Donald Trump terminaba su discurso a la nación, en el que anunciaba la movilización del Ejército para sofocar las protestas, y en el exterior de la Casa Blanca la Policía Militar, formando detrás de escudos antidisturbios, cargaba contra los centenares de manifestantes congregados pacíficamente, ayudándose con gases lacrimógenos y arropados por agentes a caballo, para abrir una vía en la plaza de Lafayette.
Minutos después, el presidente pasaba con una pequeña comitiva caminando hasta la iglesia de Saint John, cuyo sótano ardió en las revueltas del domingo por la muerte de George Floyd, para fotografiarse a las puertas del templo sujetando una Biblia en la mano, antes de regresar a su residencia.
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