El primer y único debate entre los candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos fue todo lo contrario al primer debate presidencial. No hubo gritos ni insultos personales, incluso cuando el vicepresidente republicano, Mike Pence, interrumpía a su adversaria, la demócrata Kamala Harris, ésta le pedía, firme, pero educadamente, que no la interrumpiera y que era su turno. “Estoy hablando”, le avisó la senadora.
Tras el bochornoso espectáculo del presidente Donald Trump, que la semana pasada llevó a su rival Joe Biden a ponerse a su altura y llamarlo “payaso”, el debate de de ayer fue una balsa de aceite, aunque no faltaron, como era de esperar los ataques a la gestión política del actual gobierno, ni tampoco faltaron las mentiras del vicepresidente para confrontar a su adversaria. Eso sí, todo, civilizadamente.
El “fracaso” ante la pandemia
Harris, que hizo historia al convertirse en la primera mujer negra en protagonizar un duelo vicepresidencial, se mostró en momentos algo nerviosa, frente a la veteranía de Pence, considerado un gran orador. Sin embargo, se mostró implacable cuando tocó el tema protagonista de la noche: la pandemia y la gestión de Trump, que calificó como “el mayor fracaso de un gobierno en nuestra historia”.
“¿Respeto al pueblo estadunidense? Respeto es decirle a la gente la verdad. La gente ha tenido que sacrificar demasiado por culpa de la incompetencia de este gobierno, y eso es pedirle a la gente demasiado”, declaró Harris.
“En plena pandemia -prosiguió-, el gobierno pretende quitar el seguro médico a veinte millones de estadunidenses”, denunció la senadora y recordó que “muchos de ellos con enfermedades preexistentes como cáncer”. Sin perder la calma, Pence se limitó a responder que el Obamacare “es un desastre”.
Para zanjar el asunto de la COVID-19, Harris lanzó un dardo al gobierno, al asegurar que “si los doctores aseguran que podemos tomar la vacuna, yo seré la primera en la fila, pero si lo dice el presidente, no, no me pondré la vacuna”.
Ancianidad de los candidatos, tema ignorado
La moderadora del debate, Susan Page, del diario USA Today, preguntó y repreguntó a los candidatos a la Vicepresidencia sobre la cuestión de la edad de Biden y Trump, quienes asumirían la legislatura en enero con 78 y 74 años respectivamente. Sin embargo, tanto Harris primero como Pence después, ignoraron descaradamente la pregunta, muy directa: “¿Tienen un plan de transición de la presidencia por una posible incapacidad., o al menos han hablado de ello con los candidatos?”. Nada.
Acusaciones cruzadas
Tras una primera parte del debate en que la civilidad dio paso incluso al aburrimiento, los argumentos empezaron a caldearse al tratar temas como la economía, en el que Harris acusó al presidente Trump de juzgar la salud económica del país solo “por cómo les va a los ricos”, mientras que Pence respondió acusando a Biden de querer subir los impuestos a la clase trabajadora, en defensa de su reforma fiscal de reducción de impuestos, que benefició principalmente a las grandes fortunas. “Si me dejas, podemos hablar de ello”, rebatió una Harris crecientemente enojada por las -educadísimas- interrupciones del vicepresidente; “Joe no subirá los impuestos a nadie que gane menos de 40 mil dólares al año”, zanjó la senadora.
Disputa por los soldados
Si bien la senadora demócrata comenzó el debate entre la tibiez y el nerviosismo, Harris comenzó a ganar momentum al denunciar la inacción de Trump ante los pagos que Rusia ofreció a aliados de los talibanes por matar a soldados estadunidenses y las publicaciones que revelaron que llamó “perdedores” a militares de EU. Ante el ataque, Pence replicó con una larga defensa de la política exterior del país, enalteciendo el asesinato del general iraní Qasem Soleimaní.
Contraataque de Pence por la Suprema Corte
Uno de los momentos en que Pence logró presionar de verdad a Harris ocurrió cuando le preguntó si Biden piensa ampliar la Corte Suprema, como han sugerido algunos líderes demócratas. Sin embargo, la senadora desvió la cuestión e insistió en criticar la intención republicana de apurar el actual mandato para nominar a una jueza ultra conservadora, Amy Barrett, cuando “cuatro millones de personas ya han votado”.
Harris, con todo en el racismo
El momento cúlmen de la candidata demócrata a vicepresidenta llegó cuando se trató el tema candente del racismo en EU. Por un lado, el vicepresidente Pence no logró resultar convincente al asegurar que Trump ha condenado el supremacismo blanco mientras Harris recordaba que el mandatario dijo que había “gente muy buena” entre los neonazis que se manifestaron “con antorchas” en Charlotesville en 2017. Por el otro, la senadora por California defendió su participación en protestas antirracistas pacíficas y denunció que EU necesita “una reforma policial” porque “los policías malos son malos para los policías buenos”.
Con una senadora Harris crecida, aunque sin lograr rematar a su adversario, la pregunta que todos esperaban -si se negaría a aceptar una transición pacífica en caso de derrota, como dijo Trump en el primer debate presidencial- se quedó sin respuesta. El vicepresidente ejercitó sus habilidades de distracción para limitarse a repetir: “Creo que ganaremos”.