Amenaza Donald Trump con declararse ganador

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, planea proclamar su victoria la misma noche del martes y sin esperar al recuento total de voto, que en algunos estados podría decidirse hasta cinco días más tarde, en caso de que esté muy apretado en algunos estados y haya que esperar el voto por correo.
“La elección debería terminar el 3 de noviembre, no semanas más tarde”, tuiteó. Algo que difícilmente sucederá: incluso en unos comicios sin tanto voto por correo, casi ningún Estado reporta los resultados definitivos en la misma jornada electoral.

Más de 80 millones de estadunidenses han votado ya por correo y los republicanos, que confían en que la mayoría de sus votantes deposite su papeleta la misma jornada electoral, juegan con el peligroso juego de proclamar ganador a su candidato una vez concluya el recuento de papeletas depositadas el mismo martes.
“El presidente Trump estará por delante en la noche electoral”, dijo en televisión Jason Miller, asesor de la campaña de reelección del presidente, contando con que la mayoría de los demócratas han votado ya por adelantado y el grueso de votantes republicanos se concentre en la jornada del martes. “Y entonces ellos tratarán de robarla después de la elección”, añadió, en una peligrosa e insólita acusación a los demócratas.

Hace dos días, el propio mandatario ya apuntó en la misma dirección: “Deberíamos tener los votos contados, tabulados y terminados para la tarde-noche del 3 de noviembre”. Un escenario prácticamente imposible, que nunca en la historia moderna ha sucedido y que no es contemplado en legislación alguna. Cuando se proclama un ganador en la misma noche electoral, no es porque el recuento se haya completado, sino porque las proyecciones de los medios deducen que, aunque quede escrutinio, uno de los candidatos tiene ya una ventaja que los votos restantes no pueden arrebatar.
Los mensajes apuntan a la posibilidad de que la campaña republicana decida emprender una batalla legal para tratar de anular los votos por correo que no hayan sido contados antes del fin de la jornada electoral. Un intento de forzar a los Estados a detener el recuento después de la jornada electoral por la vía judicial sería una subversión sin precedentes del proceso electoral, que arrebataría el derecho de participación política a millones de ciudadanos que han depositado sus votos de manera legal y en los plazos establecidos.

En medio de una pandemia en la que las autoridades sanitarias desaconsejan el contacto físico con otras personas, se espera que más de 80 millones voten por correo en estas elecciones. Es más del doble de los que lo hicieron cuatro años, un insólito crecimiento que ha puesto el foco en el proceso por el que los diferentes Estados verifican la identidad de los votantes. Ambos partidos, y también grupos de activistas, han interpuesto demandas contra dichas técnicas de verificación, a menudo por fallos en el proceso de notificación a los votantes para corregir eventuales errores y darles la oportunidad de corregirlos. El presidente Trump ha ido mucho más lejos, sugiriendo públicamente, sin evidencias que lo justifiquen, que dichas prácticas son una oportunidad para el fraude electoral.
En algunos Estados sí se prevé que pueda declararse un ganador en la noche electoral. Es el caso de Florida, un Estado clave, sin el cual las opciones de Trump se reducen dramáticamente. Allí la ley permite empezar el escrutinio del voto por correo antes de la jornada electoral. Pero en otros Estados, incluido uno tan importante para la victoria en el colegio electoral como Pensilvania, donde muchos condados no empezarán el recuento del voto por correo hasta el miércoles, el resultado puede demorarse varios días. Lo cual no sería el resultado de un fraude, como sugiere el presidente, sino del funcionamiento normal del proceso electoral.

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