad. De igual modo, el test del coronavirus era obligatorio para todo aquel que saliera de Wuhan rumbo a alguna otra parte de China, ya fuera para trabajar, estudiar o de vacaciones.
Con estas medidas tan drásticas, que están acompañadas de códigos de salud QR que rastrean los movimientos de los móviles, las autoridades chinas tratan de impedir una segunda oleada del coronavirus. Pero las alarmas han saltado en las últimas semanas por los rebrotes provocados en el nordeste por casos importados de la vecina Rusia, que han llevado a cerrar parcialmente las ciudades de Shulan y Harbin, así como por el foco en Wuhan. En este último caso, y según recoge «The Paper», los seis nuevos contagiados viven todos en la misma urbanización y entre ellos hay dos parejas. Como en dicha comunidad hubo antes 20 infectados por el coronavirus, los expertos creen que los nuevos casos proceden de ellos, pero tienen que seguir investigando.
Con este ambicioso plan, que pretende hacerle la prueba en solo diez días a una población como la de Grecia, las autoridades no solo quieren contener un posible rebrote, sino también conocer la incidencia real de la enfermedad Covid-19. En medio de las crecientes dudas sobre las cifras oficiales de China, los resultados del estudio servirán para dar una idea más clara de la extensión de la epidemia. De momento, parece que solo se hará el test del ácido nucleico, que detecta el coronavirus, pero no se ha informado de si se efectuarán también pruebas de anticuerpos, que indicarían si una persona ha sufrido la enfermedad.