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Las licencias de portación de armas de fuego aumentaron en Brasil un 205 por ciento entre el primer semestre de 2019 y el primer semestre de 2020. Concretamente, la policía federal, encargada de estos permisos, otorgaba hace un año 24 mil 236 permisos, mientras ahora ha emitido ya 73 mil 996. Todo ello, bajo el mandato de Jair Bolsonaro, quien se ha mostrado abiertamente favorable a inundar de armas de fuego un país ya muy golpeado por la violencia.
Y las consecuencias de esta desregularización de la portación de armas se han dejado notar rápidamente. Según un estudio del Foro Brasileño de Seguridad Pública, en conjunto con el Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo y la web de noticias G1, los homicidios dolosos en Brasil han aumentado un 7 por ciento en los primeros cinco meses de este año.
Este aumento, además, se produjo después de que 2019 marcara un mínimo de homicidios desde 2007, según el mismo Foro.
El diario El País, además, cita a Isabel Seixas, consultora de dicho Foro, quien asegura que “según un estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada, generalmente por cada 1 por ciento más de armas en la población, hay un aumento del 2 por ciento de homicidios”, por lo que esta relación causal directa es ya conocida por los investigadores.
Además, Seixas también advierte que el aumento de armas legales en el mercado comporta un problema añadido, que es que “entre el 30 por ciento y el 40 por ciento de las armas incautadas por la policía fueron compradas originalmente por personas sin conexión con el crimen, que luego las vendieron o se las robaron”.
LICENCIAS FLEXIBILIZADAS
La manera en que el mandatario ultraderechista ha relajado el control de armas es a través del mecanismo que usa la policía, que es que quien pide la licencia debe demostrar que tiene una “necesidad efectiva” de poseer el arma de fuego. El mandatario ha emitido varios decretos que facilitan demostrar esta subjetiva necesidad.
