En una votación sin precedentes en la historia estadounidense, la Cámara de Representantes previsiblemente llevará este miércoles a Donald Trump a un segundo juicio político en menos de un año. Cuando falta una semana para la salida de Trump de la Casa Blanca, este órgano legislativo, que cuenta con una mayoría demócrata, quiere acusarlo de “insurrección” por los incidentes del Capitolio el pasado 6 de enero.
Aunque el impeachment al que se vio sometido el mandatario el año pasado no consiguió dividir apenas a la bancada republicana de las dos cámaras legislativas, la posición del presidente republicano es mucho más débil en esta ocasión. En la última semana, las críticas por parte de diversos sectores republicanos a la implicación del discurso de Donald Trump en los disturbios del Capitolio fueron numerosas.
Pero el principal problema al que se enfrenta este posible juicio político es el tiempo. Si hoy sale afirmativo el voto para procesar a Trump en la Cámara de Representantes, la acusación pasaría al Senado, donde se realizaría una suerte de juicio contra el presidente. El problema es que a partir del próximo 20 de enero tomará posesión Joe Biden y no está claro que se pueda realizar todo con tanta rapidez.
Lo que está claro es que Estados Unidos está caminando sobre terreno político desconocido. Nunca antes en la historia un presidente había tenido que enfrentar dos juicios políticos durante su mandato, ni un impeachment se había realizado a tan pocos días del final de una legislatura.
Lo acontecido tiene la explicación única de lo inusual de los eventos de las últimas semanas en Washington D.C. Desde las elecciones del pasado 3 de noviembre, donde el demócrata Joe Biden se hizo con la victoria, Trump ha negado los resultados de forma constante, realizando acusaciones infundadas de fraude electoral y arengando a sus seguidores a no reconocer una normalidad institucional y democrática.
Estos hechos desembocaron en los disturbios del pasado 6 de enero en el Capitolio, que hicieron que se suspendiera la ratificación de la victoria de Joe Biden en el Congreso y que cinco personas, entre ellas un policía, fallecieran durante el caos originado. Aunque Trump pidió cesar la violencia y garantizó una transición del poder pacífica, el impeachment se ve como un castigo simbólico a su gestión.
Trump advirtió desde Texas que este proceso es “peligroso” para Estados Unidos.
“Continuar por este camino, creo que está causando un peligro tremendo a nuestro país y está causando una gran ira“, dijo Trump el martes, en sus primeras declaraciones a los periodistas desde los disturbios de la semana pasada.
La mayoría demócrata en la Cámara de representante hace pensar que no habrá problema para llevar al mandatario saliente a juicio político. Además de la mayoría, al menos cinco legisladores republicanos, incluida la miembro republicana de la Cámara de Representantes, Liz Cheney, de Wyoming, anunciaron que votarían para acusar a Trump, dividiendo al liderazgo republicano y al partido en sí.
“El presidente de Estados Unidos convocó a esta turba, reunió a la turba y encendió la llama de este ataque”, dijo Cheney en un comunicado. “Nunca ha habido una traición más grande por parte de un presidente de Estados Unidos a su cargo y su juramento a la Constitución”.
Es más difícil que el procedimiento salga adelante en el Senado. Ahí se necesitan dos tercios de la cámara votando a favor de la condena al presidente Trump, algo que requiere a al menos 17 republicanos votando junto a los demócratas. Todavía no se sabe a ciencia cierta que republicanos harían esto en el Senado.
Sin embargo, sí que es notable la mala relación entre el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y Donald Trump. McConnell está muy molesto por los hechos del Capitolio, por la actitud del presidente y por haber perdido la segunda vuelta en Georgia, aunque todavía no ha anunciado su posible voto.
Con 222 votos a favor y 202 en contra, la Cámara de Representantes aprobó este martes la resolución no vinculante para pedir al vicepresidente del país, Mike Pence, que invoque la sección 4 de la Enmienda 25 de la Constitución, con el fin de despojar al mandatario de sus funciones.
Sin embargo, para la activación de esa vía constitucional era indispensable el respaldo del vicepresidente del país, Mike Pence, quien se anticipó y antes de que terminara la votación en la Cámara Baja emitió una carta en la que dejó claro que se opone a retirar a Trump del cargo. Esto hace que este procedimiento, mucho más rápido y directo que el de impeachment esté descartado.
“La insto a usted y a cada miembro del Congreso para que eviten acciones que puedan dividir y avivar aún más las pasiones del momento. Trabaje con nosotros para rebajar la temperatura y unir a nuestro país mientras nos preparamos para investir al presidente electo, Joe Biden, como el próximo presidente de Estados Unidos”, declaró Pence en una carta dirigida a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
Durante unos días, los demócratas tuvieron su esperanza depositada en esta posibilidad debido al enfrentamiento político entre Mike Pence y Donald Trump. Pence sufrió presiones de su propio presidente para que no declarase ganador de las elecciones del 3 de noviembre a Joe Biden y criticó fuertemente los disturbios del Capitolio.
Estados Unidos está sumido en una crisis política y de enfrentamiento polarizado acentuado en las últimas semanas. El próximo 20 de enero Joe Biden asumirá el cargo de presidente, un acto al que Donald Trump no asistirá y en el que se teme que puedan repetirse incidentes como los vistos el pasado 6 de enero.