El actor, director y escritor mexicano Héctor Ortega, falleció este miércoles a los 81 años de edad, sin aún revelar las causas de su muerte. La noticia fue dada en primera instancia por su amigo y colega Mauricio Herrera, quien lo definió como su “amigo desde hace 67 años”, luego lo confirmaron la ANDA y la ANDI.
Si bien tuvo una carrera simbólica como director de cine, alcanzó la fama por participar en telenovelas, pero fue su trayectoria como actor y dramaturgo a la que dedicó la mayor parte de su vida. Estudió Actuación con el Grupo de Teatro de la Escuela Nacional de Arquitectura, en el Teatro Estudio y en el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Teatro, Pantomima y Danza con Alejandro Jodorowsky, Carlos Ancira y Juan José Arreola.
“Sin duda los actores tenemos un bagaje que no tiene cualquier escritor. El teatro nos da una actitud, una información, un aprendizaje para percibir las cosas haciendo abstracción de ellas. En la farsa y en la tragedia hay que pasar por una abstracción para llegar al teatro. Por ahí leí que el escenario resulta el lugar donde todo lo que es, es siempre otra cosa; un lugar donde uno entra a otra realidad, en la que se puede abstraer, sintetizar. Como un espacio platónico”, así definía su pasión.
Su primer trabajo como actor fue en la película En este pueblo no hay ladrones (1964), de Alberto Isaac, en el que retrató a un camarero afeminado. Después de su debut en el cine, apareció en una multitud de películas que incluyen Los días del amor, La montaña sagrada y El hombre del puente, entre otras, que suman más de 25 títulos en su carrera.
Debutó en la dirección teatral en 1966 con la obra Silencio, locos trabajando, en la que participan Alfonso Arau, Héctor Suárez, Fernando Luján, Martha Navarro y Susana Alexander. Más tarde dirigió en el Teatro Insurgentes, con Manuel Valdés, Héctor Lechuga y Alejandro Suárez, Ensalada de locos y para 1983 montó La muerte accidental de un anarquista, una de las obras más importantes en su carrera.
En su haber tiene más de cincuenta obras teatrales bajo la dirección de Ignacio Retes, José Solé y Alejandro Jorodowsky, con quien fundó la Compañía de Cómicos de México. Ha formado parte de las compañías Teatro de Vanguardia, la del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la de la Universidad Veracruzana.
Actuó en otras obras como La hermosa gente (bajo la dirección de Juan José Gurrola, 1957); ¿Locuras felices? (Alejandro Jodorowsky, 1964); Viaje a Fobos (Abraham Oceransky, 1972) y La muerte accidental de un anarquista de Darío Fo, (José Luis Cruz, 1985). También dirigió Paren el mundo que quiero bajarme, de Leslie Bricusse y Anthony Newley (1967) y Asesinato en la Catedral de Eliot.
Dentro de la cinematografía es galardonado tanto por su labor histriónica como por su capacidad literaria. Obtuvo en 1973 la Diosa de Plata y en 1988 el Ariel a Mejor Actor de cuadro por las cintas El rincón de las vírgenes (Alberto Isaac, 1972) y Mariana Mariana (Alberto Isaac, 1986), respectivamente. Recibió en 1972 el Ariel por Mejor Guion y es premiado este mismo año con la Diosa de Plata por Mejor Argumento Original para el film El Águila Descalza, que escribió junto a Alfonso Arau en 1969.
En 1976 debutó como director de la película La palomilla al rescate, y ese mismo año tiene la oportunidad de filmar su segundo largometraje, Vacaciones misteriosas. En 1987 regresó al teatro para dirigir ¡Ay Cuauhtémoc no te rajes! y El huevo de Colón, en las que participa como actor, director y autor. En el año 2002 recibió el premio que entrega la Asociación Mexicana de Críticos Teatrales al Mejor Actor, por su interpretación de Fray Servando teresa de Mier en la obra 1822: El año en que fuimos Imperio.
Fue miembro fundador del Sindicato de Actores Independientes, donde fungió como Secretario de Organización y Estadística y Secretario de Conflictos; fue Secretario de Trabajo de la Sección de Autores del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana.
A través de su obra ejerció un humor crítico y corrosivo mediante el lenguaje popular de teatro de revista y la creación de personajes estereotipo. Sus textos abordan y parodian la problemática política; en ellos reflexiona acerca del poder, la corrupción, lo establecido y desmitifica a los héroes: “El humor es crítica, o no es humor”, fue su lema. Descanse en paz.