Si al día de hoy no fallan las encuestas a nivel nacional y, sobre todo, no fallan las de los estados bisagra (swing states), el ganador de las elecciones estadunidenses más trascendentales de la era moderna será el candidato demócrata Joe Biden. Otra cosa es que el presidente Donald Trump reconozca su derrota y jalee a sus simpatizantes para que denuncien en la calle fraude electoral, un escenario inaudito y muy peligroso, teniendo en cuenta que muchos de esos fanáticos trumpistas pertenecen a milicias armadas de supremacistas blancos y grupos neonazis.
Según la encuesta publicada ayer por CNN y realizada tras el primer debate presidencial, el candidato demócrata, Joe Biden, tiene el apoyo del 57%, frente a 41% que se decantaría por Trump; una ventaja de 16 puntos desde la encuesta de finales de agosto y la mayor desde que ambos fueron confirmados como candidatos presidenciales.
Pero la peor noticia para Trump, destaca CNN, es que hasta un 90% de los encuestados asegura que tiene claramente decidido por quién votará dentro de cuatro semanas, por mucho que se luzca Trump en los próximos dos debates (si el coronavirus que padece se lo permite).
FLORIDA Y EL CORTEJO A LOS CUBANOS
Otra encuesta de ayer revela que Biden ha logrado rebasar a Trump en uno de los estados más estratégicos para la victoria final: Florida.
Según la Universidad del Norte de Florida (UNF), el demócrata logra el 51% de los votos frente al 45% del republicano. Y un dato clave: la estrategia del republicano de acusar a Biden de “amigo de los dictadores comunistas” —una de sus mentiras para atraer el voto del exilio cubano y venezolano— no le ha funcionado como le gustaría.
Una encuesta del Miami Herald, realizada tras el bronco debate de la semana pasada, da a Biden 10 puntos de ventaja sobre Trump en Miami, gracias a que se ha roto el desempate que tenían hace un mes entre la comunidad latina en ese condado (49 a 43).
En el caso de los votantes de origen cubano, el republicano todavía goza de una abrumadora mayoría (61 a 35). No obstante, la encuesta de septiembre otorgaba a Trump un 68% del apoyo entre el exilio cubano, frente a 33 para Biden.
Dicho margen se podría estrechar aún más si el demócrata saca réditos de su visita a la mayor ciudad de Florida, donde lleva dos días negando que sea amigo de “dictadores” latinoamericanos “ni tampoco de Putin”, en alusión venenosa a la irresistible admiración que siente Trump por el presidente ruso.
LA «SORPRESA» DE OCTUBRE
Estados Unidos, tan dado a las tradiciones, tiene varias relacionadas con las elecciones, entre ellas, la llamada “October surprise”, un acontecimiento que sacude la campaña a menos de cinco semanas de que abran las urnas, el 3 de noviembre.
En esta ocasión, la sorpresa llegó muy pronto. El 2 de octubre, el presidente anunció que tenía COVID y fue ingresado en un hospital militar. Tres días después, el mandatario convirtió su salida en un show que culminó con el despojo de su cubrebocas desde la terraza de la Casa Blanca, con los fotógrafos a sus pies. Ya intentó el mismo show en junio, cuando ordenó que expulsaran de su camino a los que protestaban por el asesinato del afroamericano George Floyd, y se plantó frente a una iglesia Biblia en mano.
En ambos espectáculos, Trump trata de vender la imagen de ley y orden, de que tiene el control. En vez de mostrar compasión por las familias de los negros asesinados por uniformados, declaró que los policías son héroes. En vez de mostrar compasión por las familias de los más de 210 mil muertos por COVID, ayer los insultó, al comparar la pandemia con una “gripe” y pedir a los estadunidenses que “no le tengan miedo a la pandemia” y “sigan con sus vidas”. En vez de admitir que la mayoría no podrá acceder al costosísimo tratamiento antiviral al que se sometió él, presumió de sentirse como si tuviera 20 años.
Ésta será la estrategia que seguirá Trump para ganar a Biden en el debate —si es que lo hay— y en las elecciones: venderse como un líder fuerte. Pero las encuestas anuncian que la opinión pública se está hartando del presidente estafador y mentiroso. Un botón de muestra: hasta ayer, cuatro millones cien mil personas habían votado frente a los 75 mil que votaron en 2016.
Quedan 27 días para ver si Trump vuelve a engañar a los estadunidenses o éstos lo echan a patadas de la Casa Blanca.