Donald Trump tiene hoy una cita con la Historia… pero no con la que abre la puerta a la gloria, sino a la infamia. Hará historia porque se convierte oficialmente en el primer presidente de Estados Unidos que es sometido a un impeachment y el también el primero que es llevado a juicio político cuando ya no ocupa el cargo.
Los únicos presidentes de EU que fueron humillados con un impeachment – Andrew Johnson (1868) y Bill Clinton (1998)- estaban en el cargo y lograron ser absueltos, como le ocurrió al propio Trump hace un año, cuando quiso enfangar -con un supuesto negocio turbio en Ucrania- a quien sabía que iba a ser un rival peligroso en las urnas: Joe Biden.
A partir de hoy martes, el Senado de EU se convierte en un tribunal por cuarta ocasión en sus 232 años de historia.
¿Puro teatro o de vocación criminal?
Los cien senadores están llamados a juzgar a Trump por “incitación a la insurrección”, tras aprobar este único cargo la Cámara de Representantes el 13 de enero, justo una semana antes de que Trump abandonara el cargo y de que Biden jurase como presidente en una ceremonia a la que el republicano no asistió, no por porque sintiera remordimiento por los cinco muertos que dejó el asalto al Capitolio el 6 de enero, justo después de que arengara a las masas a intimidar a los congresistas para que no certificasen la victoria del demócrata, sino porque no puede soportar la idea de perder y de ingresar al club de los pocos presidentes que no lograron un segundo mandato.
En esta misma tónica de frustración y rabia, los abogados de Trump pidieron ayer al Senado que desestime el impeachment por considerarlo un «teatro partidista”, ya que salió adelante gracias a la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes (aunque con la novedad de que diez republicanos “traidores” se atrevieron a votar contra su líder supremo).
«El Senado debe rechazar de forma sumaria este acto político descarado. Ceder al hambre de los demócratas por este teatro político es un peligro para nuestra república», afirmaron los tres abogados del expresidente. «Se está pidiendo al Senado que haga algo patentemente ridículo: juzgar a un ciudadano privado en un proceso diseñado para expulsarlo de un cargo que ya no ocupa», añadieron.
“No hay una excepción de enero”.
La respuesta de los nueve “fiscales” demócratas no se hizo esperar: «No hay una ‘excepción de enero’ en la Constitución, que permita a los presidentes abusar de su poder en sus últimos días (de mandato) sin rendir cuentas».
Salvado este primer escollo, el líder de los 50 senadores demócratas, Chuck Schumer, y el de los 50 senadores republicanos, Mitch McConnell, pactaron ayer que este primer día se debata durante cuatro horas si este juicio político es constitucional y que luego se vote por mayoría simple. Al menos 5 senadores republicanos se mostraron dispuestos a votar por la constitucionalidad de este primer impeachment contra un expresidente, por lo no se espera hoy una sorpresa.
A partir del miércoles fiscales y abogados tendrán dos días para presentar argumentos y, en caso de que se apruebe, testigos. El juicio se celebrará todos los días -excepto el sábado, a petición de un abogado judío de Trump- y el objetivo es que la semana próxima se vote si Trump es absuelto -como en su primer impeachment- o condenado. En ambos caso será necesario el voto de dos tercios de la cámara alta.
Dada la bajeza moral en la que ha caído el Partido Republicano desde que lo “secuestró” Trump cuando se hizo con la candidatura en 2016, casi nadie espera que Trump sea hallado culpable. Para ello, sería necesario que los 50 senadores demócratas voten a favor de una condena y que al menos 17 republicanos se sumen.
Del bando demócrata el único que podría dar la sorpresa y votar por la absolución es el senador Joe Manchin del ultratrumpista estado de Virginia Occidental. Por el bando republicano, hay expectación por saber si habrá un motín de senadores o si finalmente se impondrá el síndrome de Estocolmo y seguirán encantados con su “secuestrador en jefe”, deseando que pasen rápido estos cuatro años para volver a intentar el asalto de la Casa Blanca en 2024.